

Secciones
Servicios
Destacamos
Tania Agúndez
Domingo, 30 de abril 2017, 00:39
Asoman los primeros rayos de sol en el bosque de Dindefelo y el extremeño Antares Bermejo ya está listo para salir a buscar chimpancés y seguir sus huellas. Antes de encontrarse con el guía local que le ayudará a adentrarse en la espesura de los valles de esta reserva natural senegalesa, se dirige a la mesa de la choza que comparte con la familia que le acoge para disfrutar con ella de un desayuno compuesto de maíz y agua caliente.
Provistos de botas de montaña, camisetas de manga corta y machetes, echan a andar montaña arriba. Su misión es, un día más, buscar pistas que arrojen datos sobre la vida y el comportamiento de estos grandes primates. Una pisada, un fruto mordido, la rama rota de un árbol, restos de nidos o de heces son señales que tienen en cuenta para analizar los movimientos y la conducta de estos singulares animales. "Nuestra función es anotar todo lo relacionado con estos aspectos para realizar un seguimiento ecológico de la población de chimpancés que vive en la reserva de Dindefelo", explica.
Esta es una de las tareas que el emeritense Antares Bermejo Domínguez, de 33 años, desarrolla desde hace casi tres años en Senegal. Ingeniero Forestal por la Universidad de Huelva en la especialidad de incendios y explotaciones agroforestales, forma parte desde mediados de 2014 del equipo de la sección española del Instituto Jane Goodall, que lidera la defensa de los últimos chimpancés que habitan en la reserva biológica de Dindefelo, al sureste de este país africano.
Bermejo vive en el pequeño pueblo de Nandoumary, en la región de Kedougou, en la frontera entre Senegal y Guinea Conakry. En sus valles es donde lleva a cabo su trabajo de campo. Desde que llegó está vinculado al departamento de Sostenibilidad Agroforestal del Instituto Jane Goodall, que además tiene en marcha otros programas relacionados con educación, conservación y desarrollo sostenible.
Antares Bermejo está volcado en la conservación de los últimos chimpancés en Senegal. El primate más cercano genéticamente al ser humano está en peligro de extinción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, las enfermedades, la caza furtiva y la degradación del entorno están detrás de este problema. Así, estima que entre 1970 y 2030 la población mundial de chimpancés se habrá reducido un 50%.
Estos animales necesitan vegetación abundante y puntos de agua, y la apertura de campos de cultivo ha provocado la reducción y fragmentación de estos espacios. Si la situación de los chimpancés en África es preocupante, en Senegal llega a ser dramática. El último censo recoge que en este país africano queda una población de entre 300 y 500 primates.
La principal actividad de la sección a la que pertenece este extremeño es la protección de los chimpancés, que se encuentran en peligro de extinción, y la recuperación de su entorno, muy degradado por la intervención del ser humano. "El problema es que el hombre ha invadido el hábitat de los chimpancés para abrir campos de cultivo. Nosotros trabajamos para reforestar esas áreas dañadas y concienciar a la población local de la importancia de conservar este espacio", indica.
Durante sus salidas se dedica al estudio e identificación de la vegetación de la zona, pero también recoge semillas de los árboles para plantarlos en el vivero que hay habilitado en el centro del instituto. Con ellos, posteriormente, se realiza la repoblación de los bosques que han sido talados o quemados por el hombre para cultivar. "Intervenimos en los campos que ya no se utilizan y han sido abandonados, ya que vamos haciendo un registro de aquellas zonas que están activas y las que están sin uso", agrega.
Bermejo también colabora con el departamento de investigación, que lleva a cabo el estudio del comportamiento de los últimos chimpancés que quedan en Senegal. En el Instituto Jane Goodall, fundado en 1977 por la reconocida primatóloga de pelo blanco que acaba de cumplir 83 años, usan un método no invasivo, por lo que no utilizan ni chips ni tranquilizantes. Los técnicos simplemente realizan un seguimiento y observación de lo que hacen estos primates. "Los contemplamos a una distancia de unos 20 metros y vamos anotando todo lo que hacen: qué comen, dónde, cómo se relacionan, en qué área duermen y para localizarlos seguimos las huellas y marcas que van dejando por el camino", especifica.
Con este trabajo pretenden conocer mejor a estos animales identificando las singularidades de cada especie- para poder protegerlos y garantizar su supervivencia.
Además, desde el Instituto Jane Goodall tratan de implicar a las entidades y la población local en los procesos de recuperación y cuidado de los animales. El objetivo es enseñarles a sacar el mayor provecho a la riqueza natural del área y hacerlo siempre respetando el medio ambiente. "Hay personal de aquí trabajando en la organización. Es fundamental porque de ellos dependerá que en el futuro se siga apostando por el desarrollo sostenible en la reserva", destaca.
Aventura africana
Bermejo lleva disfrutando de esta particular aventura africana durante los últimos tres años de su vida. Se ha tenido que acostumbrar a estar a 3.500 kilómetros de casa y aguantar temperaturas que superan los 50 grados centígrados durante varios meses al año. Sin embargo, este extremeño ya está plenamente integrado en la vida y costumbres de Senegal. Vive en una choza con una familia senegalesa, en la que no hay agua ni electricidad. Comparte su comida y juega con sus hijos como si fuera uno más. "Incluso adoptamos su apellido", narra.
En su aldea ya lo conocen como 'Demuru de Diogoma', que significa 'Chimpancé de Diogoma'. "Diogoma es el nombre antiguo del pueblo en el que vivo, que actualmente se llama Nandoumary", aclara. Adquirió este apodo en 2015, después de ganar un combate de lucha senegalesa. "Me invitaron a participar en representación de mi zona y yo me animé. Fui el único blanco que se inscribió y para mi sorpresa quedé en primer puesto", cuenta como anécdota.
Con los nativos se comunica en francés, aunque ya domina el pular (la lengua de la etnia de la zona). "Son amables, pacientes, cariñosos y muy agradecidos. Los primeros días fueron duros. A los problemas de comunicación hay que sumar el choque cultural. Pero con el tiempo te acostumbras y aprendes a valorar otras cosas. El enriquecimiento personal y profesional durante estos años ha sido increíble. Ahora cuando voy de visita a casa me siento raro al tener agua corriente o el frigorífico lleno de comida. Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es poder sumergirme en una cultura diferente. El otro aspecto que me apasiona es tener la oportunidad de poder estar en un lugar como este, rodeado de naturaleza pura", manifiesta.
Senegal es el último de una lista de países en los que este ingeniero ha vivido. Mientras cursaba sus estudios universitarios se fue a Namibia, donde estuvo haciendo un proyecto sobre turismo sostenible. Para su proyecto de fin de carrera optó por estudiar un año en Buenos Aires (Argentina). Posteriormente recaló en Guatemala, donde llevó a cabo un proyecto de nuevas cooperativas y tras esa experiencia llegó la oportunidad de colaborar en el Instituto de Jane Goodall en Senegal. "Lo que empezó siendo un voluntariado se ha convertido en un trabajo que me apasiona. De momento no sé cuánto tiempo más seguiré aquí. Te encariñas con la familia que te acoge, amigos senegaleses y compañeros de trabajo, así que he decidido no ponerme un límite", sostiene.
Bermejo también se encarga de difundir fuera de África la labor que desarrollan en esta institución. De hecho, ha dado a conocer sus proyectos a través de varias charlas que ha impartido en la Universidad de Huelva o en Plasencia. "Es muy importante concienciar a la sociedad en general sobre la situación de los chimpancés y no solo trabajar la sensibilización con las comunidades que viven cerca de ellos", declara.
Reconoce que su idea es poder regresar en algún momento a España, donde le gustaría seguir dedicándose a labores de conservación. Por esta razón los proyectos del lince, el lobo o el oso son algunas de las posibilidades que está barajando. "Mi objetivo es volver, pero soy consciente de que es bastante difícil", subraya.
Lo que tiene claro este extremeño es que continuará haciendo realidad su sueño de contribuir a la defensa de los animales y la naturaleza desde cualquier punto del planeta. "La tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos y tenemos que ser conscientes de ello", concluye.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.