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Sociedad

NIña con sida y sin sonrisa

Drogas y prostitución marcan el perfil del VIH en Vietnam, donde una ONG española posibilita ejemplos admirables de solidaridad

MANU MEDIAVILLA, ENVIADO ESPECIAL

Lunes, 30 de abril 2007, 02:52

Thy tiene 11 años, un VIH-sida «heredado» de sus padres ya fallecidos y una tristeza infinita que encoge el alma. Pero también tiene una «superabuela», Pham Thi Uyen, que cuida de ella con mimo, ternura y una sonrisa casi perenne para que su nieta huérfana «se sienta bien» pese al implacable cerco de la enfermedad. Ambas componen un retrato simbólico del sida en Vietnam, tan plagado de historias dramáticas como de ejemplos admirables de solidaridad, ámbito en el que no faltan apoyos no gubernamentales españoles. Gracias a la ONG ActionAid Vietnam, respaldada por su «hermana» española Ayuda en Acción, Thy continúa su educación escolar con el sueño de «ser maestra». Su abuela cuenta que «le gusta escribir», como demuestra su cuidadosa caligrafía, y que ya hace sus primeros pinitos docentes «ayudando en la tarea a sus primos pequeños».

Toda una muestra de calidad humana infantil cuando la vida viene a trompicones. Tenía apenas tres años cuando el sida se llevó a su madre bordadora y a su padre camionero, que fue el primero en la cadena de infecciones. La chiquilla no pudo librarse del VIH, pero aunque permanece rodeada de pastillas antirretrovirales y necesita una transfusión sanguínea mensual, «vive como cualquier otro niño y no tiene problemas en el colegio», donde la abuela se encargó de poner a su profesor al tanto de todo.

Dedicada en cuerpo y alma a su nieta, Uyen tiene organizados en cajas los medicamentos, libros y fotos familiares; «se siente casi farmacéutica» de tanto distribuir dosis y administrar remedios para las complicaciones de la pequeña, que pesa sólo 16 kilos; y está «siempre preparada para salir pitando al hospital». La economía hogareña va tirando con lo que ganan su marido albañil y ella, que sale «a vender algunas cosas cuando la niña está bien», pero han tenido que hipotecar su casa para conseguir un préstamo bancario con el que torear las malas rachas. Y aún le quedan fuerzas y ganas para participar en grupos de autoayuda.

Drogas y sexo

Todas las manos son pocas frente al VIH-sida, que en este Vietnam paradójico de comunismo político y vertiginosa apertura económica capitalista llega a caballo de la drogadicción intravenosa (34% de prevalencia nacional, el doble en grandes urbes como Hanoi y Hai Phong) y de la prostitución (16%), que se interrelacionan hasta producir un efecto acumulativo y estirar esas tasas.

260.000 seropositivos

Fuera de las jeringuillas compartidas y el sexo no protegido, las demás causas (infecciones por transfusión sanguínea, contagio materno y otras) no suman más del 10%. ONUSIDA cifra en 260.000 los vietnamitas seropositivos (la mitad, 116.565 según datos oficiales), en 40.000 las nuevas infecciones anuales, en el 0,5% la prevalencia 15-49 años y en 14.000 los fallecidos (11.802 oficiales). Sólo el 12% de personas con VIH recibe tratamiento antirretroviral.

La extensión de esta terapia es uno de los grandes retos nacionales en la batalla contra la enfermedad. Aunque, como apunta Bui Thai Son, médico del Comité de Prevención del VIH-Sida en Ciudad Ho Chi Minh, la situación ha ido mejorando desde que Estados Unidos incluyó en 2005 a Vietnam entre los 15 países destinatarios de su Plan de Emergencia Presidencial contra el Sida. A eso se suman la "ayuda desde hace tiempo" del Fondo Global de las Naciones Unidas contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis; las subvenciones gubernamentales; la rebaja de precios de algunos laboratorios; y la donación de fármacos de varias ONGs internacionales.

Prevención y autoayuda

Pero el esfuerzo no gubernamental brilla especialmente en los ámbitos de la prevención y la autoayuda. Nguyen Thi Kim Hong explica el trabajo de ActionAid Vietnam en Go Vap, un distrito marginal de Ciudad Ho Chi Minh donde la inmigración (el 40% de sus 200.000 habitantes ha llegado de otras provincias), el desarraigo y la pobreza dejan su huella de drogas, prostitución y VIH.

Desde 2005 funciona allí un Centro de Salud Preventiva, enmarcado en el sistema sanitario, que realiza tests para detectar la infección y asesora sobre la enfermedad. Y en paralelo avanza un entramado solidario de seropositivos «con mejor salud ayudando a los más graves», de ex prostitutas «repartiendo condones a antiguas compañeras», o de pequeñas-grandes ayudas para estudios, medicamentos y hasta entierros.

El «voluntariado preventivo» de ex toxicómanos como Phu o Hieu es decisivo.

El primero tiene 35 años y dos hijos que, como su esposa, escaparon al virus; él se contagió por compartir jeringuillas, y ahora las reparte gratis a drogadictos todavía enganchados, da consejos a los rehabilitados y va por las casas alertando contra esa práctica de riesgo.

El segundo, soltero de 32 años que vive con su familia de seis hermanos, se está formando para hacer una tarea similar. Ambos saben que la desinformación favorece la marginación de seropositivos, incluso en su entorno cercano, y Phu lo vivió en primera persona hasta que los voluntarios convencieron a su familia de que no había peligro.

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