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JUAN SORIANO
Sábado, 6 de marzo 2010, 01:22
EL hecho de que un histórico como Antonio Vélez deje el partido del que formó parte durante más de 30 años y al que representó desde la Alcaldía de Mérida es ya una noticia de por sí. Pero aún lo es más si se tiene en cuenta que apenas falta un año para las elecciones municipales y, a juzgar por las reacciones que ha despertado su marcha, su decisión cuenta en los próximos acontecimientos. Al menos, ha movido del asiento a más de uno.
Vélez tendrá sus motivos, que ya ha explicado en varias ocasiones, y que sin duda son respetables. Pero un partido no puede plegarse a las peticiones de uno de sus afiliados, por muy significativo que sea. Por esa razón, aunque más de uno esté de acuerdo con el ex-alcalde, es comprensible que el PSOE haya tomado en ciertos temas una línea distinta a la que defiende el que fuera primer edil socialista entre 1981 y 1995.
Ahora bien, la reacción de las voces oficiales del partido, primero Sánchez Amor como secretario general de la agrupación local y después Ascensión Murillo como portavoz regional, indica otras cosas. Si, simplemente, el PSOE va en la actualidad por una línea distinta a la que desearía Vélez, bastaba con una salida más elegante, agradeciendo sus servicios durante años de militancia y pasando a otra cosa. Acusándole de deslealtad y considerando su decisión una cuestión personal demuestra que dan a su renuncia mucha importancia. De la valoración que hace el PP mejor ni hablar, cada cual arrima el ascua a su sardina y cualquier excusa se aprovecha para atizar a los otros y ensalzar a los suyos.
Especialmente, llama la atención que acusen a Vélez de no soportar que Calle sea alcalde, algo que ni siquiera ha nombrado el ex mandatario socialista en sus declaraciones para argumentar su abandono del partido. Aunque, también hay que decirlo, probablemente algo ha tenido que ver.
Como recordarán, en 1995 la falta de acuerdo entre Vélez y la agrupación Izquierda Unida, que entonces lideraba Calle, dejó por primera vez en manos del PP el bastón de mando municipal. Aquella primera legislatura Acedo gobernó en minoría, pero sentó las bases para dos mayorías absolutas en los siguientes comicios locales. De ahí que algún militante 'antiguo' viera con malos ojos que el actual alcalde, que dejó IU en 1997, fichara por el PSOE en 2001. Pero, tras quedarse a un paso en 2003, en 2007 consiguió de nuevo la mayoría absoluta para los socialistas. ¿Quién lo hubiera dicho 12 años antes?
A un paso de las urnas
A mi juicio, tan respetable fue la decisión de Calle como es ahora la de Vélez. En la vida interna de un partido, también es entendible que no siente bien que un militante histórico haga pública su renuncia, ya que en nada favorece a la agrupación. Pero la reacción 'oficial' tampoco ayuda a quitar importancia a un asunto que, de otra forma, podría pasar sin mayor eco. De aquí a unos meses probablemente ya no se hable de este tema, pero a poco más de un año de las próximas elecciones cualquier paso debe medirse con lupa.
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