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Antonio J. Armero
Sábado, 9 de julio 2016, 00:20
Palo y zanahoria. Tirón de orejas y palmada en la espalda. Se los da WWF (World Wildlife Fund, en español Fondo Mundial para la Naturaleza) a la Junta de Extremadura en su último informe anual sobre los incendios forestales en España, que incluye una valoración sobre las políticas que en torno a esta materia desarrollan los distintos gobierno regionales.
En su radiografía a la comunidad autónoma, la organización dedica el capítulo inicial a hacer un diagnóstico general. Y en él, menciona en primer lugar «la escasa profundización sobre el problema de los incendios en Extremadura». Se refiere fundamentalmente al pobre análisis de datos. En su opinión, que la comparativa se limite a enfrentar el periodo 2011-2012 con el 2009-2010, como hace la Junta, es «insuficiente para conocer en profundidad las tendencias de este fenómeno, puesto que se deberían analizar al menos las dos últimas décadas».
Acto seguido pone el dedo en la llaga sobre cuatro cuestiones más. La primera es el hecho de que se cite al origen natural como uno de los principales riesgos de incendios, «obviando que hasta en un 96 por ciento de los casos está detrás la mano del hombre, bien por negligencia o bien por intencionalidad». La segunda es que «los principales sistemas forestales extremeños presentan masas demasiado densas (un elevado número de árboles por metro cuadrado de monte), salvo las formaciones adehesadas». En tercer lugar, los autores del informe refieren que «el problema más grave son los grandes incendios recurrentes en determinadas comarcas, principalmente en montes públicos del norte de Cáceres (Hurdes, Ambroz o Tiétar)». Y por último, reseñan que «aunque la normativa exige a los propietarios de terrenos forestales la redacción y ejecución de planes de prevención de incendios, existen escasas ayudas y subvenciones para el cumplimiento de la misma».
«A pesar de que los bosques se identifican como un aspecto clave para el medio natural de Extremadura continúa analizando WWF, el Gobierno regional identifica pocas necesidades en materia forestal, entre las que podría destacarse la puesta en valor de los recursos naturales y paisajísticos a través de prácticas y técnicas productivas sostenibles».
Iniciativas a tener en cuenta
Pero no todo son reproches. A la organización ecologista le gusta que a quienes optan a cobrar las ayudas para la creación de superficies forestales se les exija utilizar especies autóctonas y adaptadas a las condiciones medioambientales y climáticas de la zona. También aplaude que sea obligatorio usar como poco tres especies de árboles, cada una de ellas ocupando al menos el diez por ciento de la superficie total, y que además, el diez por ciento de la masa sea de frondosas. Son criterios que persiguen conseguir «masas mixtas e irregulares, más resistentes a posibles futuros impactos», subraya la organización en defensa del medioambiente, que además, considera «muy acertada la ayuda para la mejora de sistemas agroforestales».
Igualmente, califica como acertado que existan subvenciones para adaptación de sistemas forestales. «En Cáceres reflexionan los autores del informe, hasta un setenta por ciento de los grandes incendios se inician en masas monoespecíficas, por lo que la diversificación de especies hacia bosques mixtos resulta de especial interés». «Sin embargo añade, a través de esta partida podrán financiarse inversiones en usos recreativos, lo que WWF considera secundario frente a mejorar la calidad de las masas forestales». Es decir, su tesis es que la región tiene bosques con demasiados árboles y poca variedad, y llama a trabajar para romper este desequilibrio.
Otro aspecto que destaca es el interés de la Junta por fomentar los montes productivos, con usos diversos, «con especial atención a aprovechamientos tradicionales como la resina, piñón, setas, corcho y biomasa». «WWF considera que esta medida es positiva para promover bosques multidisciplinares, que contribuye a generar empleo y fijar población en el medio rural, pero faltan criterios y condiciones que aseguren la sostenibilidad de las operaciones», valora el estudio. Igualmente, cree positivo «el apoyo para la conservación y promoción de los recursos genéticos forestales».
Un aspecto que no valora de forma tan positiva es el del presupuesto destinado a costes elegibles para la prevención (construir pistas, cortafuegos, puntos de agua, instalaciones de vigilancia, trabajos selvícolas...). «Esta última acción señala el análisis es más coherente a largo plazo, porque incide en la reducción de la vulnerabilidad de las masas forestales, al diversificar el paisaje y crear discontinuidades, aunque no se especifica el peso presupuestario que se destinará a ella».
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