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J. LÓPEZ-LAGO
Lunes, 1 de mayo 2017, 08:37
Es la menor de ocho hermanos y con la mayor se lleva 21 años. En su familia más cercana no hay ni una referencia militar, como mucho un hermano que cuando era obligatorio hacer la antigua 'mili' se alistó en la Legión. Sin embargo, Sara López Reyes (Badajoz, 1985) lo tenía claro e ingresó en el Ejército de Tierra con 19 años pasando prácticamente del instituto al cuartel. Dice que cuando comunicó esta decisión sus padres y hermanos la apoyaron desde el primer momento. «Mi prima y mi sobrina eran militares y me decían que a mí esto me iba a gustar. Empecé a ver algunos vídeos y al final tomé la decisión», dice.
Biográficos.
Nació en Badajoz en 1985 y es la menor de ocho hermanos. Debido al trabajo de su padre como guarda forestal ha vivido en Burgos, Guadalajara y Toledo antes de regresar a Badajoz cuando sus padres se jubilaron. Reside en Badajoz y en la actualidad tiene pareja y no tiene hijos.
Profesionales.
Cuando acabó la Enseñanza Secundaria trabajó esporádicamente de camarera antes de convertirse en militar. Pertenece al Ejército de Tierra desde octubre de 2005. Entró como tiradora y después pasó a ser conductora de carros de combate Leopardo. Hace un año que forma parte de la Policía Militar y en pocas semanas afrontará su primera misión internacional con destino en Letonia en el marco de un contingente multinacional liderado por Canadá para reforzar la presencia de la OTAN en Europa del Este. La estancia en el país báltico durará seis meses.
Tras un periodo de instrucción de tres meses en Toledo, en cuanto pudo eligió Badajoz como destino, pasando a formar parte del entonces Regimiento Castilla XVI, con base en el cuartel General Menacho de Bótoa. «Entré como tiradora y luego me saqué el carné de Leopardo y pasé a conductora, donde no hay muchas mujeres, pero desde hace un año empecé a formar parte de la Policía Militar. Básicamente nos encargamos de hacer cumplir la disciplina y como mujer me encargo directamente de cualquier procedimiento que esté relacionado con otra mujer».
Los no iniciados deben saber que un Leopardo no es un vehículo más de la variada flota militar. Se trata del carro de combate más destructivo del Ejército español. Es de origen alemán y fabricación española, pesa 62 toneladas y monta un cañón de 120 mm que permite 42 disparos más dos ametralladoras auxiliares. «Conducir un Leopardo es algo alucinante. Lo que más llama la atención es que pasa por los baches sin que se note. Es muy estable».
Varios Leopardo viajarán este mes a Letonia, donde España desplegará 300 hombres y mujeres en una misión de la OTAN para contener al adversario ruso de manera disuasoria. La pacense Sara López va en ese contingente, aunque lo hará como policía militar a bordo de otro tipo de vehículo, un VAMTAC (Vehículo de Alta Movilidad Táctico), mucho más ligero, todoterreno, blindado y dotado con una ametralladora anti-aérea. «La conducción es similar a la de un camión, aunque no se trata de un vehículo de carga. Y como policía militar mi misión en Letonia será, además de reforzar la disciplina militar, de apoyo a la movilidad de vehículos acompañando a los convoyes cuando se desplacen o reforzar la seguridad en los puestos de mando», resume.
Cuenta esta soldado que cuando ella entró en el Ejército le pareció un trabajo duro, pero luego se acostumbró y en cuanto fue destinada a Badajoz su nueva profesión ya la había cautivado. Al principio, recuerda, había menos mujeres, pero ha notado que cada vez es más frecuente verlas con uniforme. «En cualquier caso, la actitud que yo he notado siempre ha sido la misma, con menos mujeres o con más. Siempre se nos ha tratado igual y el trabajo siempre es el mismo que el de los hombres. Aquí no hay diferencia de género, yo diría que el Ejército es un ejemplo de igualitarismo».
La de Letonia será la primera misión internacional que afronte y se nota su entusiasmo. Según dice, si antes no ha ido a Kosovo, Líbano, Irak o Malí, que también han sido destinos de la Brigada Extremadura XI, se debe a que para los especialistas en carros era más complicado.
Sin embargo, debido al despliegue de vehículos acorazados que hará España en el país Báltico, y siendo policía militar desde hace un año, considera que le ha llegado su momento. «En mi familia se lo tomaron muy bien cuando les comuniqué mi decisión. Algo de pena les da, es lógico porque se trata de una hija, pero eso es lo normal, en el fondo están contentos y todos mis hermanos también».
«No me cuesta adaptarme»
Una peculiaridad en la vida de Sara es que ha pasado por varias ciudades durante su adolescencia debido a los cambios de destino de su padre. En Badajoz vivió hasta los once años, pero después ha pasado por colegios e institutos de Guadalajara, Toledo o Burgos antes de regresar a Extremadura cuando sus padres se jubilaron. «A mí el hecho de ir cambiando de ciudad no me ha afectado de manera negativa, al contrario, yo a cada cambio le he visto todo lo bueno porque aprendes más cosas y conoces a más gente. En mi caso nunca me ha costado adaptarme».
Cuenta esta extremeña que su afición favorita es viajar, pero principalmente por España, donde asegura que conoce muchos rincones poco visitados. Para mantenerse en forma practica 'spinning' por las tardes y en su pandilla de amigos y amigas confiesa que hay muchos soldados, por eso entiende con humor a quienes son civiles dentro de su círculo de amistades, que a veces se harten de los temas de conversación, los cuales suelen girar inevitablemente sobre la vida en el cuartel, un ambiente que Sara reconoce que le apasiona.
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