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OPINIÓN

El 'General Navarro'

Para nosotros la primavera comenzaba cuando asomaban las preciosas flores azules que adornaban la tapia y que a día de hoy continúan recordándonos el cambio de estación

ENRIQUE FALCÓ

Domingo, 20 de junio 2010, 02:34

CADA año, por estas fechas, las solicitudes de plazas en los colegios se desbordan. Recientemente nos hemos encontrado con casos en los que han salido a la luz trampas de padres desesperados por no poder inscribir a sus hijos en su centro preferido. Todos parecen querer los mismos colegios para sus larvas, pues dos o tres centros reciben el 90% de las solicitudes. Mis padres, que han sido toda su vida personas muy coherentes, con gran sentido común y cierto sentido práctico de las cosas, a la hora de inscribirme se decidieron por los dos colegios más cercanos a nuestro domicilio: 'La Aneja' y el 'General Navarro'. En aquellos años, principio de los 80, 'La Aneja', como tantos otros, separaba todavía en clase a los niños de las niñas, por lo que mi señora madre (Dios la bendiga) con gran acierto, creyó más oportuno apuntarme al 'General Navarro', donde podría desarrollarme de manera natural tanto con niños como con niñas. Mil gracias de nuevo, mamá.

Aún recuerdo, cuando la acompañaba de la mano al supermercado 'Simago', a comprar. Pasábamos por la puerta del colegio y dulcemente me decía: «Mira hijo, este será tu colegio el curso que viene. ¿Te gusta?» ¡Cómo no me iba a gustar! Me parecía el mejor colegio del mundo. Y la verdad es que allí fui muy feliz durante el año de párvulos y los ocho de la EGB. En ese centro conocería a quienes, 27 años después, siguen siendo mis mejores amigos. Sin embargo, tenía amigos y vecinos cuyos padres pensaban que el mejor centro para sus hijos era, precisamente, aquel que estaba al otro lado de la ciudad, a pesar de que era necesario ir en automóvil y levantarse muy temprano para llegar. El mío les causaba verdadero horror. Nunca comprendí muy bien el porqué. Sus hijos no tuvieron la suerte de ser enseñados por Doña Maricarmen, Doña Beli, Doña Loli, Manuel Pérez Porrino o Manuel Meléndez, por citar sólo a algunos de los muchos profesores que me dieron clase, como el entrañable Don Luis García, quien lamentablemente falleció hace pocos años a pesar de su juventud y ganas de vivir. Y sobre todo, lo más importante: nunca recibieron clases del mejor maestro del mundo, Don Manuel Moralo Murillo.

Mi colegio puede que no fuera el más grande de la ciudad, pero aunque lo hubiera sido siempre se nos hubiera quedado pequeño para guardar tantísimos trofeos deportivos como ganábamos. Era increíble. Se nos acababan los pasillos y vitrinas para colgarlos. Nos sentíamos realmente orgullosos de nuestro colegio. Además nuestra camiseta era preciosa. Un amarillo chillón muy fuerte, que sigue siendo mi color favorito, a pesar de la leyenda popular que insiste en que es el amarillo el color de los tontos. También tenía el 'General Navarro' otra particularidad. Te avisaba de la llegada de la primavera sin necesidad de que estuviéramos necesariamente a 21 de marzo. Para nosotros la primavera comenzaba cuando asomaban las preciosas flores azules que adornaban la tapia y que a día de hoy continúan recordándonos el cambio de estación a los viandantes de la zona. El único defecto que podrían achacarnos a los alumnos es la cantidad de sustos que les habremos dado a los conductores de la ciudad, pues al encontrarse en pleno centro, cada vez que se nos escapaba una pelota (cada 5 minutos) armábamos la de San Quintín en el tráfico de la zona. ¡Qué recuerdos!

No veo que mi antiguo colegio se halle ahora en la lista de los más solicitados, e incluso -¿por qué no contarlo?- me he encontrado con muchas personas que siguen hablando muy mal de él. Alegan estupideces como «sólo van gentuza y el colegio se cae a cachos». Me da rabia y me entristece, pues no es así. Es un colegio maravilloso. Muy sinceramente les animo a que inscriban a sus hijos en él, si no consiguieran plaza en su primera opción. Yo, ya lo ven ustedes, no me puedo quejar, y a mis viejos amigos del 'General Navarro' les va muy bien en la vida. Mi amigo Ricardo Larios Gómez, guitarrista de 'Darksound' (mejor grupo de metal melódico de Europa según la prensa especializada) era un estudiante ejemplar. Sacó una nota tan alta en la selectividad que pudo elegir la carrera que le dio la gana en la UEx. ¡Qué decir de Javier Palacios Melchor (íntimo mío y de la gula, como yo) a quien en su día nombraron alcalde infantil de Badajoz (y como bien comenta él, a sus 32 años lo sigue siendo, pues nadie le ha comunicado el cese, y tampoco él ha dimitido). Es Javi otro excelente músico y mejor estudiante que también arrasó en la selectividad y en la Universidad. Ahí está también mi primer gran amigo de la infancia, Adolfo Portillo Campini, bajista del grupo 'The Wish' (ex compañero mío en Left Brothers) a quien, como siga ascendiendo profesionalmente, la empresa en la que trabaja se le va a quedar pequeña. Son cuatro ejemplos de cuatro jóvenes que en su día estudiaron en el 'General Navarro'. Cuatro niños que recibieron una exquisita educación y han conseguido lo más importante en la vida: ser buenas personas.

Lamentablemente ya no está el puesto de Isidra, y sus instalaciones deportivas continúan siendo limitadas. Pero se compensa todo con su excelente localización, en pleno centro de la ciudad y la calidad del personal docente. Para mí sigue siendo el mejor de todos los colegios. Si nada lo remedia y algún día tengo hijos espero que estudien en el 'General Navarro'.

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