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Fernando Pizarro, la estrella emergente del PP

Fernando Pizarro, la estrella emergente del PP

Fernando Pizarro logra el mejor resultado para los populares entre las principales ciudades de la región y consolida una posición de fuerza dentro del partido

CLAUDIO MATEOS

Domingo, 14 de junio 2015, 09:07

Nadie sabe cuál es la verdadera meta política de Fernando Pizarro García-Polo (Plasencia, 1975), pero sea cual sea no cabe duda de que estas elecciones le han servido para reforzar su posición dentro del PP extremeño. Al revalidar la mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Plasencia -aunque con una notable pérdida de votos respecto a 2011- logra para los populares el mejor resultado con diferencia de entre las cuatro principales ciudades de la región. Por si fuera poco, en la encuesta publicada el pasado mes de marzo por HOY obtuvo una valoración como líder político nunca vista en Extremadura, sobre todo entre un electorado del PP que le adora.

Esta popularidad de la que goza Fernando Pizarro no es flor de un día. Lleva trabajándosela casi veinte años, desde que en 1996 decidió afiliarse al PP de José María Aznar, según él mismo «indignado con la situación de España, cuando cada mañana amanecíamos con un nuevo caso de corrupción del gobierno». Por aquel entonces aún cursaba sus estudios de Magisterio por la rama de música y de Historia del Arte en la Universidad de Extremadura, las dos titulaciones que posee, y ya destacaba por su capacidad para meterse a la gente en el bolsillo. Por supuesto, era el delegado de clase.

Esa labor de irse haciendo poco a poco conocido en la ciudad y en la política, con una combinación de trabajo de partido y relaciones públicas, fue incesante desde que en 1999 entró por primera vez en la corporación municipal placentina de la mano de José Luis Díaz, quien le nombró concejal de Personal y Educación. Logró sobrevivir a las dos graves crisis internas que los populares atravesaron entre 2003 y 2007, de las que salió reforzado con un peso cada vez mayor en la agrupación local del PP, que por fin en 2011 le dio la responsabilidad de encabezar la candidatura a la alcaldía. No defraudó: logró el mejor resultado de la historia del partido en la ciudad, con 13 concejales de 21.

Para entonces Fernando Pizarro era ya una persona bastante conocida en Plasencia, pero su despegue definitivo llegó a partir de ese momento. Es difícil encontrar a día de hoy a un placentino que en alguna ocasión no haya cruzado alguna palabra con un alcalde que está, literalmente, en todas partes, y no solo de manera física, sino también a través de las redes sociales. Allí donde haya una obra de teatro del colegio, una entrega de premios de la asociación del barrio o una reunión de antiguos alumnos del instituto las opciones de que aparezca Pizarro son muy elevadas, y además dejará constancia del encuentro en su cuenta de Instagram. En las convivencias de las asociaciones de viudas y amas de casa, las dos más numerosas de la ciudad, le tratan como a una estrella del rock. Sus partidarios le alaban por ello y dicen que es cercano y se preocupa por la gente; sus detractores que tiene un desmesurado afán de protagonismo y es un 'bien queda' que después de hacerse la foto se desentiende de los problemas. No se le conocen broncas en público al margen de las que ha tenido en los plenos con la ahora líder de Ciudadanos en Extremadura, María Victoria Domínguez, la única persona capaz de sacarle de quicio cuando hay cámaras delante.

Redes sociales

Fernando Pizarro ha hecho de las redes sociales una herramienta de trabajo imprescindible. Las maneja como ningún otro político en Extremadura, y eso es algo que le reconocen incluso sus rivales. Por supuesto le sirven como autopromoción, pero también es verdad que no deja sin respuesta ninguna mención en Twitter, donde tiene casi 6.000 seguidores, ni en Facebook, donde todos los días publica su agenda, siempre que no sean insultantes. La gente ya se ha acostumbrado a comunicarse con él por esa vía cuando aparece un bache en su calle o quiere quejarse de algún servicio municipal que no funciona bien. Esta sobreexposición le ha generado también algún que otro problema, como la demanda que le puso el presidente vecinal de Intramuros. Unos jóvenes pidieron al alcalde por Twitter que no fuese tan estricto con la hora de cierre de los bares, y Pizarro les respondió que el responsable era el dirigente vecinal por las continuas denuncias que presentaba ante la Fiscalía. El asunto acabó en el juzgado, aunque sin consecuencias.

La vida pública de Fernando Pizarro es por lo tanto abierta porque él mismo la expone sin mayores miramientos, pero quienes le conocen bien aseguran que lo que la gente ve es en realidad una máscara, que uno de los principales rasgos de su carácter es la timidez y que por eso, en cierto modo, actúa. Nada nuevo en un mundo, el de la política, en el que pocas cosas son lo que parecen.

Fernando Pizarro está casado desde el año 2008 con Mercedes Orantos Sánchez-Rodrigo, también licenciada en Historia del Arte y delegada de patrimonio de la Diócesis de Plasencia. No tienen hijos. El alcalde es una persona bastante religiosa -se sabe entero el calendario del santoral-, le gusta proyectar una imagen elegante -su colección de gafas es famosa- y trata a todo el mundo con gran educación. Tiene amigos fuera de política y también dentro de ella, y entre estos últimos no todos necesariamente del PP. De hecho, uno de los mejores es el que hasta ahora ha sido alcalde socialista de Hervás, Sergio Pérez. Es aficionado al arte, al cine español y a la lectura, aunque la pasión que destaca en él por encima de todas es la música. Durante varios años dirigió el coro de cámara placentino Ars Nova, y su carrera profesional hasta convertirse en alcalde se había desarrollado como profesor de música en los colegios públicos Inés de Suárez y Escuela Hogar Placentina. Ahora mismo tiene su plaza en propiedad en el colegio Miralvalle, la cual siempre ha dicho que ocupará más pronto que tarde porque no quiere vivir de la política hasta la jubilación.

Lo que no sabe es cuándo. Los resultados en las elecciones del 24-M colocan a Pizarro en una posición de privilegio dentro del PP, y no son pocos los que le auguran una carrera política de éxito a poco que sepa manejar bien sus cartas. Su nombre sale en todas las quinielas para una eventual sucesión de José Antonio Monago al frente del PP extremeño. Cuando se le pregunta al respecto su respuesta, con sonrisa de medio lado, siempre es la misma: «Bastante tengo con lo que tengo en la alcaldía como para preocuparme ahora de eso».

La red de contactos e influencias de Fernando Pizarro, que hasta 2011 fuera del PP se limitaba al ámbito local de Plasencia, ahora se ha extendido por toda la región gracias sobre todo a su nombramiento hace cuatro años como presidente de la Federación Extremeña de Municipios y Provincias (Fempex), un cargo de importancia relativa en un organismo de dudosa utilidad y opaco donde los haya -su presupuesto, por ejemplo, es un misterio-, pero que a Pizarro le ha servido para darse a conocer y entablar relaciones entre los alcaldes, que son la base de cualquier estructura política territorial, sin importarle el color político de cada uno. Al fin y al cabo, él no cree en izquierdas ni derechas. En su última proclamación como candidato a la alcaldía se presentó a sí mismo como «el hijo de un soldador» y recitó versos de Antonio Machado, concretamente los que dicen: «Nunca perseguí la gloria / ni dejar en la memoria / de los hombres mi canción».

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