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Lunes, 16 de octubre 2006, 10:41
No era de simple, agua sino de agua bendita aquel motor que surgía como la solución para los problemas que planteaba el petróleo y que conducirían a la gran crisis energética que estalló en los setenta. El generador suponía abandonar la dependencia de los países productores en tanto se basaba en una fuente inagotable del elemento primario. Arturo Estevez lo decía: «El hidrógeno es la solución que tiene el mundo para sobrevivir».
El creador extremeño afirmaba llevar estudiando el hidrógeno durante más de 25 años. «Tengo la cabeza rota de hacer tanta prueba», se lee en la aludida entrevista inédita. Su propósito inicial fue el de construir un motor nuevo, «pero comprendí que sería un perjuicio económico tremendo para todos, así que preferí estudiar la solución para los motores convencionales, tanto de explosión como de combustión interna», precisaría. Como explicó, bastaba cambiar el carburador y el depósito de gasolina por el dispositivo del generador. El coste, según sus cálculos, ascendería a unas 5.000 pesetas de hace 30 años. Aunque aseguró haber subido con su R-8 el puerto de Guadarrama hasta la cima, en directa y con una economía de dos litros y medio en los 100 kilómetros, pese a todas las pruebas y demostraciones, no consiguió hacer prosperar su invento.
Para Estévez era como predicar en el desierto. Nadie se sintió interesado por desarrollar su proyecto en España, donde prefería que que fuese puesto en práctica. No ocultaba que se planteaban muchos problemas -«Bueno, muchos y ninguno, puntualizaba»- , entre otros la construcción de una factoría para la producción de los generadores.
En el prototipo construido por el propio Estévez llevaba invertidos muchos millones, «mas lo que se deja de ganar», aclaraba. Parte de ese dinero lo gastó en «recorrer España, sus montañas, paso a paso, y más de 30.000 kilómetros por toda Europa en busca del material para mi producto, el catalizador». Estévez quería convencerse de que había reservas suficientes para abastecer el mercado.
¿De qué material se trataba? ¿En qué consistía ese producto secreto al que aludía el inventor?. Todo parece indicar que se trata del boro, un mineral raro, que sería necesario extraer y depurar para su utilización. Éste es el elemento que los investigadores que desarrollan el proyecto del 'motor de agua' utilizan como reactivo.
En la Universidad de Minnesota, por un lado, y en el Instituto de Ciencia Weizmann, en Rehovot, Israel, se trabaja para conseguir un vehículo que cargue 45 litros de agua y por medio del reactivo poder liberar 5 kilogramos de hidrógeno del agua a medida que el motor va funcionando.
Según un experto, la mezcla produciría energía equivalente a 20 litros de combustible convencional y permitiría recorrer entre 400 y 500 kilómetros. El físico argentino Juan Carlos Bolcich, presidente de la Asociación Argentina del Hidrógeno y miembro del directorio de la asociaicón internacional que promueve el uso de este gas como energía alternativa, cree que la iniciativa es viable.
El boro, el sodio o el calcio, «son elementos que en contacto con el agua son muy reactivos y permiten separar el oxígeno del hidrógeno que intervienen en la composición molecular del agua», puntualiza Bolcich en la página de la cadena BBC donde se aborda este asunto.
De alguna manera aunque con 30 años de retraso, la Ciencia viene a avalar el proyecto de Arturo Estévez ya que el que ahora se desarrolla parece basarse en los mismos principios. La divulgación por NewScientist de los proyectos de desarrollo ha daddo origen a numerosos e interesantes foros de debate en la red sobre este asunto.
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