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¿Qué ha pasado hoy, 30 de marzo, en Extremadura?
Pilar Guillén, en su despacho del Instituto de Medicina Legal de Cantabria, en Santander. :: alberto aja
La niña que leía 'El Caso' a escondidas

La niña que leía 'El Caso' a escondidas

EXTREMADURA EN FEMENINO ·

Pilar Guillén Navarro. Médica forense, directora del Instituto de Medicina Legal de Cantabria

Lunes, 15 de enero 2018

Cuando era una cría, Pilar leía 'El Caso' a escondidas. Compraba el desaparecido periódico de sucesos «en el quiosco del palacio de la China, en la plaza de España de Mérida -recuerda-, lo leía de cabo a rabo y luego lo guardaba debajo del colchón». Medio siglo después, esa niña que fantaseaba con los crímenes es médica forense y dirige el Instituto de Medicina Legal de Cantabria.

El padre descubrió las lecturas clandestinas de la niña, pero Pilar Guillén Navarro (59 años) siguió adelante con su vocación por esa cara de la existencia que la mayoría de la gente no quiere ni nombrar. La muerte es parte esencial de su vida. Tal como anheló desde chica. Hija de urólogo y ama de casa, es la mayor de seis hermanos, y aunque vive en Cantabria desde hace 27 años, deja claro el apego por sus raíces. «Me siento extremeña, llevo a Extremadura en el corazón», afirma.

Que naciera en Madrid fue circunstancial. A los tres días estaba en Mérida, donde permaneció hasta que se marchó por estudios. A la capital autonómica vuelve cada vez que puede -la última, la pasada Navidad-, y en ella siguen viviendo dos de sus hermanos. Alumna del colegio de las monjas escolapias primero y del IES Santa Eulalia después, Guillén estudio Medicina en Sevilla, y al acabar la carrera se quedó en la facultad durante dos años, adscrita al departamento de Medicina Legal. «Después -rememora-, me fui a Madrid a estudiar Medicina de Empresa, más que nada por tener un plan b por si no aprobaba las oposiciones».

«Volví de Madrid a Mérida porque quería que Guillermo Fernández Vara fuera mi preparador de las oposiciones»

El recuerdo de Vara

Una vez completada esa formación alternativa, regresó a su tierra. «Volví a Mérida porque quería que Guillermo Fernández Vara fuera mi preparador de las oposiciones». Médico forense como ella, el actual presidente de la Junta ayudó en ese tiempo a Guillén y a otras cuatro aspirantes. «Yo a él no le conocía personalmente, pero sí sabía de su capacidad como forense y era conocida su faceta como preparador de oposiciones», cuenta ella. «Mi experiencia con él -añade- superó con creces lo que esperaba y tengo un recuerdo inmejorable».

La joven médica aprobó esas oposiciones nacionales al cuerpo de forenses, y su primer destino fue la provincia de Badajoz. En concreto, Don Benito y Herrera del Duque, donde trabajó como interina. Era el año 1990, y Pilar Guillén no ha olvidado aquella experiencia. En particular, un caso que le tocó atender: la muerte de dos niños, hermanos, que se ahogaron a la vista de sus padres, que no pudieron salvarles. «Siempre hay cadáveres que te sorprenden, y hasta el día de hoy no he perdido esa capacidad de sorpresa», reflexiona la mujer que dirige el Instituto de Medicina Legal de Cantabria desde hace más de doce años.

Antes de instalarse en Santander, ejerció durante más de una década en Torrelavega y San Vicente de la Barquera, en una época en la que las condiciones de trabajo no eran como las de ahora. «Estábamos organizados en agrupaciones de médicos forenses, y el día a día era duro, hacíamos las guardias solos, las autopsias solos...». Ahora, el trabajo se hace en equipo y hay más medios, aunque las bases de la tarea son similares a las de sus inicios. «La sistemática de la autopsia sigue siendo parecida a como era hace unos años, pero todo lo demás ha cambiado mucho», reflexiona. «Ahora hay más personal, más herramientas, están los análisis de ADN o los estudios detallados de Toxicología, por citar solo dos progresos importantes», apunta Guillén, cuya carrera ha incluido estancias en Lausana (Suiza), Bogotá y Guatemala.

El bagaje de los años entre Don Benito-Herrera del Duque y Torrelavega-San Vicente de la Barquera, además de su formación y valía profesional, le valieron para ser elegida para liderar la puesta en marcha del instituto cántabro, en el que cada año analizan en torno a trescientos cadáveres, casi la mitad de ellos procedentes de muertes violentas. «El nombramiento -recuerda- me hizo mucha ilusión, porque suponía empezar desde cero un proyecto bonito, y además me llegó en un momento importante para el colectivo, porque pasamos a ser un cuerpo jerarquizado».

Una mujer entre hombres

En aquel tiempo, la extremeña al frente del Instituto de Medicina Legal de Cantabria era la única mujer en las reuniones con sus colegas en Madrid, en la sede del Ministerio de Justicia. A los compañeros de profesión, en particular a los más cercanos, es obligado referirse al explicar una de las últimas buenas noticias que ella ha recibido. Fue la concesión de la cruz distinguida de primera clase de la orden de San Raimundo de Peñafort, otorgada por el Ministerio de Justicia. «Este reconocimiento me hizo sentir muy orgullosa, sobre todo por el hecho de que la iniciativa para concedérmelo partió de mis compañeros», se sincera Pilar Guillén, para quien «la forensía es una profesión totalmente vocacional».

Una inclinación que en su caso nació temprano, y que le sigue acompañando hoy, lo mismo que su querencia por todo lo que tenga que ver con su tierra. De hecho, ella fue una de las fundadoras de la Casa Regional de Cantabria. «Con Extremadura en general y con Mérida en particular guardo un vínculo muy directo; allí siguen dos de mis hermanos, allí están muchas de mis amigas del colegio y allí celebramos las reuniones familiares», cuenta la médica, a la que le divierten las series televisivas de forenses, tan de moda últimamente. «A veces te sorprende lo equipados que están y que siempre lo resuelven todo, pero en líneas generales, creo que estas series de televisión le han venido bien a la Medicina Legal, porque han ayudado a darle visibilidad, de modo que ahora la gente sabe que los forenses podemos averiguar la hora de la muerte y este tipo de cosas». O sea, lo que soñaba cuando leía 'El Caso' a escondidas.

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