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A.S.O.
Sábado, 17 de marzo 2007, 02:59
Escenario y testigo de excepción muchos de los más relevantes acontecimientos de la vida cultural, política y social de la ciudad durante los últimos 80 años el Teatro Alkázar ha acogido no solo a varias generaciones de placentinos sino también a los más destacados artistas de cada época.
Más explotado como cinematógrafo que como teatro a lo largo del XX, la magia del cine convirtió al Alkázar durante décadas en puerta de escape de la cruda realidad diaria y contribuyó a sembrar de ilusión y fantasía la mentes de miles de placentinos que vivieron o vibraron en sus butacas con las historias de amor, dramas o aventuras que traía la gran pantalla.
Pero en la vida del Alkázar hay muchos otros hitos además de los anhelados estrenos de la dorada era del cine: las inolvidables veladas teatrales y zarzuelas de primeras compañías nacionales o de grupos de aficionados locales; los animados bailes de carnaval o los más selectos de los militares; las revistas de variedades que todas las Ferias alegraban el espíritu y la vista del patio; los mítines de políticos de diverso signo; las innumerables funciones colegiales o a beneficio de cualquier causa justa; los conciertos de música clásica o copla, de grupos pop y rock o del folklore más tradicional; sin olvidar los achuchones que al amparo de la oscuridad de dieron incontables parejas de novios en las filas de atrás.
Pegado a la realidad
Así, pegado a la realidad y a la vida de los placentinos han discurrido los 80 años de este coliseo local que ha sobrevivido a reformas, a las crisis del cine, a la eterna del teatro y, al proyecto de la antigua propiedad de transformarlo en edificio de viviendas con minicines en los bajos comerciales.
El Alkázar está estética, física y técnicamente hoy mejor que hace décadas y mantiene su actitud, abierta a la ciudad y más que nunca al teatro, merced al patrocinio institucional puesto que es de propiedad municipal.
Adquirido por el Ayuntamiento en 1996, por 130 millones de pesetas más el solar de los minicines de Cañada Real, fue después sometido a una profunda remodelación que costo 400 millones de las antiguas pesetas -125 puso la Junta-, cantidad a la que hay que sumar los 10 millones de pesetas que costó la adecuación del escenario.
Por eso al Alkázar la edad le sienta tan bien y tiene hoy el aspecto que presenta: el de un remozado teatro que pasó del abandono y las 900 butacas de antaño a las 756 actuales, ganando en funcionalidad y comodidad. La reapertura de 1999 recuperó un nuevo teatro pero sin dejar de ser el de siempre, no en vano se respetó el estilo de la decoración.
El mismo que inspiró su levantamiento, mediada la década de los años 20 del siglo XX, cuando el contratista José Rodas Calderón, con proyecto del maestro de obras municipal, Francisco Mirón Calzada, decide construir el edificio sobre parte del jardín de la casa de Ramona Vera.
El Alkázar sería el tercer teatro de la ciudad, tras la apertura del Romero, cercano a San Pedro, en 1893; y del Sequeira, en 1923, en la antigua iglesia del convento de San Francisco, tal y como informa Manuel Muñoz.
Curiosamente en el Archivo Municipal no figura proyecto técnico del edificio sino solo el boceto de una fachada de un edificio de inspiración andaluza. El primer proyecto que se guarda es el de la reforma de la cubierta del escenario, del año 1939.
Inauguración
La inauguración del nuevo teatro, de igual nombre que otro abierto en Madrid en la época, tuvo lugar en octubre de 1927. Para abrir no hubo función teatral alguna sino la proyección de la película muda 'Hotel Imperial', con dos de las estrellas de entonces, el sex symbol Rodolfo Valentino y la atractiva Pola Negri. El lleno fue total, dada la expectación creada con la apertura del teatro y la novedad del filme. La primera compañía artística que pisó sus tablas fue la de Concha Piquer -que cobró 'la friolera' de 1.000 pesetas, un pequeño capital para la época- según ha escrito Teodoro Vallinoto, que investigo la historia y vida del teatro.
El Alkázar nació con la configuración del actual: hall de entrada, patio de butacas, palcos de platea en los laterales, el principal o entresuelo y el gallinero. No le faltaba el ambigú, recuperado tras ser convertido, en los 80, en incómoda sala minicine.
De lo pegado que el teatro ha estado siempre a la vida de la ciudad y a sus vecinos da idea que ya en 1929 se organizara una función benéfica, en esta ocasión para recaudar fondos para poder terminar la carretera del Puerto, tal y como informa Manuel Muñoz, que guarda como tesoros carteles y anuncios de las sesiones de la reapertura del 57 así como de diversas actividades, en cuya publicidad, era el signo obligado de los tiempos, no faltaban los vivas a Franco.
En 1931, el teatro acoge la presentación dela Masa Coral Placentina, fundada y dirigida por Manuel García-Matos, precursora de los Coros Extremeños de Plasencia. Fue este escenario el de algunos de sus mayores triunfos.
Con la Guerra Civil, el Alkázar que queda con el monopolio teatral y cinematográfico al cerrar en 1936 el Teatro Sequeira y al destinarse el Romero a centro de alojamiento de un tabor de Regulares, que destrozó las butacas y demás mobiliario, procedentes del antiguo Teatro Maravillas, de Madrid, como recuerda Manuel Muñoz.
Reabierto tras la Guerra, al Romero le dio la puntilla, el fuerte huracán que tuvo lugar el 16 de febrero de 194 y que se llevó el techo del teatro y con el cual se quemó Santa Teresa. El Romero había abierto en 1893, añade Muñoz, con la zarzuela 'La Tempestad'.
Tras la subasta y cambio de titularidad del 52, José Rodas, acomete de inmediato obras menores de adecentamiento: pintura, mejora la iluminación y arregla las butacas. También anuncia para 1953 «una reforma de mayor envergadura que amplíe las localidades con la construcción de otro piso que será 'el paraíso', decía Rodas en una entrevista de la época adelantando la visera de ese piso sobre la butacas en tres o cuatro metros» así como la «refrigeración para no interrumpir su funcionamiento en el verano», tal como relataba 'El Regional' en su número del 12 de agosto del 52.
En 1953 los socios propietarios del teatro se amplían con la entrada en el condominio de Valentín García, que fue jefe de Telégrafos, propietario del ya Cine Romero, adquirido por la sociedad del Alkázar. Ésta proyecta levantar un nuevo cine en el solar del Romero, cuyos planos se encargaron el arquitecto Rodolfo García de Pablos. Sin embargo, no llegó a realizarse. Por el contrario, es en esto años, 1954, cuando reabre el Teatro Sequeira, ya como cine, tras ser reformado. Este año también se crea la sociedad Ambracia para construir el Cine Coliseum, en la Puerta del Sol, y dar a la ciudad una nueva oferta de ocio.
Importante reforma
En 1956 el Alkázar es sometido a la primera reforma de importancia, consistente, según la memoria descriptiva presentada al Ayuntamiento, en «exclusivamente elevar los muros laterales un metro, con fábrica de ladrillo» para apoyar sobre ellos la estructura metálica que soportará el tejado de uralita que ha permaneció do hasta la reforma de los 90.
«Toda la decoración actual del techo, precisaba el arquitecto, seguirá en la misma forma como así sus instalaciones, no variando en absoluto el resto del edificio». El presupuesto de esta sobras se cifraba en 200.000 pesetas.
El teatro reabre el tres de febrero de 1957 con la película 'Trapecio' protagonizada por Gina Lollobrigida, Burt Lancaster y Tony Curtis. En su crónica del 12 de febrero, 'El Regional' informaba de que «las reformas llevadas a cabo han sido de gran consideración y se ha logrado en ellas aunar el buen gusto: su interior brinda al público una estancia cómoda, confortable y una proyección garantizada».
De «estupenda» calificaba el cronista la audición y visibilidad, destacaba «el magnífico» patio con sus nuevas butacas y la nueva iluminación fluorescente. También, la mejora de la calefacción y de los servicios y del bar. «Resumiendo, concluía, que puede considerarse como uno de los mejores de España». En 1960 abre el Coliseum, financiado con acciones suscritas por gran número de vecinos con idea de combatir el monopolio local. Este cine vivirá hasta 1987 en que cierra, fruto de legales maniobras de 'tiburoneo financiero'. 17 años antes había cesado el Cine Sequeira. De nuevo el Alkázar queda como única oferta de cine y teatro. En 1988, se transforma el bar en una angosta sala minicine, que mantiene hasta el cierre de 1995, vista lo anticuado de las instalaciones y el escaso público que iba a la sesiones, lo que hacia imposible sostener el negocio.
A la campaña de colectivos locales en contra del proyecto de viviendas y minicines en el solar, sucedió la compra por el Ayuntamiento que lo rescato del deteriorado estado en que estaba y lo remozó hasta hacer de él el teatro de hoy. El teatro reabrió en 1999 con la Orquesta Nacional, dirigida por Odón Alonso.
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