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CÉSAR DOMÍNGUEZ GARCÍA
Jueves, 24 de mayo 2007, 03:40
El jueves pasado acudí como tantos otros a sacar entradas para ir al teatro Alcázar, que por cierto raramente se llena, salvo si ese gratis. El señor que despacha las entradas me presenta el 'planning' del teatro para elegir las entradas, cosa que hace normalmente. Mi sorpresa fue que prácticamente no quedaban entradas sin marcar pero pregunté qué significaban todas las entradas marcadas de amarillo pero sin tachar. Me explicó que eran entradas reservadas para personas del Ayuntamiento. Las conté un poco a ojo y eran muchas más de cien, unas nueve medias filas.
A mi modo de ver éso tiene un nombre, abuso de poder; otros lo llamarían corrupción. El teatro es del pueblo y para el pueblo, no para que unos pocos se aprovechen y ensucien la imagen del Gobierno Municipal.
Como soy asiduo del teatro ya había observado que en todas las funciones se quedaban sin ocupar filas enteras de las mejores butacas. Ahora que lo tengo claro me parece un insulto al pueblo de Plasencia. Todo eso sin hablar del precio, pues no estoy seguro de que se pague siquiera el mísero precio de las entradas. Eso sí, para demostrarnos su cultura, esas butacas reservadas permanentemente se quedan casi vacías cuando actúa nuestra magnífica Orquesta de Extremadura.
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