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En la isla de Inishfree votan dos días antes que en el resto de Irlanda. A la derecha, Eric Byrne. :: REUTERS
Temor y afán de la nueva República
INTERNACIONAL

Temor y afán de la nueva República

Los laboristas irlandeses buscan aliarse a los liberales y amortiguar sus instintos en nombre de la patria

ÍÑIGO GURRUCHAGA ENVIADO ESPECIAL

Jueves, 24 de febrero 2011, 01:09

El candidato laborista por la circunscripción de Dublín Central Sur se hizo socialista en África. Eric Byrne se había formado como carpintero y se fue en autostop a Sudáfrica, regresando de la misma manera unos años después. Trabajó en barriadas negras de Johanesburgo y al regresar a casa se afilió al Sinn Féin marxistizante del que se habían marchado los 'provisionales' del Norte.

Se casó con la mujer con la que vive, una profesora judía, en un matrimonio que entonces no estaba bien visto por la Iglesia católica a la que pertenecía, y hacía obras en las casas de lo que llama con humor «la rama intelectual del Sinn Féin». Encontró un trabajo en el Ayuntamiento y con el paso del tiempo se convirtió en encargado de supervisar las obras de las contratas. Fue elegido concejal y ha representado al distrito durante treinta años.

Ha sido diputado, dos veces, y ha perdido el escaño una vez por cinco votos y otra por 66. Por eso, aunque los sondeos dicen que Byrne será elegido, él no da nada por seguro. A las once ha quedado con tres colegas de partido frente al hospital pediátrico en Crumlin Road para iniciar la segunda ronda diaria de 'canvassing', la campaña del candidato llamando a las puertas de los electores.

En las últimas cinco semanas, Eric y sus compinches han hecho una ronda a las 8.30 concentrada en padres y madres que llevan a sus hijos a la escuela. A las 11.00, a las 14.00 y a las 18.00 han hecho rondas puerta a puerta en áreas específicas. Ha acudido a varios debates entre los candidatos locales. Tiene 63 años y despliega la energía que suelen mostrar grandes hombres de negocios a su edad cuando están en la cresta de la ola.

Pero, durante hora y media recorriendo el polígono Mary Aitkenhead, el signo más aparente de egotismo es la frase con la que se despide de los vecinos de este bloque de viviendas sociales que apropiadamente lleva el nombre de la fundadora de las Hermanas de la Caridad. «Nos vemos el viernes. Y vota al Partido Laborista. ¡Eric Byrne, número uno!», les dice.

Orden de preferencias

Irlanda tiene un sistema electoral en el que cada votante marca la papeleta con la lista de candidatos señalando el orden de sus preferencias. Los escaños se asignan cuando los votos en primera preferencia alcanzan una cuota porcentual y luego se van añadiendo segundas, terceras... preferencias. Ese sistema hace que que Byrne insista en que le marquen con el número uno para ahorrarse recuentos más arriesgados.

El sistema permite también que se metan en el Parlamento diputados independientes. Los sondeos dicen que el 15% de los electores van a votar mañana por independientes, que con frecuencia, y más en esta ocasión, hacen campañas con el reclamo de que ellos no son políticos.

-¿De qué son idependientes? -se encrespa Byrne-. La esencia de la democracia son partidos políticos, estructuras políticas y programas políticos.

Los independientes y el sistema electoral que los favorece son vistos ahora como fuente de corrupción e ineficacia del sistema político que ha llevado a Irlanda a esta crisis, porque logran sus escaños prometiendo beneficios locales muy concretos. Como el sistema no suele ofrecer mayorías absolutas, los gobiernos quedan a menudo vulnerables al pacto con estos independientes que dependen de su red local de influencias.

Algunos vecinos de este bloque de viviendas sociales también piden al candidato laborista algún favor personal. Una vecina le dice que hacen falta cámaras de seguridad en la parte de atrás de la fábrica que encajona el barrio para detectar a los ladrones. Otra, con aire destartalado y bromista, dice mientras espera en su puerta: «Ah, sí, voy a hablar con él, a ver si me da unas pelas». Aquí, la tarea del candidato es convencer a los vecinos de que vayan a votar.

Lo que les propone este 'político a ras de tierra', como él mismo se define, es un pacto con el partido más derechista y liberal de Irlanda para formar un Gobierno de coalición, que es lo que predicen los sondeos. Hay que votar laborista, según Eric Byrne, para que Fine Gael no obtenga mayoría absoluta y no pueda hacer lo que es necesario hacer a una velocidad excesiva.

-Necesitamos un Parlamento de patriotas. Porque vamos a hacer mucho daño en los primeros cinco años, pero desde la cenizas crearemos los cimientos de la nueva República.

Byrne, carpintero de profesión y capaz de levantar, si no una nueva República, al menos una casa entera desde sus cimientos, no construyó ninguna durante la burbuja inmobiliaria, no hizo compraventas ni operaciones financieras, vive en la casa donde ha vivido siempre. ¿Por qué este socialista quiere ahora que quienes se comportaron como él paguen más impuestos o sufran recortes de servicios para amortizar el delirio capitalista de otros? No responde directamente a la cuestión ética pero enumera los problemas que la justifican: un préstamo de la UE y el FMI que habrá que renegociar porque en esos términos hunde a Irlanda, un déficit que hay que reducir, enormes pagos al Ayuntamiento ya atrasados por alquileres de viviendas públicas o recogida de basuras.

-Temo que, si Fine Gael gobierna en solitario, si en esta circunscripción la gente se queda sin trabajo, sin seguridad social, sin protección, lo inevitable sería un período de alienación social que podría degenerar en violencia, dice Eric Byrne. Ha tomado una sopa y un café -otro café- y le esperan sus compañeros de la ronda de las dos de la tarde.

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