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MARÍA FERNÁNDEZ
Jueves, 29 de julio 2010, 10:30
Coja el manojo de llaves de su casa. Cierre los ojos e intente abrir cualquier puerta de manera intuitiva. Lo más probable es que no consiga el objetivo. Juan Pedro García Rodríguez, extremeño afincado en Valladolid desde hace seis años, ha inventado y patentado un sistema con el que asegura que es posible. Técnicamente hablando, se trata de un sistema de llave y cerradura de accionamiento lineal y bloqueo multidireccional, pero definiéndolo una forma más llana, se trata de una cerradura antiestrés. «Lo he concebido para situaciones de baja visibilidad, para gente que padezca parkinson o para situaciones de alerta», explica. La idea es que el acceso sea rápido, lógico e intuitivo.
Juan Pedro (Plasencia, 1982) concibió la idea en el taller que tiene en una de las habitaciones del cuarto piso donde vive. Aprendió el oficio de tornero fresador de su abuelo (en su pequeño taller tiene una fresadora de 180 kilos) y luego estudió Diseño Industrial. Cansado de malas condiciones laborales y aprovechando un periodo de desempleo, este placentino ha decidido apostar por sí mismo y patentar «una de esas ideas que llevaban demasiado tiempo en el cajón». La llave, según explica García, no necesita en este sistema una orientación previa.
«Desde casi cualquier lado, se inserta fácilmente en su alojamiento», precisa. No hay giro, se trata solamente de introducir la llave, presionar, abrir y entrar. La idea surge de la observación.
Hasta ahora, la financiación ha sido su talón de Aquiles, aunque el aplazamiento de las tasas de las patentes a cinco años le animó a presentar una de sus creaciones. Y es que una vez que transcurra el tiempo estipulado, Juan Pedro puede decidir pagar los dos millones que cuesta el invento o cancelar la patente. «El que te concedan la oportunidad de desarrollar el producto es el paso más frustrante», asegura.
Fabricantes como LINCE o TESA se han mostrado interesados en su invento, aunque todavía no ha obtenido una respuesta y sigue manteniendo su deseo de que el producto se desarrolle en su tierra, Extremadura. «Entiendo que no es buena época, pero confío en lograrlo», afirma.
«Cualquier invento consiste en fijarse en los fallos de algo y buscar soluciones. Unas veces mejoramos lo presente y otras se redefine un producto tanto que lo creado es un nuevo invento», explica. «En este caso, está también contemplado para situaciones de nerviosismo ya que es increíblemente intuitivo además de que mejora la seguridad en cuanto a los sistemas clásicos».
Ahora, este inventor extremeño trabaja en una cadena de montaje en una fábrica de automóviles. «La verdad es que es la primera vez que me meto en camisas de once varas, pero también es cierto que me gustaría patentar más cosas. Ideas no faltan», dice. «La patente es nacional porque invertir en la internacional es imposible para un particular», señala, sin olvidar de apuntar su correo electrónico, paramium@gmail.com. Quizá dentro de algún tiempo, José Pedro acuda a una ferretería y pueda ver entre los productos disponibles, la opción de la cerradura antiestrés.
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