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TANIA AGÚNDEZ
Jueves, 10 de marzo 2011, 09:55
Ocurrió en apenas un instante. En cuestión de segundos la pequeña estaba medio envuelta en llamas. Todo sucedió el pasado viernes día 4 a mediodía cuando una niña de Badajoz sufría quemaduras por distintas partes del cuerpo después de que saliese ardiendo el disfraz de carnaval que llevaba puesto.
La menor, de seis años de edad, llegaba a su casa junto a su padre en torno a la una y media. Vestida con un traje que imitaba el atuendo africano, regresaba de la fiesta que había organizado el colegio en el que estudia con motivo de esta celebración carnavalera.
Al llegar a su domicilio, la pequeña se fue a jugar a su habitación mientras su padre se disponía a hacer la comida. Aunque su padre le indicó que se cambiara de ropa, sólo se quitó los brazaletes. Un momento después de dejarla en su cuarto, la oyó chillar. Sin perder tiempo, corrió a toda prisa para ver qué le pasaba. Al abrir la puerta, la imagen no podía ser peor. Vio cómo su hija estaba envuelta en llamas. Su disfraz se había incendiado.
«Pasaron sólo unos segundos desde que la dejé jugando hasta que la escuché gritar. Yo iba a llamar a su madre para preguntarle qué ponía de comer», explica el progenitor.
La primera reacción de este pacense fue abalanzarse sobre ella para socorrerla. Así, trató de sofocar el fuego que rodeaba el cuerpo de su hija con sus propias manos, lo que también le provocó quemaduras. Una vez a salvo, la metió en la bañera para rociarle con agua fría.
Rápidamente, su padre la llevó al centro de salud de la barriada de San Roque de la capital pacense, donde residen, y de allí fue trasladada de urgencia en una ambulancia al hospital Materno-Infantil, donde permanece ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) desde entonces.
Según ha explicado la niña a sus padres, el incendio fue provocado por un mechero que manipuló sin que ellos se diesen cuenta. Ambos desconocían que había accedido a este dispositivo, que tenían guardado en un cajón de la cocina para mantenerlo fuera del alcance de sus hijos. «Siempre les hemos dicho que no tienen que tocar ni coger mecheros ni cerillas. Por eso al preguntarle qué había pasado no me lo quería contar, porque decía que me iba a enfadar. Si pudiera, me cambiaría por ella», comenta su padre visiblemente afectado por el accidente.
Recuperación lenta
La menor sufre quemaduras de segundo y tercer grado en el 60% de su cuerpo. Sus padres han confirmado que se encuentra estable dentro de la gravedad. «El equipo médico, que es estupendo, nos han dicho que la recuperación va a ser lenta», añade la madre.
Han decidido interponer una reclamación ante la Inspección de Consumo de la Junta de Extremadura con el fin de averiguar si el fabricante ha cometido una negligencia. «Sólo queremos que se investigue y que hagan más controles sobre los artículos que se ponen a la venta. Ha podido pasar en cualquier sitio o en cualquier otro momento. El traje se incendió rápidamente. En la calle o si alguien le roza con un cigarrillo hubiese ocurrido lo mismo. Nosotros lo único que queremos es que no le suceda lo mismo a otro niño y que sus padres no tengan que pasar por lo que estamos pasando nosotros. Estas vestimentas deberían estar elaboradas con telas y materiales ignífugos», aseveran.
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