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JUAN ÁNGEL
Domingo, 13 de agosto 2006, 02:54
Por presencia no defraudaron los toros que Miura envió a Almendralejo. Fueron grandes, altos de agujas, largos y de amplias cabezas.
Por juego la cosa dejó bastante que desear. El primero salió echando las manos por delante en el capote. Fue hasta tres veces al caballo y no se empleó con ganas en ninguna. El Fundi lo sacó a medios con la muleta tras haberlo banderilleado con facilidad. Se levantó algo de viento. El toro se puso incómodo, buscando al torero por ambos pitones, no humillaba y para colmo se puso gazapón por lo que el matador se limitó a aprovechar el viaje en faena voluntariosa consiguiendo algún muletazo de mérito sobre la derecha ante un toro que acabó con nulas ganas de embestir y muchas de coger.
El segundo, un plañerón de corto recorrido, humilló algo en el capote. Se dejó pegar en el caballo en una larga vara. Estaba justo de fuerzas y embistió a la muleta a media altura. Duró tres muletazos, luego se paró y fue imposible hacerlo embestir.
El tercero fue el mejor del encierro. Salió escobillado pero con ganas de tomar los engaños. López Chaves lo lanceó con cadencia sacándolo hasta los medios. Se dejó picar sin emplearse y fue quitado por chicuelinas. Aunque en banderillas echó la cara arriba, cambió en la muleta con la que el salmantino comenzó su faena junto a tablas y rodilla en tierra.
En el tercio seguía el engaño con fijeza y prontitud, cualidades que López Chaves supo aprovechar para componer una muy buena faena sobre todo por el pitón derecho en la que hubo tandas de muy correcta ligazón. Lo intentó por el izquierdo pero protestó el toro.
Desistió el matador para volver a la diestra con excelentes series de largo recorrido y con la muleta por los suelos a un Miura de buena condición para el toreo. La media estocada fue suficiente y el premio: dos orejas.
El Fundi lanceó bien al cuarto que tras cabecear en el peto llegó flojeando a la muleta y el de Fuenlabrada tuvo que llevarlo con cuidado para que no claudicara. El larguísimo Miura solamente se tragaba medios pases, luego se quedaba bajo el torero y buscaba. Acabó el matador dándose un arrimón y metido entre los pitones. Puso más casta el Fundi que el toro.
Castaño con gas
En quinto lugar salió un castaño que era el de menos presencia del encierro, pero tenía mucho gas. Humillaba. Higares lo lanceó con oficio junto a tablas. Se fijó el miura en ellas y destrozó una puerta, se metió en el callejón. Cuando salió, arroyó a un banderillero y con todo esto se formó un desorden en el que abundaron los capotazos sin cuento. El toro aprendió y se puso imposible. Ni por el derecho ni por el izquierdo, a lo que se unió la desconfianza y la notable falta de sitio de Oscar Higares. Y la cosa acabó como esas situaciones suelen acabar, en pitos. Se había juntado el hambre con las ganas de comer.
Una cosa de tremenda presencia era el sexto, un cárdeno entrepelao más alto de agujas que el torero. Y encima con la cara a media altura, o sea, por las hombreras de López Chaves, que de uno en uno pudo sacarle algunos muletazos sobresaliendo un par de naturales a base de aguantar coladas de miura.
Sin ser faena completa o ligada, sí fue de menos a más finalizada con otro arrimón. El descastado animal acabó huyendo de todo y buscando tablas, donde murió tras estocada y descabello y el personal agradeció la entrega de López Chaves con palmas.
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