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JULIÁN MÉNDEZ
Jueves, 5 de junio 2014, 10:07
"A mí me gusta más desnudar que vestir". La frase, una de esas provocaciones que disparan sin cesar los modistos, adquiere un brillo singular en estas horas presididas por la sospecha. Francisco Montesinos Alama, nacido el 12 del 12 de 1950 en Valencia, fue puesto ayer en libertad con cargos y está siendo investigado por la Guardia Civil por los presuntos delitos de abusos sexuales y corrupción de menores. La juez acordó medidas de alejamiento de las dos presuntas víctimas.
La noticia de que el diseñador que creó el vestuario de Bosé en 'Bandido' -«nunca estuvo tan guapo Miguel como entonces»- había sido detenido estalló como una bomba en esa Valencia sacudida por la pirotecnia de los escándalos. Montesinos, uno de esos mitos arroceros y festivos con que se alimenta el Mediterráneo, posee en esta tierra la consideración de un icono de bigote fino, calva rematada con ricitos y vestidos de colorines.
Porque Montesinos, con sus alzas y sus bajas, sus desfiles en el Palace o en el Círculo Mercantil, siempre ha estado ahí . La suya es una de esas presencias intangibles, pero constantes. Aunque sus momentos de gloria llegaron en los 80, de la mano de la movida y de Almodóvar, a quien hizo desfilar medio vestido de arlequín, el estilo Montesinos ha permanecido. Tiene su público. Ayer mismo, en su web se vendía un vestido de fiesta en tul de seda, paillettes extra large y plumas naturales de su colección Fashion Tour de la talla 36 por 5.000 euros.
En este país donde quien resiste vence, Montesinos es un prototipo de superviviente. Y no es una figura. Su madre quedó embarazada de mellizos, pero, tras el parto, solo él quedó con vida.
Creció Francis en el ambiente tumultario y familiar de la Valencia antigua, un territorio de menestrales y tenderos sacudidos por un sol brillante en el que sobrevolaba un aroma de sofrito, erotismo micénico y flores de azahar. Sus padres se ganaban el jornal con un negocio de manualidades y los abuelos atendían un local de venta de persianas en El Carmen, el barrio histórico de Valencia donde Francis abriría luego su taller. El mocoso aparcaba el maletín de cuero del colegio tras el mostrador y cogía las tijeras, componiendo figuras con trocitos de papel de seda, fieltro y cachos de arpillera. Esas aficiones artísticas no sentaban demasiado bien en el Colegio de El Pilar, centro religioso, y que como su propio nombre indica, era uno de los sostenes sobre los que descansaba el entramado burgués de la ciudad del Turia.
Su hermano Alfonso, un adelantado a su época, instalado en París, le abrió a Francis los ojos de otro mundo. Liberal, sin estigmas y donde ponerse una camisa de flores no suponía una visita de la Brigada Político-Social, aquellos recios castellanos a medio afeitar que no entendían la exaltación de la carne que se cocinaba en las tórridas noches valencianas bajo los toldos de cañizo. Luego, cuando Alfonso se marchó a Ibiza para abrir Blat, el primer colegio privado de la isla feliz, el diseñador en ciernes siguió sus pasos. Allí podía lucir sin complejos sus propios conjuntos, piezas abigarradas y coloristas, de inspiración frutal y libertaria. Cala en Montesinos la cultura hippie del vive y deja vivir, encarnada en aquellas abuelas ibicencas, frugales y enlutadas, que jamás giran la cabeza y a quienes nada sorprende, aunque delante de sus ojos desfile Mariano Rajoy vestido de drag queen.
«Acusaciones insidiosas»
De vuelta al hogar, en 1972, echa la persiana al negocio de los abuelos y monta una 'botiga', una tienda donde coloca sus primeros diseños. Establece su taller en la calle Trinitarios. En un viaje a Nueva York encuentra en una librería su obra fundamental, un viejo librito sobre folclore español impreso en papel cebolla con profusión de dibujos por el que paga 100 dólares, una fortuna. Allí descubre los volantes, los mantones, las capas, el bies, el modo de resaltar los colores de la seda contra los austeros fondos negros, como hacían los pintores modernistas.
Se relaciona más tarde con la movida, hace desfilar a Bibí Ardensen y a Miguel Bosé y prepara para Almodóvar el vestuario de 'Matador' con los desnudos de Antonio Banderas, y el ballet 'Gitano' de Antonio Canales. Vestir de Montesinos es lo moderno. «Mi musa siempre ha sido Paola Dominguín», ha dicho en más de una ocasión. Pero viste también a la familia Flores y a los Molina, y Vicky Martín Berrocal se declara incondicional del valenciano. Le llueven los galardones, como la primera Aguja de Oro de la Moda o la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
«Con ver la ropa de una persona no hace falta ni que me hable, solo con verle ya sé quién es», ha dicho en una auténtica declaración de intenciones. Ayer hizo público un comunicado donde recuerda su colaboración y empatía «con todo tipo de causas a favor de la infancia y la juventud» y muestra su «repugnancia personal» ante las «acusaciones insidiosas» que han dado con sus huesos en el cuartelillo. Está acostumbrado a pelear. Tras 18 años de batallas, Montesinos sorteó la quiebra de su socio Lois y recuperó su nombre. Ahora se dedicará a limpiarlo.
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