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FERMÍN APEZTEGUIA
Jueves, 11 de mayo 2006, 02:00
Los psiquiatras no están satisfechos con el servicio que se ofrece a la población. Dicen que, en cumplimiento de la ley vigente, de ya veinte años, los centros psiquiátricos hace tiempo que deberían haber cerrado sus puertas y que los pacientes con enfermedades mentales tendrían que ser atendidos en los hospitales generales, como el resto de la población. Andalucía ya lo ha conseguido.
La andaluza fue la primera autonomía que logró adaptar el modelo tradicional de atención psiquiátrica a las tendencias que desde hace años imperan en la Europa comunitaria, con unidades específicas para la atención de los casos más graves, centros de día y servicios de atención domiciliaria. El País Vasco, Cataluña y Madrid figuran en el reverso de la moneda, como las autonomías donde aún perduran más residencias psiquiátricas.
Esta es, a grandes rasgos, la radiografía de la situación realizada ayer por el psiquiatra Oscar Martínez Azumendi, presidente del comité organizador del congreso de la Sociedad Española de Neuropsiquiatría, que reúne desde ayer en el Palacio Euskalduna de Bilbao a más de 700 profesionales de la especialidad. El encuentro quiere transmitir a la sociedad «una imagen más benigna y positiva» de los pacientes que acuden a los servicios de salud mental y, al mismo tiempo, hacer un balance del vigésimo aniversario de la reforma psiquiátrica de 1986.
Hasta entonces, el paciente mental grave era segregado del resto de la población, como los que sufrían dolencias infecciosas como la tuberculosis, en hospitales psiquiátricos, que entonces se llamaban manicomios. La nueva legislación apostó a partir de ese momento por romper con los estereotipos ligados tradicionalmente al enfermo psiquiátrico -«que salvo casos puntuales, cuando sufren una crisis aguda, son personas más tranquilas que las demás»- para que fuera atendido en su entorno natural, es decir, pos su propia familia.
Ayudas económicas
La idea no consistía-más bien habría que decir no consiste- en cargar la responsabilidad de atención del paciente en los familiares, sino en acompañar el cierre de los centros psiquiátricos con el desarrollo de nuevos servicios que favorezcan la integración del paciente. La relación de prestaciones que deberían haberse desarrollado en todos estos años van, según los expertos, desde la apertura de centros de día y atención domiciliaria hasta la concesión de ayudas económicas para el pariente o parientes del enfermo que se ocuparan de sus cuidados.
La puesta en marcha de esta alternativa obligará a los hospitales generales a dotar de nuevos servicios, donde los pacientes puedan ser atendidos sin posibilidad de fugarse cuando sufran una crisis. «No tenemos que esperar a que vengan a nosotros, sino que tenemos que ser capaces de acudir a su propio domicilio, si fuera necesario», resume el especialista.
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