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Tito Redondo, natural de la población cacereña de Aldea del Obispo (300 habitantes), trabaja en el carbón, igual que lo hizo su padre y su abuelo, pero su hijo ya ha elegido otros derroteros. Esta familia es una las pocas dedicadas a este negocio que queda en el municipio, a pesar de que en la década de los sesenta del siglo XX había más de medio centenar. Esa vinculación con el carbón durante décadas ha provocado que la Asociación para el Desarrollo de la Comarca Miajadas Trujillo (Adicomt) haya organizado ayer y hoy unas jornadas sobre la ‘Etnografía en la dehesa: los carboneros’ en esta población. La alcaldesa de la población, Antonia Vaquero, recuerda que se la conocía como la aldea de los carboneros.
El gerente de este grupo de acción local, Manuel García, destaca que la actividad une a muchos vecinos. «Es un elemento patrimonial, cultural, apegado a la naturaleza y vinculado a sectores de innovación y que pueden generar empleo», asegura. Con estos condicionantes se pueden estudiar nuevas vías que favorezcan el desarrollo del municipio, añade.
Ejemplo de ello es la población de Zahínos, en Badajoz, donde con 2.800 habitantes el carbón vegetal ha generado más de 200 puestos de trabajo. Así lo destacó en este evento José Rangel, especializado en aspectos técnicos y legislativos de la producción del carbón vegetal.
Este experto lo dejó claro. Aldea del Obispo tiene campo, materia prima y tradición. Por tanto, lo que falta es que los empresarios den el paso y que no pierdan una tarea que hoy por hoy es rentable.
El otro aspecto, claro está, es el contaminante. Las mujeres asistentes hicieron referencia al humo que en ocasiones impregna las viviendas del municipio, de las pocas carboneras que aún existen. Rangel afirmó que, como cualquier instalación industrial, se deben cumplir con las leyes medioambientales y urbanísticas. Uno de los principales preceptos que hay que cumplir es la distancia a la que deben estar las carboneras de la población, un parámetro que está en función de la potencia térmica de la instalación y de los vientos dominantes de la zona.
Santiago Cuéllar, técnico del Instituto del Corcho, de la Madera y del Carbón Vegetal, también dio esperanzas en estas jornadas para poner en marcha nuevas vías de desarrollo. Apuntó que existen en la región más de 100 empresas dedicadas a la fabricación del carbón vegetal industrial, que obtienen 40.000 toneladas. Todo ello genera unos 1.500 empleos directos e indirectos.
También explicó los problemas que tienen este tipo de industrias. Insistió en los inconvenientes medioambientales. «La normativa aquilata mucho los tipos de contaminantes que podemos emitir y sus cantidades», añadió.
El humo y la contaminación fue un tema recurrente en estas charlas. Más allá de la necesidad de cumplir con la normativa vigente, desde Adicomt se considera que si esta es la vía de futuro, se pueden estudiar alternativas. Una de ellas es alejar estas carboneras lo suficiente de la población para que no sean ni molestas, ni nocivas.
Tito Redondo cree que las carboneras artesanales, «las de toda la vida» no son malas para la salud. Prueba de ello, según este carbonero, es que así ha vivido su familia sin problema. Para este vecino, uno de los inconvenientes es que este oficio necesita una dedicación de 24 horas, sobre todo en temporada. «Es un trabajo duro que no todo el mundo lo quiere», sostiene. Además, apunta que el trabajador que quiera iniciarse en este sector necesita un aprendizaje para que sea rentable.
Redondo tomó la palabra en estas jornadas tras atender primero a su trabajo y preparar las carboneras para una visita que realizó el alumnado del ciclo formativo de Guía, Información y Asistencias Técnicas del IES Turgalium de Trujillo.
Previa a esa visita, estos jóvenes plantearon la carboneras como un recursos turístico. Para ello, analizaron la situación. Se indicó que uno de los escollos es la falta de información y documentación. A pesar de ello, detallaron una serie de alternativas, como hacer accesible a visitantes este tipo de infraestructuras y celebrar ‘El día de las carboneras’ con distintas propuestas. También plantearon el diseño de rutas turísticas y la creación de un centro de interpretación, junto a la mejora de la promoción, entre otras propuestas.
Ante estas perspectivas, la alcaldesa de esta pequeña localidad ve con posibilidades de futuro que el carbón vuelva a ser eje de desarrollo de este municipio. Para ello, según el gerente de Adicomt, «es bueno parar y mirar lo que se hace en otros sitios», añadió.
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