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Javier Martínez/J. L. G.
Sábado, 3 de septiembre 2016, 00:23
Al menos cinco extremeños, entre ellos una mujer y todos con residencia en la provincia de Badajoz, habrán recibido una llamada de la Guardia Civil en las últimas horas. No ha sido para informarles de ninguna desgracia, pero en todos ellos habrá cundido el desasosiego al saberse protagonistas indirectos de lo que parece un macabro ritual santero.
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Las pruebas están siendo extraídas del fondo del mar, concretamente frente a las playas de la localidad alicantina de Calpe, en las inmediaciones del Peñón de Ifach, considerado un reclamo para aficionados a el esoterismo y donde buceadores aficionados encontraron varias bolsas con restos de huesos humanos y objetos tan variados como una muñeca de plástico, un cuenco, palos, ramas de arbustos, plumas de aves y el esqueleto de un pájaro, lo que conduce a una primera hipótesis relacionada con conjuros esotéricos. De hecho, los expertos creen que hubo ritos de magia negra por encargo con invocación a los muertos.
En los diversos lotes hallados ya van cuatro envueltos en sábanas anudadas también aparecen fotos y requerimientos de pago de la Agencia Tributaria, algo desconcertante, pero de momento únicos hallazgos que restan misterio al suceso pues esto ha permitido poner nombre, si no a los autores de los rituales, al menos a los invocados. De la lista de doce nombres, cinco son personas vivas de la provincia de Badajoz, las cuales han sido contactadas por la Guardia Civil de Alicante.
Como ya informó ayer este diario, también se han hallado restos humanos óseos. Si tuvieran que ver con algún extremeño habría que analizar la profanación de una tumba que tuvo lugar el pasado mes de junio en un cementerio de la región, sobre lo cual consta una denuncia ante la Policía Nacional. Hay que apuntar también que la comarca de la Marina Alta, donde se están dando estos sucesos, cuenta con una colonia extremeña con personas procedentes de Monesterio y Torremayor.
El cóctel esotérico de los hallazgos responde, a la luz de los expertos, a una «práctica de magia negra basada en rituales por encargo que apelan al supuesto poder de los muertos para influir en lo terrenal». Así lo cree Miquel Ruiz, antropólogo y profesor de la Universitat de Valencia (UV) especializado en espiritualidad y en el movimiento New Age. Ruiz opina que el uso de huesos humanos supone, además de un delito, «un paso más allá» de las prácticas santeras más extendidas, basadas en elementos propios de rituales con origen africano similares a los de Venezuela, Colombia o México».
El antropólogo prefiere referirse a «magia negra por encargo en busca de beneficios para quienes pagan por el rito, ya sea económico, amorosos o de cualquier índole». Y no cree que haya una secta satánica detrás de la extraña liturgia a los pies del Peñón de Ifach.
Los primeros restos humanos fueron localizados el pasado sábado en aguas próximas a esta mole de roca, un esqueleto casi completo que podría haber estado enterrado entre 30 y 40 años, según las estimaciones de los forenses. Los investigadores de la Guardia Civil creen que estos huesos y los localizados el domingo pudieron ser arrojados al mar entre 48 y 72 horas antes de ser encontrados por submarinistas.
Después, el jueves por la tarde un hombre de 38 años que practicaba snorkel dio el aviso de que había encontrado un fardo bajo el agua. No tocó el contenido, pero sacó a la superficie una estatuilla de unos 15 centímetros (con formas femeninas, brazos en alto y dos cuernos) que estaba junto al bulto. Luego avisó a la Policía Local de Calpe.
Nuevos hallazgos
Los submarinistas del GEAS de Alicante sacaron ayer del mar otras dos nuevas sábanas con bordados esotéricos que contenían huesos de dos personas y más objetos usados por santeros. Los buzos de la Guardia Civil sacaron nueve vértebras, cinco costillas, tres peronés por lo tanto pertenecen a dos personas, dos húmeros, dos cúbitos, dos radios y una escápula, entre otros huesos humanos. También subieron a la superficie un busto de cemento envuelto con un trozo de cortina de baño de color negro, así como un candado con una combinación numérica, una imagen de Cristo crucificado, un pastillero dorado y una pitillera metálica.
Los restos se encontraban a una profundidad de entre cuatro y seis metros frente al Paseo ecológico Príncipe de Asturias. Por la distancia que hay a tierra, todo apunta a que se tiraron desde una embarcación.
Según el estado de las sábanas y de los huesos encontrados, la Guardia Civil de Calpe estima que los bultos pudieron ser arrojados al mar el miércoles o jueves de la semana pasada aproximadamente. Sin embargo, el bañista que localizó el último fardo asegura que ya lo vio hace varias semanas en el mismo sitio.
Según la principal hipótesis de los investigadores para explicar estos macabros hallazgos, un grupo de practicantes de santería arrojó los huesos y objetos al mar tras uno o varios rituales. La Guardia Civil sigue realizando indagaciones con cautela, como consultas a expertos en brujería y ceremonias clandestinas y no descarta otras líneas de investigación.
El delegado de Gobierno en la Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, indicó que «todo apunta, por los objetos y restos encontrados, a que se trata de una serie de rito o conjura y que se han tirado luego al mar».
Sin embargo, el presidente de la Asociación Española de Santería Afrocubana (precisamente con sede en Alicante), Paulino Hernández, ha desmentido que lo encontrado esté relacionado con su actividad porque «en ningún rito santero se pueden usar huesos humanos».
En cualquier caso, la elección de las aguas de Calpe para sumergir los restos no prece casual. Los expertos consideran que la leyenda esotérica y el halo de poder mágico que rodea al Peñón de Ifach fue un claro reclamo para quienes oficiaron los conjuros. Vicente Garrido, psicólogo y criminólogo de la UV, no ve lógico «acudir al peñón para deshacerse de unos restos delictivos pudiéndolos enterrar u ocultar en cualquier punto» y opina que el acto de hundir las bolsas en el mar a los pies de la formación montañosa «podría ser el colofón del ritual».
Desde el enfoque criminalístico, Garrido cree que las personas que al parecer confiaron sus fotos y datos para el ritual, procedentes de Extremadura y el norte de España, «no debían conocer que las aguas del peñón son muy frecuentadas por submarinistas y que el riesgo de que salieran a la luz junto a los restos era alto, como finalmente ha ocurrido».
pie de foto:
Submarinistas de la Guardia Civil, ayer, investigando en la zona. :: Las provincias
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