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J. LEAL
Jueves, 13 de abril 2006, 02:00
EL 12 de abril de 1961 la entonces Unión Soviética tomaba la delantera en la carrera que sostenía con los Estados Unidos por la conquista del espacio con el lanzamiento de la primera nave con un humano a bordo. Era el 12 de abril de 1961 cuando a los mandos de la Vostok (Este en idioma ruso), el cosmonauta Yuri Gagarin cruzaba las fronteras de la atmósfera para llevar su nombre hasta lo más alto e inscribirlo, ya para siempre, en la Historia de la Humanidad.
El primer viaje espacial del hombre fue muy corto, de sólo 108 minutos desde el momento del despegue en el cosmódromo de Baikonur, actualmente en territorio de la república de Kazajistán, hasta el retorno a la Tierra. En este tiempo la Vostok describió una sola vuelta en torno a nuestro planeta.
Desde arriba, maravillado por la visión de la inmensa bola azul, Gagarin dirigió un mensaje a los habitantes del mundo: «Conservar y proteged esta belleza. No la destruyáis». Sin embargo, la prensa comunista, al informar de la gesta, destacó la frase «Aquí no veo a ningún Dios», palabras de las que, al parecer, no existe constancia que fueran pronunciadas en ningún momento.
«Poiejali» ["en marcha"] son las únicas palabras que Gagarin pronunció en el despegue, una operación durante la cual su peso se multiplicó por cinco. Poco antes, en su discurso desde la base, había dicho que aquel viaje representaba todo por lo que había vivido hasta entonces y que estaba orgulloso de encontrarse «con la naturaleza cara a cara».
Riesgos
Fue lanzado al espacio sin muchas esperanzas de que pudiera regresar sano y salvo, ya que tenía más posibilidades de morir durante el descenso que de sobrevivir. Tal vez por ello, durante su viaje el cosmonauta fue promocionado en su rango y ascendió de segundo teniente a mayor.
Catorce minutos después del despegue, cuando el azul del cielo quedaba atrás y la nave se adentraba en la oscuridad del espacio exterior, Gagarin comunicaba a la sala de contro que todo era normal y que la falta de gravedad no parecía producirle efectos secundarios.
Cuando el módulo se encontraba sobre la vertical de África, el piloto automático encendió los 'retro-motores para emprender el peligroso regreso a la Tierra. En dos de las cinco pruebas efectuadas, los motores no habían funcionado correctamente, por lo que cabía esperar cualquier cosa en una reentrada atmosférica a 27.000 kilómetros por hora en la que la cápsula alcanzaría una temperatura de 1.000 grados centígrados.
Mientras atravesaba la atmósfera, Gagarin pudo ver llamas saliendo del 'Vostok', en cuyo interior la temperatura era de apenas 20 grados, mientras su peso se multiplicaba por diez. El paracaídas funcionó con normalidad, y el hombre «que más cerca había estado de las estrellas» aterrizó sano y salvo en Siberia al cabo de una hora y 48 minutos de su salida.
La mayoría de medios rusos publicaron en primera página notas relativas a Gagarin, y el diario 'Komsomolskaya Pravda' reprodujo la edición del día 13 de abril de 1961, con la felicitación del Gobierno comunista y el anuncio oficial del vuelo difundido entonces por la agencia oficial TASS.
El comunicado de la agencia de noticias TASS de hace 45 años informaba de que la órbita de la Vostok tuvo un apogeo, o distancia máxima, de 302 kilómetros y un perigeo, o separación mínima, de 175 kilómetros con respecto a la superficie de la Tierra.
En su nota oficial, el Kremlim señalaba: «Con felicidad y merecido orgullo, el Comité Central del Partido Comunista, el Soviet Supremo de la URSS y el Gobierno soviético destacan que esta nueva era para la Humanidad comenzó en nuestra patria, país donde triunfó el socialismo».
Un misil lanzadera
El cohete que puso en órbita la nave Vostok no era más que la modificación de un misil balístico intercontinental proyectado para transportar una ojiva nuclear capaz de alcanzar el territorio de Estados Unidos.
En lugar de la ojiva, en el cohete se instaló la cápsula en la que a penas cabía Gagarin, pese a su baja estatura, que fue uno de los criterios que jugaron a favor de su elección entre otros candidatos, también pilotos militares.
En el primer vuelo del hombre al espacio, Gagarin fue poco más que pasajero y desempeñó un papel pasivo, porque todos las maniobras se ejecutaron automáticamente desde la Tierra.
En el último momento, poco antes de cerrarse la escotilla de la Vostok, el director del programa, Mark Gallay, le entregó a Gagarin, cuyo nombre en clave era 'cedro' un sobre sellado. Dentro del sobre había un papel con varias cifras, el código que permitiría a Gagarin desbloquear el tablero de mando de la Vostok y asumir el control de la nave en el caso de un fallo en los sistemas automáticos.
El objetivo era impedir que ocurriera un fallo por un error del propio cosmonauta, y según el programa de vuelo, Gagarin sería el último recurso para tratar de solucionar un eventual problema grave durante el vuelo.
Por increíble que parezca, los expertos, médicos y responsables del proyecto no descartaban la posibilidad de que Gagarin pudiera perder el juicio ante la impresión de verse en la órbita terrestre.
En paracaídas
Además, el retorno supuso un serio riesgo porque la Vostok no tenía recursos técnicos para posarse en Tierra, y Gagarin, a 7.000 metros de altura tuvo que abandonar la nave carbonizada con ayuda de la silla de inyección (catapulta) y aterrizar en paracaídas.
A esa altura, Gagarin pudo haber caído sobre el agua, un bosque frondoso o un precipicio, pero afortunadamente se posó en la pradera de una granja estatal (koljoz) eso, si, a casi 400 kilómetros de distancia del lugar donde lo esperaban las brigadas de rescate.
Era el koljoz 'Senda de Lenin', en la región de Saratov, en el curso medio del río Volga, y en un comienzo sus habitantes intentaron tomar preso a Gagarin porque pensaron que era un espía.
El caso es que el año anterior en la misma zona los soviéticos habían derribado el avión espía U-2 estadounidense con el piloto Gary Powers, posteriormente liberado en 1962 a cambio del espía soviético Rudolph Abel.
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