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ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ rosanchez@hoy.es
Domingo, 30 de enero 2011, 17:08
Los empresarios chinos pagan los mismos impuestos que los españoles, no existe ninguna diferencia. Sí es cierto que cuando se monta un negocio, durante los primeros años se producen más gastos que ingresos, por lo que no es necesario pagar impuestos ya que éstos se abonan en función de los beneficios. Pero esto se aplica a cualquier empresario, sea de la nacionalidad que sea. Desde Gestha (Sindicato de Técnicos de Hacienda), su portavoz, José María Mollinedo, describe el caso: «Los créditos que se piden para montar un negocio se suelen pagar en los dos o tres primeros años, por lo que durante ese período no se generan ganancias, por eso no se pagan impuestos. Si a esto se añade que al principio, cuando hay poca actividad, muchos de los comercios chinos viven en la economía sumergida (al igual que hacen muchos españoles), pues se llega a los cinco años. Por eso hay gente que dice que los chinos están los tres o los cinco primeros años sin pagar». Y añade: «También puede ocurrir que declaren menos ganancias de las que tienen, pero ésta es también una práctica habitual entre los españoles. De todas formas, esa economía sumergida (de pequeños comercios de cualquier nacionalidad) representa un porcentaje pequeño. El grueso de la cuestión está en las grandes fortunas, y esas no se investigan».
Liang Chen, de 31 años y dueño del bar 'La bellota extremeña', en Badajoz, apunta: «Mucha gente viene a preguntarnos que si pagamos lo mismo. Nosotros hacemos todo igual que los españoles».
Doble imposición
«También se dice que existe un acuerdo comercial entre España y China para eludir las tasas, pero eso tampoco es verdad. Hay un convenio entre España y China (el mismo que está en vigor con otros países como, por ejemplo, Alemania, Reino Unido y Portugal), pero éste lo que regula es la doble imposición, es decir, evita que las empresas chinas que tiene sede en España así como las españolas asentadas en China hayan de pagar impuestos en ambos países», explica el portavoz de Gestha. Y de esta mezcla surge la leyenda. «Otra historia son las horas que le dediquen al trabajo, porque ellos tienen otra mentalidad», agrega.
Los restaurantes chinos han de pasar los mismos controles sanitarios que el resto de establecimientos del sector, no hay excepciones. Sin embargo, no es extraño haber oído o leído historias 'típicas' acerca de aquel cliente que se encontró un diente de rata en su comida. O incluso otra leyenda que circula por Internet sobre otro cliente que estaba cenando en un restaurante chino, empezó a sentirse mal y acabó en Urgencias. Por lo visto, cuando le hicieron una exploración, descubrieron que se había tragado un microchip (el dispositivo que han de llevar perros y gatos para poder localizar a sus respectivos dueños) y lo tenía en el estómago. Son rumores que nunca se llega a comprobar que sean ciertos, pero cuya propagación funciona muy bien.
El empresario extremeño Marcelo Muñoz, que fue el primer español en montar un negocio en China, país donde ha pasado largas temporadas, asegura que allí es normal comer carne de perro y gato «porque crían a estos animales en granjas, al igual que aquí en España se hace con las ovejas». Sin embargo, según publicaba el rotativo chino 'Global Times' el pasado año, Beijing ya ha tomado la decisión de prohibir el consumo y venta de carne de estos dos animales.
Liang Chen dice que, según lo que él conoce, «en China nadie quiere comer gatos, pero perros sí, alguna gente los come, pero no todo el mundo». Pero deja claro que eso ocurre en su país: «En España es imposible encontrar carne de perro o de gato en un restaurante porque está prohibido, además la gente aquí no los quiere comer».
No obstante, hay quien todavía 'bromea' asegurando que alrededor de un restaurante chino es difícil encontrar un gato vivo, sin embargo, como se explicaba al principio, cualquier establecimiento que se dedique a la hostelería en España, sea de la nacionalidad que sea, tiene que pasar una serie de controles sanitarios y de calidad.
El gran respeto a los antepasados es una de las características de la filosofía confuciana, tal y como asegura el empresario Marcelo Muñoz, quien conoce muy bien esta cultura. Hay una explicación muy lógica para esa leyenda urbana que circula libremente acerca de que 'no se sabe qué pasa cuando se muere un chino porque nadie ha visto nunca un entierro', un chisme que desemboca directamente en afirmaciones como 'hacen desaparecer el cuerpo en las cocinas de los restaurantes, convenientemente aderezado'. Liang Chen expresa: «Esa historia sí la he escuchado. Nosotros llevamos poco tiempo en España, apenas 30 ó 40 años, y la gente que viene es muy joven, no pasa lo mismo en otros países como Estados Unidos, donde sí llevamos más tiempo y donde sí hay entierros».
Incineración
Chen explica que, normalmente, cuando la persona deja de trabajar porque ya es mayor («que suele ser a partir de los 55 años»), vuelve a país, «porque lo normal en China es que todo vuelva a su origen, a su sitio, así lo marca la tradición, por eso aquí no hay entierros, porque los ancianos regresan para morir allí». De todas formas, «lo normal es nuestra cultura es la incineración, por lo que si algún chino muere aquí en España por accidente, por ejemplo, se incinera aquí y después se llevan las cenizas a China. Eso está permitido».
Relacionada con esta leyenda urbana existe otra que asegura que 'cuando un chino muere, sus papeles (documentos de identidad, en general) pasan a otro chi no, porque todos se parecen'. De hecho, dicen que en ciudades como Madrid, por ejemplo, hay varios taxistas chinos que comparten la misma licencia porque es difícil para un español distinguir quién es quién. Liang Chen defiende a los suyos de esta acusación: «Eso nunca lo había escuchado. Es imposible que pase porque todo el mundo en su carné de identidad tiene la huella dactilar, no se puede mentir», asegura.
Circula una historia por la Red en la que se cuenta el supuesto caso de un matrimonio que fue a comprar a una de los grandes bazares orientales que hay en el polígono industrial El Nevero de Badajoz. Resulta que el marido se quedó esperando en el coche mientras la mujer hacía sus compras. Como ella tardaba mucho, él decidió entrar a buscarla y, después de preguntar a los dependientes y de que nadie le dijera nada, miró en todos los pasillos hasta que se la encontró en una habitación escondida: la mujer estaba atada en una silla y sedada porque iba a ser víctima del tráfico de órganos... La historia pasó de boca en boca hasta que todo Badajoz la conocía, pero nunca se comprobó que aquel episodio pasara de verdad. Eso sí, hizo daño.
El rumor del tráfico de órganos viene a raíz de que, a pesar de que en China esta práctica fue declarada ilegal en 2007, sigue siendo un negocio pujante. Y asusta.
Por otra parte, la capacidad que tienen los comerciantes chinos de crecer rápidamente y abrir grandes naves en sitios clave, 'mosquea' bastante. «Las tiendas no son tapaderas de nada (puede haber excepciones como las hay entre los españoles o entre los franceses). Ellos trabajan en red, con empresas chinas de aquí y de allí. Se enriquecen básicamente porque trabajan mucho y ahorran mucho, y por su concepción confuciana de la vida: trabajan para las generaciones siguientes», explica el empresario Marcelino Muñoz.
Liang Chen añade: «Los productos chinos son baratos porque cada cosa tiene poca ganancia. Se venden muchas cosas pero se gana poco con cada una de ellas, pero al final se gana mucho. Hay artículos que se fabrican en España y otros que se traen de China. Hay una venta al por mayor muy grande. El chino es distinto del español, no quiere un trabajo fijo, sino su negocio y trabajar con la familia». En su bar, 'La bellota extremeña', están él, su mujer y su hermana.
Una misma familia maneja numerosos negocios de distintos sectores. Es difícil encontrar a un empleado dentro de alguna de estas empresas que no tenga relación familiar. «En Badajoz sólo está mi bar, pero mi familia varios tiene negocios en Cataluña y Murcia, son restaurantes», indica Liang Chen.
Lo usual en una comunidad china es que sus integrantes se presten grandes cantidades de dinero con total naturalidad. No es costumbre que acudan a los bancos para pedir préstamos. Ellos se ayudan mutuamente sin necesidad de financiación externa; es por esto que siempre tienen posibilidades de iniciar un negocio nuevo, debido a que cuentan con un respaldo económico que lo permite.
Por otra parte, el hecho de que los préstamos sean 'familiares' motiva que casi todas las compras que hacen las paguen en metálico. «Se dejan dinero entre ellos con gran facilidad y generosidad», apunta Marcelo Muñoz. Y pueden hacerlo, prosigue, «porque disponen de mucho dinero. En su cultura, el ahorro es fundamental. Como dato relevante, el ahorro en China representa el 40% del PIB (Producto Interior Bruto), mientras que en España la cifra se sitúa en el 7,5%».
Liang Chen confirma este dato y añade: «Los bancos no nos dejarían esa cantidad de dinero si se la pidiéramos. Después, cuando lo ganamos, se lo devolvemos a la familia, porque el dinero se presta siempre entre la familia». Ése es otro de los motivos por los que los negocios chinos florecen con tanta rapidez, porque existe una red familiar muy amplia que controla varias empresas a la vez y que permite que se apoyen económicamente unas a otras.
Los prestamos pueden venir de familiares que están en España o de otros que permanecen en China. Según el técnico de Hacienda, José María Mollinedo, «el primer préstamo que piden es para comprarse el billete de avión para venir aquí. Y después lo van devolviendo poco a poco».
De la misma provincia
Como nota relevante, habría que destacar que la mayoría de los chinos que vienen a España proceden de la misma zona, una provincia situada en el sur: «Se llama Zhe Jiang». Allí, la tradición de emigrar a Xibanya (España) va pasando de generación en generación.
«China va a ser el centro del mundo, pertenece a otra civilización y más nos vale abrirnos y salir de nuestra 'aldea' con una visión global y sin hacer caso a leyendas infantiles», sentencia el empresario extremeño Marcelo Muñoz.
Cuando un oriental se dispone a jugar en una máquina tragaperras suele atraer más de una mirada. Otro de los 'cuentos chinos' extendidos sobre esta comunidad es que ellos saben cómo funcionan estas máquinas; la supuesta teoría es que como se fabrican en China, se conocen el sistema para hacerse con el premio gordo. Incluso se llega a decir que son capaces de estudiarse las series de memoria. «Eso es una leyenda urbana totalmente. Nosotros tenemos muchos clientes orientales, son buenos clientes, muy tranquilos. Y es imposible que sepan cómo funcionan esas máquinas porque no lo sabemos ni nosotros (éstas están planificadas para no ser predecibles y devolver solamente el 70% de lo que se juega), nunca hemos notado que ganen más que otros, nunca hemos tenido que poner una vigilancia especial. Lo que sí es cierto es que son usuarios muy habituales porque en China el juego no está permitido», explican desde el Casino Extremadura, en Badajoz.
Su afición al juego provoca que pasen bastante tiempo delante de las tragaperras, por lo que sus probabilidades de ganar son más altas, «pero se gastan mucho dinero, yo conozco a gente que ha perdido el sueldo entero», asegura Liang Chen. Él reconoce que, de vez en cuando, visita el Casino Extremadura con unos amigos. «El 90% de las veces se pierde el dinero», asegura.
Q ué es verdad y qué es mentira acerca de los chinos? Diversas leyendas urbanas (mentiras aceptadas) giran en torno a esta comunidad. Algunas parten de hechos verídicos, pero éstos se exageran y acaban mezclados con elementos ficticios. Así, nacen mitos que corren como la pólvora a través del boca o boca o, cada vez más, a través de la Red. Estas historias inventadas suelen tener consecuencias muy negativas para sus protagonistas. He aquí las principales leyendas urbanas sobre chinos y sus explicaciones racionales.
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