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«Los vinos de Cañamero me recuerdan a los de Borgoña»
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«Los vinos de Cañamero me recuerdan a los de Borgoña»

Anders Vinding BodegueroEs vikingo, pero nació en Sudáfrica. Desciende del pintor Renoir. Es primo del creador de Pingus. Vive en Trujillo y hace vinos extremeños

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Domingo, 16 de mayo 2010, 11:28

La vida de Anders Vinding Diers da para hacer un novelón sobre el vino de esos que ahora están de moda. Su padre, Peters Vinding, era periodista y cubrió la guerra de Vietnam. Después se fue a Sudáfrica. Allí empieza a hacer vino. Un enólogo de Burdeos se lo trajo a Francia, donde elaborará vinos bordeleses antes de marcharse a crear vinos a Sicilia o de dedicarse en Hungría a perfeccionar el Stanza Tokaji Esenzia, el licor dulcísimo de los zares de Rusia y los papas de Roma.

En Burdeos pasa Anders, nuestro entrevistado, cuatro años aprendiendo a hacer vino y allí entabla estrecha relación con su primo Peter Sisseck, otro danés que hoy es muy conocido por elaborar el que quizás sea el mejor vino de España, Pingus.

Actualmente, Anders vive con su mujer y su hijo en Trujillo y hace vino en Extremadura. Hemos quedado en el hotel Isla del Gallo, donde nos tratan con suma amabilidad y lo conocen como Andrés. Se sienta en la biblioteca del hotel y habla una especie de romance híbrido donde se mezclan palabras italianas y francesas con el español como base.

-Usted empieza a trabajar con el vino en Burdeos. ¿Qué aprende allí?

-Mi padre me enseñó en Burdeos todo, desde la viña hasta el embotellado. Trabajé con varios microclimas, aprendí a hacer los coupages. De allí me fui a Chile, a Talca, en el suroeste, al lado de Concepción. Más tarde, seis meses en Patagonia trabajando con viñedos de más de 150 años. En 2003 me fui a trabajar con mi primo Peter Sisseck en Ribera del Duero, haciendo el famoso vino Pingus. Aprendí a trabajar con el clima español y con la uva tempranillo, era una escuela diferente. Peter me enseñó cosas distintas, había estado en California. Me fui a Italia, a Toscana, donde mi hermano Hans hacía vino Brunello de Montalcino: Argiano, un vino muy famoso. Estuve también en Perugia, al lado del lago Trasimeno, en un microclima especial, asesorando a los propietarios de unos viñedos. Tras cuatro años en Italia, me casé con mi mujer Andrea, que es española.

-¿Cuándo deciden venirse a Extremadura?

-Fuimos a una fiesta a Oropesa. Allí descubrí la encina, la jara. Era todo muy natural. Cogimos la guía Peñín y nos fuimos por Extremadura de viaje catando todos los vinos posibles. Nos dimos cuenta de que aquí había un futuro impresionante y decidimos buscar un sitio para vivir. Ese lugar fue Trujillo. Recorrimos la región en busca de un microclima especial, un lugar de noches fresquitas. Buscaba en alturas de 700-800 metros. Leyendo y buscando me encontré con Cañamero, un sitio donde históricamente se hacían los mejores vinos de Extremadura. Descubrí la finca perfecta allí, a 760 metros de altitud, con un microclima increíble, unos vientos que giran en la finca. Es muy importante cómo planto las viñas para que el viento gire y les dé fresquito. Hemos hecho un estudio del clima y hemos comprado 12 hectáreas. Cuatro las dedicaremos a viñedo, el resto a olivos y a casa rural con restaurante. Queremos hacer también un aceite de oliva especial.

-¿Qué uva plantarán?

-Plantaremos petit verdot, tempranillo, cabernet sauvignon y un poquito de malbec y shyra. Haremos un vino de alto nivel basado en la biodinámica. Serán 4.000 botellas anuales. Filosofía mía bordelesa, poco alcohol, pero vino muy fino. Los vinos que he catado en Cañamero me recuerdan mucho a los de Borgoña. Haré un vino en esa línea, con mucho color, mucha elegancia y un sabor muy largo en el paladar, que dure el sabor casi una hora en la boca.

-Ha hablado usted de aplicar la biodinámica, algo que hace también su primo Peter Sisseck con el famoso Pingus en Ribera del Duero.

-Uso el viento para que refresque las viñas como si discurriera por un canal. Me fijo en las estrellas, pongo un cuerno que coloco con estiércol debajo de la tierra y salen unos gusanos que mueven la tierra. Todo natural, si hay que tratar la viña será con infusiones de ortigas, con el agua del sitio. La cosecha será en cajas pequeñas, seleccionando en la viña y en la bodega. Casi nada de máquinas. Serán 5.000 plantas por hectáreas, viñas en copa. Aquí normalmente son 2.500 cepas por hectárea. En Extremadura ya se cosecha muy bien.

-Ya hemos plantado, cosechado. ¿Y a la hora de elaborar?

-Voy a volver al hormigón, dejaré el acero inoxidable. En muchos países se está volviendo al hormigón y voy a poner así mi bodega. El hormigón redondea más los vinos, la temperatura siempre es constante, no necesitas poner un grupo de frío. Pondré una torre árabe de frío. El viento entra en la torre, baja a una piscina de agua y enfría naturalmente el vino. En Burdeos ya se está poniendo el hormigón, al igual que en Italia, Chile o Patagonia. Del hormigón irá a barricas en cono. Será roble francés. La filosofía de este vino proviene de Peter Sisseck, de mi padre, de todos un poco. Aunque lo más importante es personal. El vino es algo muy personal.

-Vamos por partes. Por un lado está su vino de Cañamero y por otro, el vino que ya elabora desde hace un tiempo: Mirabel.

-Mirabel son dos viñedos, uno en Plasencia de Cabernet Sauvignon, con plantas de 14 años, y otro en Almendralejo, un tempranillo de 20 años. Son fincas alquiladas. Trabajo la tierra, me ocupo de la viña y cosecho. Con Bodegas Ortiz estuve un tiempo asesorándolos. Luego me fui a Cooperativa CAVE San José, donde hay espacio y medios y elaboro el Mirabel con mis uvas. El primer Mirabel salió en 2006. Cada año es un poco diferente. Utilizo diferentes barricas, diferentes tostados. Ahora saco el Tribel de Mirabel, que sale este mes de mayo, justo ahora. Es un coupage de 40% de tempranillo y 10% de cabernet. Estos dos llevan siete meses en barrica y el shyra que le añado, un 50%, no tiene ningún tiempo en barrica. Se me ocurrió hacer un coupage de vino en barrica con vino que no ha pasado tiempo en barrica. Esto no lo ha hecho nadie hasta ahora. Yo pienso que al shyra no le hace falta barrica. Lo que sale es una mezcla de vino del Priorat y de la Ribera del Duero. Es algo muy interesante. Mirabel se vende en los mejores restaurantes de España: Arzak, Mugaritz, La Broche.No quiero entrar en supermercados, sino en tienda especializada, donde se vende la botella a entre 17 y 20 euros.

-¿Para cuándo podría salir su vino de Cañamero?

-En cinco años o seis en perfección. La casa rural estará en un año. Estará destinada a un público selecto, de prestigio, de nivel. Tengo contactos con la Casa Real danesa, contactos en Italia, en Madrid.

-El problema es que sus planes han empezado a desarrollarse en plena crisis. ¿Ha sido eso un freno?

-El primer Mirabel lo vendí rápidamente. Las 9.700 botellas que hice en 2006 las vendí en ocho meses. En 2007 las tenía todas vendidas antes de la crisis, pero llegó la crisis y freno total. No, no, ahora 1.500 botellas no puedo, solo 600, me decían. Ahora estoy abriendo mercados nuevos. La solución es vender menos en España y más fuera, donde ya empiezan a recuperarse. El proyecto de Cañamero se verá también algo ralentizado por la crisis. Pero para luchar contra la crisis hay que estar siempre ahí, ahí, ahí. Si tú te duermes un día, adiós.

-¿Asociar Extremadura y vino es un problema en los mercados?

-Hoy en día, en los mercados ya no es un problema asociar Extremadura y el vino. Antes, sí. Extremadura ahora mismo está despegando. Hay muchas bodegas muy buenas, se están haciendo unos vinos excelentes. Menos mal. Estamos despegando como nombre. Antes, no porque vendíamos mucho vino a Portugal a granel y eso no era bueno para la imagen del vino extremeño. Ahora se están haciendo las cosas muy bien, con pasión.

-¿Hay vinos femeninos y masculinos?

-Mis vinos están hechos para mujeres, son vinos más femeninos, desde que empecé a hacerlos en Burdeos. Son vinos suaves, redondos, pero sin tener lados agresivos.

-¿Cómo le tratan las guías de vinos: Peñín, Campsa, Gourmet?

-Muy bien. Me piden que les envíe el vino. En la guía Peñín me han dado 92 puntos. El primer vino extremeño para Peñín es Pago de Balancines con 93 puntos. Mi vino Mirabel estaría el segundo con 92 puntos, empatado con Habla y Marqués de Valdueza.

-¿Y el vino de pitarra. Qué opina un danés del vino de pitarra?

-El primer vino que hice en Extremadura fue un vino de pitarra. Lo hice en Mirabel. Creo que hay un futuro para este vino. ¿Por qué no se puede poner un vino de pitarra en una buena barrica, hacer un coupage fantástico? No hay un mercado grande, pero sí pequeño e interesante.

-En Extremadura, hemos pasado de elaborar casi exclusivamente vino blanco a hacer casi todo el vino tinto. ¿Se menosprecia el blanco?

-El vino blanco es mucho más complejo que el tinto. Yo, si hago blanco, es solo una barrica para la familia. Para mí, España es tinto. La gente, fuera, piensa lo mismo. Yo no voy a hacer vino blanco.

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