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CÁCERES.
Domingo, 2 de febrero 2020, 09:12
La Junta de Extremadura ensayará este año un modelo de vivienda con fachadas, cubiertas y aislamientos a base de materiales naturales como el corcho, la madera, las cáscaras de arroz, el kenaf o la ceniza de biomasa. En concreto, rehabilitará 20 inmuebles entre Badajoz y Mérida, construirá cuatro adosados en Ribera del Fresno e intervendrá sobre un edificio público (la Hermandad Sindical) en La Bazana, población que depende del ayuntamiento de Jerez de los Caballeros.
El objetivo de esta iniciativa es disponer de edificios con un consumo energético casi nulo. También comprobar hasta qué punto estos materiales reciclados y sostenibles pueden sustituir a los convencionales en el sector de la construcción. Las rehabilitaciones se harán en 16 viviendas sociales de un bloque del barrio de San Lázaro, en la capital autonómica. En concreto, en el ubicado entre las calles Plasencia, Zorita, Trujillo y Trébol. Y también en cuatro unifamiliares de la barriada de santa Engracia, en Badajoz, ubicadas en las calles Duero, Ebro y Halcón, según detalla la Consejería de Movilidad, Transporte y Vivienda.
«Todos los consumos de energía de las viviendas sobre las que actuaremos serán comparados con la situación previa, para verificar así la influencia de la intervención y el porcentaje de mejora logrado», anticipa Alfonso Gómez Goñi, director general de Arquitectura y Calidad de la Edificación. Algo similar se hará en Ribera del Fresno, en este caso con viviendas de nueva construcción que se alquilarán con opción a compra una vez concluido el periodo de vigencia del proyecto. Se levantarán cuatro adosados de dos plantas, de 80 metros cuadrados de superficie útil cada uno. Uno de ellos se construirá siguiendo los parámetros convencionales, y los otros tres utilizando los materiales experimentales. «Estos proyectos se compararán con edificios construidos con soluciones estándar, para monitorizar las diferencias durante la construcción y también durante el tiempo de vida el inmueble», avanza Gómez, que adelanta también que los trabajos sobre el terreno comenzarán a lo largo de la primera mitad de este año.
Entre los materiales elegidos para esta experiencia piloto, algunos ya se han utilizado en la construcción, aunque de forma minoritaria. Es el caso de la cáscara de arroz, empleada para hacer ladrillos. Se trata de un subproducto agroindustrial que se genera durante el proceso de molienda del grano y que se usa para el aislamiento en cámaras, «reduciendo la energía embebida y las emisiones tóxicas de materiales como el poliuretano o el poliestireno», detalla uno de los documentos básicos de esta iniciativa que implica a organismos de España y Portugal.
La dirección general de Arquitectura y Calidad de la Edificación de la Junta ejerce como socio coordinador. Y participan el Cicytex (Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura), el Intromac (Instituto Tecnológico de Rocas Ornamentales y Materiales de Construcción), la empresa pública Urvipexsa, la Universidad de Córdoba y por parte lusa, el iTeCons (Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Construcción, Energía, Medioambiente y Sostenibilidad).
El proyecto comenzó en el año 2018, y desde entonces se han desarrollado principalmente actividades relacionadas con la selección y caracterización de los materiales a emplear. El kenaf es una planta fibrosa que destaca por sus propiedades acústicas y térmicas, mientras que la ceniza de biomasa se utiliza en agricultura como fertilizante. «Sin embargo -se explica en una de las memorias del proyecto-, numerosas investigaciones demuestran que puede utilizarse para reemplazar una cuarta parte del cemento 'portland' en hormigones y morteros de construcción».
Los bloques de tierra comprimida, que también se utilizarán en esta iniciativa experimental, permiten un doble ahorro. «Por un lado, porque la producción se localiza en el mismo lugar donde se van a levantar las viviendas, utilizando principalmente la tierra que se extrae de ese mismo terreno; y por otro, porque así se ahorran las emisiones de dióxido de carbono que se generarían en el transporte». En cuanto al corcho, son conocidas sus propiedades aislantes, aunque su uso en construcción es reducido debido más que nada a su precio.
La intervención en las viviendas incluirá el empleo de fachadas y cubiertas vegetales, que «también procuran un doble ahorro, porque están basadas en materiales textiles naturales y en tierra, y porque las plantas absorben dióxido de carbono y sirven de aislamiento natural al edificio», explica el Gobierno regional, que también detalla que la propuesta se enmarca en el proyecto Life ReNatura NZEB, que tiene como objetivos reducir un 60% las emisiones de CO2 y un 80% el consumo de energía, además de facilitar una rebaja a la mitad de los residuos producidos durante la construcción de viviendas. Porque esto último constituye otra de las ventajas que aspira a certificar este proyecto que enarbola la bandera de la construcción más sostenible.
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