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MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ
Jueves, 12 de julio 2018, 08:09
El Meandro Melero, situado en Riomalo de Abajo, alquería de la localidad cacereña de Caminomorisco, es conocido mundialmente. Su belleza, en pleno parque natural, atrajo en 2016 a los organizadores de un evento internacional de música que se celebraba en Croacia anualmente, aunque antes de venir a España también eligió Bélgica y Holanda para celebrar dos de sus ediciones.
El desarrollo del festival en España fue tan positivo que, hace ya dos años, los organizadores hablaban de la posibilidad de volver a tierras cacereñas. Algo que deseaban las empresas de la comarcas y de la vecina Salamanca, pues fue elevado el impacto económico que este festival de música dejó no sólo en ellas sino también en ambas provincias.
Un deseo que se ha cumplido y desde hace ya un año, Fernando Artiaga, sevillano, y Rubén Peters, belga, comenzaron a realizar todos los trámites necesarios para poder volver al entorno del Meandro Melero para celebrar la edición de 2018. Un lugar donde, desde hace ya cuatro semanas, hay un número elevado de personas trabajando y que en la última semana ha ascendido a un centenar con el fin de transformar el lugar y convertirlo en el escenario del Lost Theory Festival (Festival de la Teoría Perdida), que tendrá lugar desde hoy hasta el 19 de julio, aunque el día 10 habrá una jornada de puertas abiertas para las personas de la comarca, para que puedan ver el trabajo realizado.
De esta forma, el Lost Theory Festival vuelve pero para quedarse, ya que el objetivo de la empresa (Futura y Media, con sede en Sevilla y en Bélgica) es crear un «proyecto de permanencia a largo plazo y convertir el lugar en una zona de eventos en el entorno natural», explica Artiaga. De esta forma, además del festival anual, la idea es organizar otro tipo de actividades a lo largo de todo el año.
Por el momento están centrados en la celebración del festival. Un evento que, como explican Artiaga y Peters, atrae a una media de 4.500 personas diariamente de 53 nacionalidades diferentes, entre ellas, por nombrar sólo alguna «Emiratos Árabes, Tanzania, Malasia, Sudamérica (Chile, Ecuador, Brasil, Argentina, Colombia...), Canadá, Francia, Alemania, Isla de Bormeo, Sri lanka...». Por el momento, explican, ya hay unas 2.000 entradas vendidas, y este año habrá la posibilidad de adquirirlas en el lugar y también de hacerlo por días sueltos o para el fin de semana.
Aunque seguirá la dinámica de hace dos años, con conciertos de música durante 24 horas seguidas (pero con horas de siesta incluida) en tres escenarios diferentes, también llega con novedades.
Respecto a los escenarios, son completamente nuevos y creados con materiales orgánicos, con el fin de que se mimetice con el entorno. Cada uno de ellos ha sido diseñado por personas de nacionalidades diferentes. Hay uno creado por sudafricanos en colaboración con ucranianos; otro realizado por belgas, alemanes y brasileños; y se cuenta con una estructura para yoga realizada por españoles e italianos.
La música que se podrá escuchar en cada escenario es diferente. Así, en el principal habrá música electrónica para bailar; un segundo escenario contará con música experimental y tecno; y habrá otro escenario más con música chill out y étnica.
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