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LUIS EXPÓSITO
Lunes, 17 de abril 2006, 02:00
Francisco Sánchez Ruano es en la actualidad profesor de la Sociedad de Estudios Internacionales de Madrid. Periodista y conferenciante, ha escrito varios libros de índole histórica. Dentro del Aula HOY, hablará de su obra 'Islam y la Guerra Civil española', donde analiza el papel de los 'moros', como entonces se llamaban, en la contienda.
-¿Fue tan importante la participación de los moros en la Guerra Civil como se dice?
-No es que fuera importante, es que el único ejército profesional que tenía el Estado español era el llamado Ejército de África. Estaba en el Marruecos español, y lo componían la Legión y los moros, también llamados tropas indígenas. Estos últimos pertenecían a una unidad oficial que existía dentro del Ejército de África, que era el Cuerpo de Regulares, creado por el entones coronel Dámaso Berenguer, en 1911. Este Cuerpo derivaba a su vez de unos voluntarios que existían desde la época del Imperio Español, en el siglo XVI, que con el tiempo se convirtieron en la unidad de Regulares.
-¿Eran tan sanguinarios como cuentan las crónicas?
-Sí, porque de entrada la guerra es así. Es decir, no conozco ninguna guerra que no sea sanguinaria. Habría que señalar aquí dos aspectos. En primer lugar, no sólo estos regulares participaron en la Guerra Civil. También estuvieron otras unidades, como los Tiradores de Ifni. Además, había unas unidades irregulares, que eran las harkas, que dirigían algunos españoles que llegaron a oficiales y que ocuparon puestos importantes en la dictadura franquista, como el general Varela o Muñoz-Grandes. Estas unidades estaban formadas por moros, dirigidas por un caid o jefe que estaba al servicio de un oficial español. Estas harkas operaban el tiempo que duraba la campaña que se hacía, y una vez terminada se disolvían hasta la próxima. Vivían sobre el terreno, no tenían un sueldo oficial, ya que menos el caid, el resto vivían del botín.
-Usted habla también en su libro de problemas religiosos entre los moros...
-Cuando Franco llega a Tetuán, termina con la poca resistencia de los republicanos. Empezó a surgir un movimiento nacionalista marroquí, dirigido por Abdeljalak Torres, que decía que la Guerra Civil era un asunto entre españoles. Cuando Franco vuela a Sevilla el 6 de agosto, deja como alto comisario al general Orgaz. Este quiso fusilar a Torres por una carta que mandó al califa, en la que protestaba por los moros voluntarios que iban a España a luchar sin pertenecer a las tropas regulares. Aseguraba que eran musulmanes y sólo podían luchar en guerras entre musulmanes. Posteriormente, Franco relevó a Orgaz y nombró a Beigbeder. Este, mucho más inteligente, convenció a Torres para que apoyara su causa. Curiosamente, mientras Franco luchaba contra la democracia, Beigbeder permitió los partidos y la libertad de prensa en el Marruecos español.
Sin rival
-Se ha hablado mucho de la valentía de los moros en el campo de batalla, ¿tuvieron rival en las tropas republicanas?
-Eso conecta con su fama de sanguinarios. De entrada, los moros estaban acostumbrados a guerrear en su propia tierra. Si eran sanguinarios cuando lo hacían al lado de las tropas españolas contra sus propios compatriotas, cómo no lo iban a ser en un país y un continente que no era el suyo, en una sociedad en la que no sabían bien el idioma, en una religión que no era la suya... Además, querían vengarse de unos españoles en los que veían a los cristianos que les habían invadido, aunque lucharan al lado de otros cristianos. Pero ellos no estaban en condiciones de razonar sobre esto. Las tropas regulares y la Legión eran fundamentalmente tropas de choque, eran los que estaban siempre en primera línea, y hay testimonios de soldados que agradecen a Franco que utilizara a los moros, porque les libraba así de estar en primera línea. Estaban en peligro constantemente, y por eso sabían que su vida valía muy poco, y no digamos la del adversario.
-Usted dedica un capítulo entero a los moros que lucharon del lado de la República ¿Qué les motivaba?
-Pude hablar con un veterano que vivía en Tánger. Me contó que no tenían ninguna motivación de tipo económico. Prácticamente los 1.000 moros que participaron en la Guerra Civil del lado republicano lo hicieron para luchar a favor de la democracia y la libertad contra el fascismo. También pensaban que defender la causa democrática podía ayudar a los pueblos árabes, que estaban dominados por las potencias occidentales. Esta es una de las aportaciones más originales de este libro. Según los datos que tengo, la mitad de estos voluntarios eran argelinos, reclutados por el Partido Comunista Francés y la filial que acababa de crear en Argelia. De los otros, 200 podrían ser marroquíes, y hay que señalar que vinieron de todo el mundo árabe: Túnez, Siria, Irak, Arabia Saudí...
-Usted afirma que los moros no estuvieron detrás de la matanza de Badajoz...
-Un hijo de un Guardia Civil me dijo en Badajoz que su padre sólo hacía un servicio por la noche en aquella época, que era ir a asesinar a gente. Cuando los moros y la Legión asaltan Badajoz, el 14 de agosto de 1936, se trata de la primera batalla seria de la Guerra Civil. A la mañana siguiente del asalto de Badajoz, las tropas de choque ya están rumbo a Madrid, de nuevo en el frente. Obviamente, la matanza de la plaza de toros no la pueden hacer los moros, porque no estaban. Tampoco la hicieron los falangistas ni los requetés, porque no eran tropas regulares. La hizo la Guardia Civil, como ya he dicho antes, que era la unidad que estaba para operaciones de retaguardia. ¿Porqué en la plaza de toros? Por una razón, era el lugar más grande. Los prisioneros salían al ruedo y se iban encontrando con unos pelotones de guardias civiles que los fusilaban de 20 en 20. ¿Por qué esta cifra? Porque ésta era la capacidad máxima de la camioneta que tenía el ayuntamiento para trasladar los cuerpos. Esto pasaba también durante las noches, de forma que en toda las casas de la ciudad se oían las descargas. Hay que tener en cuenta que Badajoz y Extremadura tienen una gran importancia estratégica porque las tropas sublevadas rompen las líneas de la República. Es en Mérida donde, en agosto del 36, se unen las tropas rebeldes del norte con las del sur. Es la primera vez que se deja relativamente aislada a la República.
-Se ha polemizado mucho sobre este episodio. ¿Qué opina de versiones como la de Pío Moa?
-Cuando yo estuve en Badajoz, un testigo del que no puedo decir su nombre me dijo que Pío Moa no tenía ni idea y que nunca había estado allí. Yo hablé con el propio Moa una vez y le dije que estaba equivocado, y él sólo me contestó que tenía 30 ediciones de su libro 'Los mitos de la Guerra Civil'. Eso quiere decir que tiene su público, pero no que tenga razón. Yo le repliqué que no tenía ningún miedo y que estaba dispuesto a tener un debate con él. Moa aceptó en un principio, y no he vuelto a saber nada de él. Él nunca ha investigado en Badajoz, ni ha hablado con supervivientes, ni con sus familiares.
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