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MARTA PÉREZ GUILLÉN
Viernes, 18 de julio 2014, 08:05
Terminó Filosofía y Arte Dramático. Estudió seis años más en el Teatro Nacional de Moscú como actor y director antes de llegar a Grecia. Pensó, inocentemente, que con sus estudios y buenas calificaciones encontraría trabajo de manera sencilla y rápida, pero no. Sthatis Livathinos tuvo que comenzar desde cero, como muchos jóvenes hoy en día, cosechando éxito tras éxito con esfuerzo y dedicación. Con una voz que engancha, y que transmite pasión por lo que hace, Livathinos dibuja su teatro y la obra que le ha traído al escenario del Teatro Romano de la capital autonómica. Una obra que se estrena esta noche, y que estará en cartel hasta mañana.
Hábleme de su teatro...
No soy del tipo de directores que hace continuamente lo mismo. La Ilíada pertenece a una serie de representaciones en las que se explora el teatro más narrativo. A esta serie de espectáculos también pertenece el Idiota, de Dostoyevski, que duraba seis horas. También una novela de La Asesina, de Papadiamantis. Realizo un teatro en el que tengo que investigar.
¿En qué ha trabajado los últimos años?
En 2001 fui elegido por el Teatro Nacional de Grecia para dirigir el teatro experimental. En ese trabajo estuve inmerso durante siete años. Desde 2007 hasta ahora he dirigido grandes clásicos, pero nunca en teatros comerciales. Aún así, siempre ha colgado el cartel de lleno.
¿Conocía Mérida?
Hace mucho que sabía de Mérida. Desde que una conocida actriz griega participó en este teatro en la obra Electra.
¿Qué sintió la primera vez que situó en frente del escenario?
Sentí que soy un afortunado por estar aquí. No esperaba dirigir una obra de Homero en un escenario así. Me resulta atractivo a la vez que extraño. Extraño porque parece que el teatro tiene algo de carácter turístico, y mi representación no tiene nada turístico, sino agresivo. Será un encuentro muy interesante
¿Qué quiere transmitir con La Ilíada?
El gran reto es contar la historia. Si cuentas la historia bien, lo has contado todo. Incluso un cuento, como el de Caperucita Roja con el que crecimos, tiene todos los ingredientes, aventura, amor y violencia. Pero si no entras en la historia no puedes entenderla. No podemos olvidar que el espectador que viene a ver teatro espera encontrarse una historia con planteamiento, nudo y desenlace. Parece una cosa simple, pero no lo es en absoluto.
¿Cree que el público sabrá entender la esencia de la obra?
Aunque la historia va acompañada de subtítulos que estarán ubicados en el escenario, el lenguaje escénico es muy claro. Si no lo entienden los españoles, tampoco lo podrían entender los griegos. La lengua del teatro es verdaderamente internacional, no es solo la palabra, es también el cuerpo, lo que hacen los actores.
¿Los actores se han preparado de una forma especial para actuar sobre el escenario emeritense?
Para preparar esta representación hemos tenido que actuar en Grecia en dos teatros. En el Teatro romano de Patras y un teatro clásico griego de Kavala.
Su representación ha coincidido con la semana más calurosa que ha tenido la ciudad...
No tengo ningún problema con el calor. Se termina cuando cae la tarde, es muy llevadero. El público empezará con los abanicos, pero a las once y media los dejarán. Estoy seguro.
¿Cree que ayudará en la puesta en escena?
No lo sé aún, habrá que verlo. De lo que estamos seguros es de que la temperatura subirá en escena con el montaje que tenemos preparado.
¿Cómo vive un director un día de estreno?
Es un día muy difícil. Cargado de emociones enfrentadas. Nervios, alegría y, sobre todo, ilusión.
¿Es de los que se sienta entre el público o prefiere estar detrás del escenario?
Yo soy de los que prefieren pasar desapercibidos, ser invisible entre los espectadores. De esa forma vivo cada segundo de la representación como si fuera el último. Así también siento cómo respira el público. Cuando te sientas entre ellos te das cuenta que hay muchos modos de respirar. No hay un canon estipulado, realmente no se sabe nunca cómo va a reaccionar. Cada representación es diferente, y cada público es diferente. No puedes prever lo que va a suceder. Es un gran enigma, y yo amo los enigmas.
¿Cuál es la situación del teatro en Grecia?
Como la política. Grecia atraviesa un momento complicado, y bajo mi humilde opinión los principales responsables somos los griegos. Somos un pueblo muy romántico, nos gusta vivir bien y, sobre todo, el presente. Somos capaces de lo mejor y lo peor, como dice Homero. Yo pienso que están surgiendo buenos y nuevos talentos. Cada año, solo en Atenas, se estrenan 400 obras, y es admirable ver como los griegos van al teatro. Pese a las dificultades, a que la crisis sigue creciendo, la gente no deja de ir al teatro. Pienso también que el teatro que conocemos está cambiando. Ahora es cuando empieza realmente el teatro del siglo XXI. Hay grandes escritores que empezarán a salir y darán forma a esta nueva corriente y manera de hacer teatro. Pero ocurre que se acaban las subvenciones. El estado no tiene dinero. Y, evidentemente, el teatro va a responder ante eso.
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