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«En Extremadura encontré el hogar para mi colección»
SOCIEDAD

«En Extremadura encontré el hogar para mi colección»

Helga de Alvear Coleccionista. Analiza en exclusiva para HOY su percepción del arte

MARTÍN CARRASCO

Viernes, 31 de diciembre 2010, 02:30

Mientras que Helga de Alvear (Kirn Nahe, Alemania, 1936) realiza la sesión de fotos para esta entrevista aprovecho para visitar de nuevo 'Márgenes de silencio', la exposición inaugural del Centro de Artes Visuales que acoge su Colección, con sede en Cáceres. Beuys, Ryman, Bourgeois, Pepe Espaliú, Mangold, Kapoor, Juan Muñoz, Warhol, Uslé, Helena Almeida, Ai Weiwei, Garaicoa, Hamish Fulton, Elena Asins, Baldessari, la saga de fotógrafos de la escuela de Düsseldorf. son tan sólo un 'aperitivo' de su magnífica Colección, una de las más importantes de arte contemporáneo a nivel internacional.

La exposición 'continúa' en uno de los despachos del Centro de Artes Visuales donde celebramos esta entrevista; «estas obras no se han podido ver en 'Márgenes de silencio' por motivo de espacio; mira un maravilloso Jeff Wall», me dice señalando una fotografía de las paredes. También nos acompaña un Equipo Crónica, justo en frente de mí, y un Thomas Demand, una Louise Lawler.

Helga, estoy feliz de hacerle esta entrevista porque me ha permitido volver a disfrutar de esta exposición. He ido expresamente a ver los dibujos de Paul Thek, al que tuve la suerte de descubrir en una individual en el Centro de Arte Reina Sofía.

-Muchas gracias. Cuando me dieron el premio Extremeños de HOY aparecí en la portada de vuestro periódico con una de mis hijas y sus seis niños preciosos. ¡No puedes imaginarte la ilusión que nos hizo! Sí, Paul Thek es una maravilla, son de esos artistas que vivieron en los años 50 y 60 y que murieron sin reconocimiento, como tantas veces sucede en el arte. Ha pasado igualmente con muchos músicos. Ya ves tú, Mozart, por ejemplo; bueno, sí, tuvo algún reconocimiento en vida, pero no fue el caso de Brahms. Yo tengo esos dibujos de Paul Thek mucho antes de la exposición del Reina Sofía; la hizo Borja Villel junto con mi amigo de Hamburgo Harald Falckenberg. Con él hice también una exposición, fue un diálogo entre ambas colecciones; espera, te voy a por un catálogo.

-Comencemos por sus inicios, la 'chispa' que hizo nacer en usted la pasión por el arte.

-Pues mis inicios se remontan a una temporada que viví en Inglaterra, cuando era muy joven, con diecinueve años, de soltera, a aprender inglés como todo el mundo. Me gustaba asistir a la ópera, al teatro, a los museos, en los que contemplaba sobre todo arte antiguo, y me vine a España en 1957 y volvía a ver arte antiguo, no conocía apenas el arte contemporáneo. Luego en 1958 conocí a mi marido, Jaime de Alvear, y viajamos a París, donde descubrí los artistas del Jeu de Paume, entre ellos a Cezanne, Renoir, Monet, Manet, Van Gogh. Me entusiasmaba Matisse. Y todo este descubrimiento para mí fue una sorpresa, el arte continuaba y además era como otra cosa, y de ahí en adelante me empeñé en conocer el arte contemporáneo. Me encantaba ir los sábados de galerías y así, poco a poco, vas aprendiendo y vas haciendo una colección, que al principio era 'de casa', como todo el mundo cuando empieza, con tres cosas, y luego seis, quince, y luego treinta obras, y de repente ¿qué hago yo ahora con tantas obras? Y así ha ido creciendo.

-En aquel errático contexto artístico, me refiero al español, se produce el feliz encuentro con la mítica Juana Mordó, figura paradigmática de nuestro galerismo.

-Sí, en 1980 me asocié con ella, y estuve aprendiendo el oficio de coleccionista y galerista, oficios que son muy diferentes y difíciles, y que no son un entretenimiento como mucha gente piensa; abrir una galería no es para divertirte un rato, tienes que ser muy bueno para entender este mundo. De hecho yo jamás he comprado una obra si no la he entendido; por ejemplo, he comprado Millares cuando era muy caro y eso que era un artista de Juana Mordó, hasta que no lo comprendí no lo compré mucho después, y claro me costaron más caros. Me decidí por él cuando comprendí por qué hacía este tipo de obras, cómo había empezado, y es que un coleccionista debe informarse muchísimo.

-¿Cómo fue este aprendizaje con Juana Mordó?

-Muy duro. Allí empecé, me senté frente a Juana y estuve con ella durante cuatro años y medio, hasta que falleció. Yo ni abría la boca. Sólo aprendía. No sabía nada, nada de arte, ni por supuesto vender. Juana era muy severa conmigo y me trataba como a una niña pequeña cuando yo tenía entonces tres hijas mayores. Fíjate, no me importó nada, si no fuera por esa escuela hubiera tardado muchísimos más años en conseguir ser galerista y coleccionista, así que aprendí un montón con ella.

-El camino, dado su alto nivel de vida, no ha sido de color de rosas como cabría pensar.

-En mis inicios, ¿sabes lo que me dijeron un día en la feria de Colonia? Me dijeron que si volvía a traer tal porquería de 'stand' no me admitirían al siguiente año. Me quedé hecha polvo. Le contesté: «¿Es que no tengo nada bueno?». «Pues claro que sí -me respondieron-. Esto es bueno, y esto, y aquello también... Pero tienes que limpiar tu casa, en todas las casas se tiene que limpiar el polvo de vez en cuando, y tú tienes que limpiar tu casa». Comprendí el mensaje, y cambié el discurso de la galería. Mi padre decía, «si eres barrendero, que tu calle sea la más limpia». Da igual lo que hagas en la vida, pero que seas el mejor en lo que hagas.

-Cambias la galería de la calle Villanueva a Doctor Fourquet e imagino que tu colección seguiría creciendo.

-Mi colección ha crecido hasta más de 2.500 obras, tengo fotografías de Eugène Atget, obras de Duchamp, Caro, Sonia Delaunay, Francis Alÿs, Buetti, Christo, Calder, Tobey, Los Carpinteros, Kandinsky, Lootz, Campano, Croft, Vanesa Beecroft, Guerrero, Kosuth, El Paso, Marina Abramovíc, Barceló, Bunga, Art&Language, Chillida, Max Ernst, Hartung, Broto, Lygia Pape, Chirino. El listado es interminable, y seguirá creciendo porque ya sabes que soy una 'viciosa' del arte (risas). Llega un momento en que las obras no caben en casa y las tengo que guardar muy a mi pesar en un almacén, y no es lo mismo, dejo de verlas. Yo disfruto cuando las contemplo, necesito contemplarlas. Así que comencé a preguntar quién podría hacerme un 'hogar' para la colección, he preguntado incluso en Alemania. pero todo el mundo quiere tener su propia colección, los directores de museos quieren su propia colección y lo entiendo, pero también es cierto que regalarla a un centro de arte importante hubiera sido un gran error, la meterían con toda seguridad en cajones, la llevarían a los sótanos y vete tú a saber si alguna vez hubiera salido de ahí. Para esos casos yo siempre presto todas las obras que me solicitan; si alguien quiere una obra prestada sólo tiene que pedírmela. Ahora mismo tengo piezas en París, en el Pompidou, en la Fundación Beyeler, en el Reina Sofía dos fotos de Thomas Ruff; he prestado recientemente doce Gordon Matta-Clark... Yo no pido nada, tan sólo el transporte y el seguro, y que vuelvan en las mismas condiciones, y nada más, y el Centro de Artes Visuales lo seguirá haciendo.

-En fin, llamas a algunas puertas y es Extremadura quien te responde, ¿cómo fue este encuentro con nuestra comunidad?

-Tuve la suerte de que un día a través del restaurante Atrio, cuyos dueños eran mis amigos desde hacía tiempo, me presentaran a Rodríguez Ibarra, quien me dijo: «Esta colección se queda aquí». Él estaba convencido, como mis amigos de la familia Viñuela, y entre todos hemos echado el proyecto 'pa'lante'. Y fíjate qué sitio más maravilloso es Extremadura, que tiene en Mérida el mejor museo de arte romano, y un teatro único. La comunidad posee tantas cosas de cultura que debemos apoyar., además está el Meiac de Badajoz y el Museo Vostell de Malpartida. Nuestro camino ahora es el turismo, estoy convencida de ello, poco a poco deberán construirse más hoteles, ¿para qué más fábricas, construcciones y proyectos que ya existen en España a manadas? Es el momento del turismo, tenemos que decir a los turistas que vean, que visiten el interior. El camino es éste. La ciudad de Cáceres se va a desarrollar; mira sus palacios. La gente debe ser consciente de las joyas de Extremadura. Yo no voy en contra de nadie. Además, van a tener un centro de arte contemporáneo, con una fantástica colección. Falta una segunda fase, son 10.000 metros cuadrados más; vamos a añadir la casa de al lado que he comprado. Una segunda fase que se iniciará el próximo año. Esto no se va a parar y de aquí a dos años espero que se abra al completo, y te aseguro que con la alta velocidad el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear será un centro importantísimo; tenemos que conseguir que los portugueses vengan, Lisboa está al lado. Como ves ya no somos los últimos en Europa, pero ¿quién tiene estos bosques?, ¿quién estos lagos maravillosos?, ¿quién Monfragüe? Tenemos que ser conscientes de que Extremadura es una maravilla.

-¿Entonces podemos decir que las expectativas del Centro, al menos hasta ahora, se han cumplido?

-Pues sí, a día de hoy hemos recibido más de 13.000 visitantes, no solamente extremeños sino de muchas partes de España y del extranjero, y lo que es más importante, estos últimos vienen ex profeso, es decir, visitan primero el Centro de Artes Visuales y luego la parte monumental histórica de Cáceres.

-En cuanto a la programación expositiva 'Márgenes de silencio', es sin duda un buen comienzo.

-'Márgenes de silencio' es un regalo fantástico. Esta muestra, que durará hasta finales de febrero, la ha comisariado José María Viñuela, que es historiador, y arquitecto, y es de aquí, de Extremadura. En la última semana de marzo se inaugura una exposición comisariada por el crítico portugués Delfim Sardo, en estos momentos está realizando la selección; ya he hablado con la Junta de Extremadura para que venga el presidente a la inauguración; quiero las cosas bien hechas. Y para octubre inauguraremos una coproducción con la Serpentine Gallery de Londres de Philippe Parreno. Es una exposición de vídeos y esculturas cuyo comisario será Hans-Ulrich Obrist, el que hizo aquí el maratón de entrevistas el segundo día de inauguración del Centro. Mientras se construye se seguirán realizando este tipo de exposiciones que irán dando a conocer progresivamente la Colección.

-Hace unos días Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, comentaba que de la crisis se salvarían aquellos centros de arte que hayan cosechado una 'autoridad intelectual'.

-No lo dudo, estoy de acuerdo, yo también lo he dicho en alguna ocasión; algunos museos desaparecerán, algunas galerías desaparecerán, y algunos artistas tendrán que buscarse otro trabajo, ¿comprendes? Pero esto es así, galerías abren al año tres o cuatro, y también cierran similar número; y en momentos de crisis es lo que pasa. A mí es la tercera crisis que me toca. Yo de la última exposición que he organizado, en concreto de la artista alemana Katharina Grosse, no he vendido nada; le he comprado una pieza para mi colección, para que Katharina, que es mi artista, al menos pueda sufragar los gastos. Pero tienes que tener obras muy buenas, 'supercosas', es un momento en el que los galerista tenemos que hacer un buen precio, no podemos bajar pero sí hacer una rebaja, yo como coleccionista también lo pido. Hace unos días he comprado una obra a la galería Lelong de París y les he pedido un buen precio, les he dicho que es para Cáceres y me han respondido «el que quieras»; me han hecho un buen precio. Es un buen momento para comprar, pero para vender es difícil. Si el galerista es malo lo que vende es malo.

-En su persona confluyen dos cualidades indisociables, la de galerista y la de coleccionista. Como galerista, ¿cuál es el coleccionista ideal?

-Una persona que no debe creer en profesionales, que compre él y que sepa lo que compra. Yo como coleccionista compro una obra, sin más, me da igual el color de cara del artista, ni la nacionalidad, ni de dónde viene. La última pieza que he adquirido es de un joven artista de Camerún, no sé cómo se llama, vi la pieza en una publicidad y me encantó; Bartomeu creo que se llama, un joven artista que trabaja con la galería Lelong, de Paris. Se trata de esa pieza que comenté anteriormente, la de la publicidad, y además me permiten llevarlo a ARCO. Compro lo que realmente me gusta. Me mandan dosieres, es imposible verlos todos, yo no compro porque sea de Extremadura o Nueva York, o porque sea un «amigo de...». Por eso tengo la colección que tengo; no conozco personalmente a algunos artistas de la Colección, pero sí sus obras, que es lo importante.

-Y como coleccionista, ¿el galerista ideal?

-Para mí el galerista ideal debe «conocer» a la persona que viene, que me venda una buena obra y a un buen precio, que no piense que lo estoy consiguiendo, porque este Centro ya es tan conocido que los galeristas quieren que sus artistas estén aquí representados, y este es un mérito que yo me apunto. Los artistas quieren estar representados en el Centro de Artes Visuales. ¡lo hemos conseguido! Llegar aquí no ha sido fácil, me han mirado más de una vez por encima del hombro, porque hay galeristas que compran, esperan un poco, ponen un 20% más y lo vuelven a vender. Ah, eso vosotros no lo creéis, pues pasa, llegan a decirte: «Espere, a ver si al final de la feria no se ha vendido y ya hablamos». Entonces yo les respondo: «Me da igual, tú te lo pierdes», y no insisto.

-¿Cuál es su relación con los artistas?

-Mi relación con los artistas es de galerista a artista, y ya está, los elijo solo por sus obras, no por su persona.

-¿Qué consejos daría a alguien que quisiera montar una galería?

-Que sea fiel a este lema: «Ver, saber, conocer, querer».

-¿Y a un joven coleccionista?

-Lo mismo.

-Usted forma parte del consejo asesor de la feria de arte contemporáneo ARCO, nos puede adelantar algunas propuestas

-Apoyo al nuevo director, Carlos Urroz, al que conozco muy bien pues ha trabajado ocho años conmigo en la galería. Vivimos una situación muy difícil, padecemos una crisis muy profunda, y a las grandes galerías, como aquí en España no hay muchos clientes, es muy difícil convencerlas para que vengan a Madrid, ese es el principal problema. Ayer hablé con tres importantes galerías, animándolas a venir. Tenemos que comprar en ARCO para que los buenos galeristas y coleccionistas vuelvan, si no dejará de ser una feria de referencia. A Madrid ha venido todo el mundo, aquí estuvo Leo Castelli, de Nueva York, pero si no se vende no vuelven más, están dos o tres años y se acabó.

-Y ya puestos, le pregunto por Foro Sur, la feria que se celebra en Extremadura cada primavera y a la que usted viene año tras año

-Yo pienso que en estos diez años de Foro Sur hemos conseguido que la gente vea arte contemporáneo, y eso ya es importante, son pocas galerías pero bien elegidas. Foro Sur tampoco tiene unas pretensiones muy grandes; la gente poco a poco se va acostumbrando a comprar y algunas cosas se han vendido.

-Por último, Santiago Sierra, uno de los artistas de su galería, se ha visto envuelto en la polémica al rechazar el Premio Nacional de Bellas Artes.

-Santiago Sierra es un artista muy político, esa es su especialidad. Y pone siempre los dedos en la llaga, en donde hay un mal él está allí, después desaparece, porque si no algún día le pegarán un tiro (risas). Es un gran artista, el único que es conocido fuera de España, el único artista español conocido en el extranjero. Todo el mundo lo conoce. Su última exposición en mi galería consistió en un vídeo titulado 'Los penetrados'.

-Ángela de la Cruz también trabajará próximamente con usted.

-Estoy muy contenta por su nominación al prestigioso premio Turner, pero quede muy claro que esta exposición que va ha hacer conmigo ha sido programada hace dos años, creo que es bueno que se sepa.

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