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El ingeniero aeronáutico posa rodeado de vecinas de Almoharín, junto a la placa con su nombre. :: CHENCHO
Almoharín presume de astronauta
REGIONAL

Almoharín presume de astronauta

El pueblo, famoso por sus bombones de higo, dedica una calle a Pedro Duque porque su bisabuelo, Casildo el militar, nació en él

ANTONIO J. ARMERO ajarmero@hoy.es

Viernes, 26 de marzo 2010, 11:02

Hasta ayer, Pedro Duque no había pisado Almoharín (1.997 vecinos, a 48 kilómetros de Cáceres) en su vida. Pero el español que más cerca ha estado de la luna es un hombre de palabra. Y sincero: «Imagino que habré estado aquí de pequeño, pero no me acuerdo», dijo ayer.

Hace tres años, el municipio aprobó bautizar una de sus nuevas calles, en una urbanización aún con más asfalto que fachadas, con el nombre de 'Astronauta Pedro Duque'. La agenda impidió entonces al agasajado visitar el sitio, y en su lugar fueron sus padres -los dos nacidos en Badajoz, como el padre de Miguel López-Alegría, el otro español, aunque con nacionalidad estadounidense, que ha estado en el espacio-. Además, Duque prometió que, a la primera oportunidad que tuviera de pasar por Extremadura, iría a Almoharín. Y ayer cumplió su palabra.

Llegó a las doce y cuarto y se fue a las dos menos cuarto. Entre medias quedó un acto sincero y simpático. Si hubiera que ponerle una banda sonora, sería '¿Y tú de quién eres?', de Los Mojinos Escocíos. Porque de corrillo en corrillo, a lo largo de la orgullosa comitiva que le seguía los pasos al protagonista, todo giraba en torno al parentesco, al árbol genealógico de los Duque que ha habido y hay en Almoharín. Pedro Duque Duque, el astronauta, no nació en el pueblo cacereño. Tampoco su padre. Ni su madre. Ni ninguno de sus cuatro abuelos. Pero sí su bisabuelo, Pedro Casildo Duque Estévez, que vino al mundo el 11 de abril de 1880 a las siete de la tarde, fruto del amor entre Francisco Duque Pérez, de profesión herrero, y Manuela Estévez Pérez, «dedicada a los asuntos propios de su sexo», según quedó escrito para los restos en el registro civil.

Emigración a Madrid

Como era menester en la época, al almoharinense Pedro Casildo Duque le llegó la hora de cumplir con la patria. Se fue a hacer la mili y, a partir de ahí, inició su carrera como militar, que le llevó a ser comandante. Se estableció en Madrid, en la calle Bravo Murillo, y desde él y su peripecia vital, el linaje Duque está más ligado a la capital del reino que al pueblo extremeño del que salen bombones de higo para media Europa.

Y así fue que Pedro Duque Duque nació en Madrid, en 1963, hijo de Pedro y Andrea. El chico salió listo. Y estudioso. Se licenció como Ingeniero Aeronáutico por la Universidad Politécnica de Madrid y fue el número dos de su promoción, a pesar de tener una nota media de 10 (fue a coincidir en promoción con un portento de otro planeta). Pasado el tiempo, se hizo astronauta, y hoy tiene una calle en el pueblo de su bisabuelo, una conexión extremeña que descubrió Antonio Cano Cano, alcalde socialista del pueblo.

Cuando empezó a escucharse el nombre de Pedro Duque, asociado nada más y nada menos que a una misión espacial, Antonio Cano se puso en alerta. «Les pregunté a unos vecinos apellidados Duque que si tenían algo que ver con él», recuerda. Y la respuesta fue que sí. El alcalde empezó entonces a rebuscar en el registro civil, en los archivos municipales. Más tarde, él, que es miembro del consejo de administración de Caja de Extremadura, coincidió, en una reunión con representantes de otras entidades, con una mujer que acudía en nombre de Caja Madrid y se apellidaba Duque. ¿No tendrá usted algo que ver con el astronauta, verdad? Y otra vez la respuesta fue 'sí'. Con ese hallazgo, el círculo quedó cerrado. Bueno, en realidad lo cerró ayer del todo Pedro Duque con su visita.

«No todos los días viene un astronauta al pueblo», decía ayer una paisana. Lo hacía para justificar la expectación creada en el colegio 'Nuestra Señora de Sopetrán', por donde pasó la comitiva. Allí, Adolfo (siete años) le dijo a Pedro Duque que su abuelo fue astronauta. «Es verdad -reaccionó el crío tras el estruendo de risas-. Me lo han dicho mi padre y mi madre». Aarón (cinco años) le preguntó si alguna vez ha tocado una estrella. Desde otro pupitre se interesaron por el color de los planetas. Y Cristina (siete años, mirada pícara y rosetones en las mejillas) fue al grano, que si el astronauta les visitaba era por lo que era. «Don Pedro -le dijo la niña-, ¿sabe usted que somos parientes?».

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