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ANTONIO J. ARMERO
Lunes, 27 de diciembre 2010, 13:15
Alguien de lo más discreto que vive de intermediar en la venta de inmuebles de lujo -castillos, palacios o fincas enormes- aporta una pista. «La gente -asegura- no se hace una idea de la cantidad de negocios gordos que se cierran en Extremadura, en reuniones del nivel más alto celebradas en alguna casa en mitad del campo, y en las que participa gente muy conocida».
Su apunte llama la atención sobre algo quizás no demasiado conocido pero sí constatado: hay cierto tipo de lujo que hace tiempo que puso sus ojos en la región. Hay ricos y famosos con chalé en La Vera, y ricos a secas que son fijos cada temporada de caza a alguna que otra finca de la dehesa extremeña. Hay italianos que se pirran por venir a pegar tiros a los zorzales que abundan en distintos parajes de la comunidad autónoma, y alemanes, ingleses o belgas que no escatiman gastos para pasarse una semana escudriñando Monfragüe.
Todo esto lo saben bien quienes están detrás del proyecto para construir un aeródromo en Cáceres. Los patronos de esta idea son las fundaciones Valhondo Calaff y Cáceres Capital, que hace unos días formalizaron un acuerdo para sumar esfuerzos y que la iniciativa salga adelante. Las dos constituirán algún tipo de sociedad -los técnicos dirán qué fórmula legal es la más oportuna- que se encargue de ir cumpliendo los trámites obligatorios para que el aeródromo sea una realidad. Ese órgano gestor nacerá con un capital de entre 400.000 y 500.000 euros, y con una parte del camino ya recorrido.
Por ejemplo, el de los terrenos en los que ubicar la infraestructura, gracias a la cesión, por parte de la Fundación Valhondo Calaff, de las 265 hectáreas de su propiedad de la finca 'Marradas y Cintado', a medio camino entre la capital y Malpartida, cerca de la confluencia entre la autovía A-66 y la carretera nacional 521, detrás del hotel Fontecruz Palacio de Arenales.
Las dos fundaciones se han tomado en serio la idea de que Cáceres cuente con un aeródromo. Son dos pilares básicos de un proyecto que, por otro lado, también debe mucho al Aeroclub de Cáceres, que lleva años defendiendo la idea de que la ciudad necesita una instalación de este tipo.
El Aeroclub cuida de La Cervera, un eterno aspirante a aeródromo. De 1985 a 2005 tuvo la autorización oficial para funcionar como campo de vuelo de ultraligeros, hasta que en una revisión, el técnico advirtió algunas deficiencias y se le retiró el permiso. Entre ellas, que el lugar está atravesado por la Ruta de la Plata -los peregrinos tienen derecho a cruzar las pistas si les apetece- o que está en territorio Zepa (Zona de Especial Protección de Aves).
Un poco de historia
Aquello fue lo más parecido a un aeródromo que ha tenido la ciudad en los últimos años. Porque si la vista se echa más atrás, cambia la perspectiva. Y se entiende mejor el presente. «Cáceres fue uno de los primeros sitios de España que tuvo un aeródromo», recuerda Diego Andrada, instructor de vuelo, constructor de aviones y presidente del Aeroclub. «Fue en el año 1912 -detalla- y tenía carácter militar. En los sesenta, con la aparición de los aviones reactores, ese aeródromo dejó de tener uso porque no era válido para este tipo de aparatos. Tenía una pista de un kilómetro, aproximadamente, frente a los tres kilómetros que hay en Talavera. La UCD buscó un sitio para poner una instalación similar, para no perder el privilegio que tenía Cáceres por entonces al estar dotada de un aeródromo. Y un general eligió La Cervera, donde se podía haber hecho una pista de cuatro kilómetros, porque es un sitio con unas condiciones magníficas».
Tan buenas que se pensó que la idea de los políticos era más ambiciosa. «Desde el principio se pensó en la creación de un aeropuerto, pero el proyecto quedó parado», afirmaba Joaquín Guerra, presidente de la Asociación de Aviación Experimental, en un reportaje publicado por HOY el 10 de julio del año 2006.
Las campanas volvieron a sonar hace unos años, cuando Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entonces presidente de la Junta de Extremadura, anunció que la región contaría con un aeropuerto internacional, y que estaría cerca de Cáceres. Respaldaba la iniciativa Caja de Extremadura, y transcendió que se ubicaría en un terreno situado entre Aldea del Cano y Casas de Don Antonio. Pero apareció la crisis, y con ella se hizo el silencio. Nadie ha vuelto a hablar del aeropuerto, y la mayoría da por hecho que el proyecto se ha desinflado y lo mejor es olvidarse de él.
Ahora toma cuerpo y oficialidad el aeródromo. Y resulta difícil hablar de este proyecto sin referirse al otro. De entrada, conviene tener claro que un aeropuerto y un aeródromo son dos cosas bien distintas. El aeropuerto requiere unas instalaciones y unos servicios que permitan operar a aviones de pasajeros, mientras que el aeródromo viene a ser cualquier área, habitualmente de tierra o asfalto, habilitada para que despeguen y aterricen aviones pequeños. «Normalmente, de ocho o diez plazas, excepcionalmente alguno un poco más grande», precisa Diego Andrada.
El que se proyecta en la ciudad bajo el auspicio de las fundaciones Valhondo Calaff y Cáceres Capital tendría una pista compactada de 1.200 metros, además de hangares, barracones y un entramado de calles. «Podrían utilizarlo aerotaxis, y eso permitiría que llegaran en avión, con lo que supone de comodidad en el viaje, una parte de la gente que no tiene más remedio que aterrizar en Talavera o Madrid y luego coger el coche», reflexiona Andrada, que da un paso más y habla de tiempos de traslado. Según su experiencia, se puede volar de Cáceres a Barcelona (al aeródromo de Igualada) en cuatro horas; a Galicia en dos horas y a Santander en dos horas y media.
¿Y a quién le interesaría un viaje a Cáceres en aerotaxi? Una posible respuesta está en algunos de los nombres que figuran en la lista de empresas e instituciones que han formalizado su apoyo al proyecto. Por ejemplo, Finca Las Golondrinas, uno de los sitios preferidos para cazar de Carolina de Mónaco y Ernesto de Hannover. O el Centro de Cirugía de Mínima Invasión Jesús Usón, que organiza cursos y jornadas en las que participan especialistas de todo el mundo, gente a la que la presencia de un aeródromo en Cáceres acortaría el viaje de una forma sustancial.
«También lo usarían las empresas de transporte -añade Andrada-, sería la sede de nuestra escuela de vuelo sin motor, de la que han salido ya más de 500 pilotos, y de la fábrica de aviones que tenemos, de la que salen ejemplares para toda España; y lo usaría el Infoex (el dispositivo de la Junta contra los incendios forestales), que como aquí no tiene sitio, se ve obligado a tener sus hidroaviones en Talavera La Real». «Cáceres -añade- necesita un aeródromo desde hace años: en muchos países los hay en cualquier sitio, en poblaciones mucho más pequeñas que la nuestra, y me alegro mucho de que este proyecto tenga toda la pinta de que va a salir para adelante».
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