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La felicidad, en Hervás. Abigaíl, en su pueblo de adopción, donde disfruta del paisaje y prepara platos sefarditas para sus clientes. :: ANDY SOLÉ
«Yo como jamón, soy judía conversa desde hace mucho tiempo»
REGIONAL

«Yo como jamón, soy judía conversa desde hace mucho tiempo»

Abigaíl Cohen Komer HosteleraNació en un kibutz israelí. Desciende de judíos argentinos y polacos. Descubrió Hervás en 2004 y ha abierto allí una casa rural y un restaurante sefardí

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Domingo, 18 de abril 2010, 10:26

Esta entrevista debería poder verse y escucharse. Abigaíl tiene una voz tan persuasiva, un acento tan llamativo, subraya cada frase con gestos tan intensos. Tras sus opiniones hierve la experiencia de una mujer que ha vivido mucho en muchos países, pero que al asomarse al medio siglo, ha encontrado la paz en Hervás.

-Abigaíl, cuéntenos su infancia.

-Nací en un kibutz, en Israel. Un kibutz es como una aldea, una forma comunista de vida. Todos trabajamos en diferentes oficios, pero no tenemos sueldos. Hay un bote y todo el mundo vive de este bote y comparte lo que tiene. Crecí ahí, mi infancia fue tranquila hasta que a los 16 años sufrí un trauma muy grande cuando murió mi padre en un accidente de coche. Mi vida cambia a partir de esto. Hice el servicio militar a los 18 años porque en Israel las chicas sirven al ejército dos años y los chicos, tres. Las chicas hacemos trabajos administrativos y sociales. Yo trabajé con chavales de familias destruidas, con problemas sociales, fue bastante interesante. Al acabar, me casé con un alemán y me fui a Alemania. Lo conocí en el kibutz, donde trabajaba gratis como voluntario.

-¿Sus antepasados?

-Mis padres eran de origen argentino, llegaron cada uno por su lado a Israel y se conocieron allí. Mis abuelos paternos son de origen sefardí (judíos expulsados de España), se habían establecido en Siria, de donde huyen en época de movimientos antijudíos. Se van a Argentina y nace mi padre. Mi madre es de origen askenazí, los judíos blancos. Mis abuelos maternos son polacos y se van a Argentina antes de la II Guerra Mundial. Huyen de Polonia cuando escuchan rumores de guerra.

-¿De qué parte de España eran sus antepasados sefarditas?

-Mi apellido Cohen es común y es difícil de rastrear. De niña conocí alguna nana en ladino, en la lengua que hablaban los judíos en España.

-¿Una judía en Alemania?

-En el año 1981 me fui a Alemania, pero allí no me gustó la experiencia.

-¿Por qué?

-Porque está llena de alemanes. Nunca he sufrido problema por ser judía en ningún sitio, tampoco en Alemania, pero los alemanes no me acabaron de convencer. El caso es que a mi primer marido le llega una oferta para trabajar en la costa española. Cogimos a nuestros hijos pequeños y nos instalamos en Torrevieja en 1986. En 1993, se produce una ruptura familiar. Vuelvo a Israel a una ciudad pequeña cercana a Haifa, muy turística. Hablo hebreo, castellano, inglés y alemán y el tema turístico me iba bien. En 1998 regreso a Torrevieja por motivos laborales. Mis hijos eran mayores y conozco a José, mi actual pareja. Es de Torrevieja, trabajaba de comercial, nos conocimos por trabajo. Nos casamos al año.

-¿Cómo llegan a Extremadura?

-Vinimos de vacaciones. No la conocíamos ni él ni yo. Era 2004. Nos quedamos alucinados. Vivir en la costa levantina, donde todo es árido, seco, no hay ni un sólo árbol. Sólo hay casas. Llegar aquí a este Valle del Ambroz. Trujillo, Mérida, Cáceres. Vendimos la casa recién comprada, el negocio, todo. Compramos esta casa en ruinas, que llevaba 60 años sin habitar, derruida, que se usaba como secadero de jamones. Estaba muy mal. Nos decían que estábamos locos, que cómo podíamos romper tantos puentes. Era un cambio muy grande, venir de un sitio donde tienes tu familia, tu casa, tus amigos, tu trabajo. Llegar aquí, donde todos te miran, los nuevos, los forasteros, yo, encima, extranjera. Era difícil. Me costó mucho habituarme. A José le costó menos, él trabaja desde los once años y lo que quería era que lo dejaran tranquilo, subir al monte, escuchar los pájaros. Yo estaba a punto de irme, no hablaba con nadie, los hijos, lejos, los dos míos y los dos de José. Ahora tengo a mi hija pequeña acabando Veterinaria en Cáceres.

-¿Marca ser judía?

-Sí, pero a quien quiera que le marque. Yo, como nací en un kibutz muy, muy laico, no soy nada judía normal ni he crecido en una familia muy judía. Me dicen que cómo llevo la estrella de David colgada al cuello, que si no tengo problemas. Pues no he tenido nunca problemas por ser judía ni conozco el antisemitismo. He tenido más problemas en Israel que fuera. Que no me cuenten historias. Para mí que hay más antisemitismo en Israel: de una facción religiosa contra otra. La religión judía pesa mucho en Israel y se nota. Aquí nunca me han juzgado. Cuando vivía en Alemania, los alemanes siempre estaban disculpándose: Mi padre no ha sido, mi padre no fue. ¿A mí qué me cuentas? En Israel siempre se dice que perdonamos, pero no olvidamos. Yo comprendo que haya personas en Israel que no son capaces de comprar ni tan siquiera productos alemanes porque les da rabia. Pero otra cosa es el odio.

-¿Hay en los judíos un orgullo, una capacidad de sobrevivir, de luchar?

-No lo sé. Creo que los judíos han sobrevivido a muchas cosas por la capacidad que tienen de mantenerse unidos y de su patriotismo. Por ejemplo, los han echado de España, han vuelto, se han convertido al cristianismo para la sociedad, pero dentro de sus casas han mantenido las costumbres, se mantenía el judaísmo en secreto. Es un pueblo con mucha fuerza interior.

-¿Marcan los estigmas que les han lanzado históricamente: crucificar a Cristo, manejar las economías?

-Para mí, eso es un mito. Sí que reconozco que me ha llamado la atención que en Jerusalén, donde no creemos en Jesús, paseamos por la Vía Dolorosa, donde supuestamente lo han crucificado, lo han abucheado, pegado. Yo pasé por allí con mi marido y él en cada esquina se fijaba, pero a mí no me dice nada. Lo que hay es un respeto tremendo a todas las religiones. Pero a nosotros desde fuera nos parece un teatro.

-¿Los españoles cómo reaccionan al saber que es judía?

-¡Ah, judía, qué bien, yo he estado en Israel! Nada más.

-¿Por qué escoge Hervás habiendo otras juderías?

-No lo escogimos por la judería. La primera vez que vinimos, me llamó más la atención la judería porque en Internet descubrí que había familias con mi mismo apellido. Pero cuando llegué en otoño y vi el Valle del Ambroz, nos impresionó tanto que ni judería ni nada. Cuando decidimos venirnos a vivir a Extremadura, buscamos casas desde Cáceres hasta aquí y siempre acabábamos en Hervás. En Hervás hay de todo, tiene mucha vida, hay cine, hay ambiente, actividad entre semana. No queríamos aislarnos del mundo.

-¿Por qué optan por la hostelería?

-De algo teníamos que vivir. Una casa rural nos permitía hacer algo que nos gustaba y tener libertad de movimientos. El restaurante lo hemos abierto en 2009 y se llama Sabores lejanos. Optamos por abrir un restaurante en plena crisis. Encontramos un buen local junto al museo Pérez Comendador, en el centro. Lo cogimos en alquiler, lo reformamos. Soy más joven que mi marido y necesito siempre un poco de acción.

-¿Platos, recetas.?

-El 80% de la carta son platos sefarditas y también el 80% son vegetales. Tenemos berenjenas rellenas. Una de las comunidades más grande de judíos sefarditas está en Turquía y nuestras berenjenas rellenas son al estilo de Estambul. Tenemos calabacines rellenos, varias cremas para untar como el humus, un paté de berenjenas, falafel, que son bolitas vegetales que se comen con salsita, pollo con miel y romero, el gulash húngaro, pero es que los judíos también se fueron a Hungría. El pisto sefardí shakshuka, que se lo llevaron los judíos a Irak, a base de pimientos rojos y verdes, mucho pimentón, lleva horas de trabajo, se come templado. No abusamos de las especias para que no choque. El postre por excelencia, el más judío que tenemos, es el dulce de miel con helado de vainilla. El dulce de miel es característico del Año Nuevo judío. Tenemos una tarta de manzana templada, muy judía.

-¿La cocina extremeña tiene reminiscencias judías?

-Hay bastantes. Los nuégados me suenan a dulces judíos de mi infancia y otras muchas recetas.

-¿Viven en Hervás más judíos?

-Como yo, ninguno. Que ponga en el DNI que es judío, no. Pero sí hay varias familias que o bien descienden de conversos judíos o tuvieron antepasados judíos. Aquí hay una chica que parece más judía que yo. Su padre, al que no llegué a conocer, guardaba el sabath y hay varias personas más que dicen ser descendientes de judíos. Hay otras que sí que se ve en su físico, nariz y demás, que son descendientes de judíos, pero si les preguntas dicen que no.

-¿En qué se nota físicamente la ascendencia judía?

-Más que nada en la nariz. Es un poco aguileña. Uno pasea por el barrio judío de Hervás y algunos de cierta edad es imposible que no hayan tenido alguna relación con nuestros antepasados. Pero si les preguntas dicen que no y que no les hagas fotografías.

-Le iba a preguntar por la negativa de los vecinos del barrio judío de Hervás a salir en ninguna foto.

-Están muy orgullosos de tener un barrio judío, pero ni saben nada de la religión judía, ni del pasado judío, ni de la historia de los judíos. Si da un paseo por el barrio, verá un montón de estrellas de David, pero esta estrella es bastante moderna. Eso no significa que marques un territorio. Han estado alojados en mi casa algunos investigadores de las costumbres judías, han bajado al barrio, han querido hacer fotos sin maldad, para su investigación y le han dicho que por favor no les haga fotos. Yo lo respeto, jamás he intentado fotografiarlos. Igual que en las Hurdes, donde he ido varias veces y la gente no quiere que les hagas fotografías y yo lo respeto, ni saco la cámara. Lo que me da pena es que no haya más formación sobre el tema judío. Me gustaría que supieran más sobre el tema, es que no saben absolutamente nada.

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