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La Junta de Extremadura ha puesto en marcha un plan de contingencia ante la xylella fastidiosa, también conocida como 'El ébola de los olivos', una enfermedad que ha matado a cientos de árboles en Italia y que fue detectada por primera vez en la Península Ibérica en junio. Antes, en noviembre del año pasado, se localizó un foco en las Islas Baleares, lo que explica que la administración autonómica también haya puesto en marcha una campaña informativa en el aeropuerto de Badajoz, en la que se advierte que está prohibido traer plantas en los vuelos que conectan con Palma de Mallorca.
La patología, que con frecuencia no va acompañada de síntomas, «provoca un decaimiento rápido y generalizado de la planta», se explica en el protocolo que la Consejería de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio aprobó el mes pasado. En él se deja constancia de que la xylella fastidiosa se transmite de una planta a otra a través de un insecto vector, que la principal vía de propagación es el comercio de material vegetal contaminado, y que su erradicación es «muy difícil», por lo que la mejor estrategia de lucha es la prevención.
Esta tarea no es sencilla, entre otros motivos porque la bacteria puede hospedarse en más de trescientas plantas. Aunque su sobrenombre alude a los olivos, es igualmente dañina en almendros, vides, árboles frutales y numerosas especies ornamentales. De hecho, tal como constata el plan de contingencia extremeño, la xylella «es responsable de diversas enfermedades de importancia económica para la producción agrícola, como la enfermedad de Pierce en la vid, Phony Peach en melocotoneros y el quemado de hojas en otras especies leñosas». Todo esto explica que se trate de «uno de los principales patógenos de cuarentena en la Unión Europea».
La primera vez que dio la cara en Europa -hasta entonces solo se conocía su existencia en el continente americano (en Estados Unidos, Canadá, México, Costa Rica, Argentina, Brasil, Paraguay y Venezuela) y en Taiwan e Irán- fue en la región italiana de Apulia en octubre del año 2013. Más tarde apareció en Francia y después en Alemania, y con posterioridad en las Islas Baleares y en Valencia.
Su demostrada letalidad ha movido a la consejería a elaborar su propio plan de contingencia, que complementa al que ya existía a escala nacional y a los programas comunitarios. En el marco de este protocolo que persigue evitar que la patología entre en la comunidad autónoma se están realizando análisis en los lugares en los que se considera que hay más posibilidades de que aparezca la bacteria. La Consejería especifica que para las tomas de muestras se van a priorizar los viveros y centros de jardinería, las dehesas y masas naturales con presencia de especies del género 'quercus', los parques y jardines municipales y los campos de cultivo de olivos, vides, almendros, cerezos y otros frutales de hueso.
También se prestará una atención especial a los vegetales procedente de zonas donde se sabe que está la bacteria. Y a los entornos de viveros y de autovías, particularmente los alrededores de las gasolineras, consideradas áreas de riesgo. El texto aprobado hace unas semanas detalla que los lugares con mayor riesgo fitosanitario son los viveros, centros de jardinería y parcelas de producción de plantas. En el ROSPV (Registro Oficial de Operadores de Semillas y Plantas de Vivero de Extremadura) hay 123 establecimientos inscritos como productores de alguna de las especies sensibles a esta patología, y 41 que aparecen solo como comerciantes.
El plan elaborado en julio constata que según la experiencia adquirida en la lucha contra este mal en las Islas Baleares, la mayor parte de las detecciones de xylella fastidiosa se están produciendo en plantaciones envejecidas y poco cuidadas o abandonadas, aquellas donde la poda es escasa cuando no nula y en las que con frecuencia no hay riego y están presentes otras plagas.
En el caso de que se detectara un foco, se reuniría el equipo de dirección de emergencias, encabezado por el director general de Agricultura y Ganadería. El plan prevé también medidas cautelares ante la sospecha de un foco. Entre ellas, localizar las parcelas en las que se produzcan plantas hospedantes o viveros que las críen o las vendan en un radio de al menos diez kilómetros. Y si el positivo se confirma, se delimitaría una zona demarcada -aunque hay supuestos en los que no sería necesario- en un mínimo de diez kilómetros a la redonda.
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