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L. E.
Lunes, 31 de enero 2011, 01:11
Un chascarrillo circula estos días por los círculos políticos y por Internet: «Extremadura ha aprobado una Ley de Cajas aunque no las tiene». Con el comentario -bastante malintencionado- se quiere expresar que Caja Badajoz y Caja Extremadura han pasado a ser controladas desde fuera de la región.
Con independencia de que la exageración sea mayor o menor, lo cierto es que el gran miedo en muchos ámbitos está en una hipotética desaparición de la obra social. Las dos entidades lo niegan de todas las maneras posibles. Incluso han llegado a afirmar que precisamente han elegido la figura del SIP para fusionarse porque garantiza su mantenimiento.
El experto en banca Javier Bardají no opina así. Para él, está abocada a la desaparición en el actual modelo, y su futuro pasa por convertirse en una redistribución vía impositiva.
Es decir, los impuestos que genere una entidad financiera por su actividad serán redistribuidos por el Gobierno dentro de sus políticas sociales.
Miguel Ángel Rodríguez Castellano, de Csica, opina que la obra social seguirá existiendo por un tiempo para no alarmar a la población, pero está abocada a la desaparición en el futuro.
Mucho más optimista es el consejero de Hacienda, Ángel Franco, quien opinó el pasado miércoles que la Junta apoya la reforma para recuperar la confianza en las entidades financieras y permitir la captación de fondos.
Sin embargo, «ha velado y seguirá velando» por que las cajas de ahorro sigan siendo entidades con una «vinculación al territorio que siempre han tenido».
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