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PILAR ARMERO
Lunes, 29 de agosto 2016, 07:25
Agosto se despide y da la bienvenida a septiembre con riesgo de incendios que oscilará entre alto y muy alto en Extremadura, aunque en algunas zonas puntuales será extremo por la predicción de viento intenso.
El sur de la comunidad autónoma será especialmente vulnerable a partir del martes, mientras que de miércoles a viernes la alerta se situará sobre el extremo oriental de la región, en zonas como Las Villuercas y Los Ibores o La Siberia.
El riesgo se relaja respecto a las semanas precedentes, por la entrada de una masa de aire menos cálido y más húmedo que las que se han venido registrando hasta ahora. A pesar de ello, el combustible sigue dispuesto a arder en cualquier momento por la falta de lluvia y sequedad generalizada y porque el viento, aunque sea húmedo, alentaría las llamas favoreciendo su expansión.
Qué pasa en el Valle del Jerte
Este final de agosto ha sido especialmente duro para el personal del Plan Infoex, en puntos como el Valle del Jerte, donde el incendio que se originó el 19 de agosto se ha reactivado en más de una ocasión. El porqué de esas reproducciones se explica en el tipo de combustible y la pedregosidad de la zona, con un suelo extremadamente seco lleno de brezo, que es lo que más problemas plantea a la hora de liquidar este tipo de incendio, porque las raíces siguen ardiendo aunque a simple vista no se aprecie. La inaccesibilidad del terreno ha obligado, además, a que los helicópteros hayan hecho varios viajes trasladando a los retenes que no podían acceder en medios terrestres.
Precisamente el brezo se ha utilizado tradicionalmente en las fraguas por su alto poder calorífico y en el caso del Valle del Jerte, el cuello abultado de esa planta se sigue quemando en lo que se conoce como fuego de subsuelo, que se propaga bajo la superficie de forma lenta y sin llama, alimentado por materia orgánica seca. Se suma la pedregosidad de la sierra, que esconde esas cepas de brezo haciendo que sean difíciles de detectar.
La única fórmula de extinción es picar y desenterrar las cepas del perímetro del incendio o buscar zonas más favorables para crear una línea de defensa y desde ahí quemar para sanear el área, que es lo que se conoce como quema de ensanche.
La tarea de extinción en el Valle del Jerte se ha completado con el traslado a la zona de una piscina portátil de 10.000 litros, que se rellena con la cesta del helicóptero, tiene motobomba y permite el tendido de mangueras, una herramienta perfecta para estos casos, pero que no ha eximido a los bomberos forestales de picar el terreno en busca de raíces de brezo. Tras picar y desenterrarlas, es cuando se ha vertido el agua; de lo contrario, no se conseguiría nada, al no penetrar lo suficiente, con lo que simplemente se enmascararía el problema, el brezo seguiría ardiendo por el subsuelo y antes o después aflorarían las llamas a la superficie. En situaciones como esta, la lluvia es bienvenida porque su caída permite una buena penetración capaz de apagar las cepas.
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