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El miliciano de la Leica
SOCIEDAD

El miliciano de la Leica

Con el famoso fotógrafo como hilo conductor, 'Tristísima ceniza' es una historia bien documentada sobre un conflicto que marcó la historia de España Un cómic relata el paso de Robert Capa y Gerda 'Taro' por la Guerra Civil

PILAR MANZANARES

Miércoles, 20 de abril 2011, 11:22

Sabemos que Robert Capa fueron en realidad dos personas, Gerda Pohorylle y André Friedman, y que la amante y sombra del fotógrafo, cansada de diluirse tras la figura de un hombre, tomó en 1937 su camino como Gerda Taro. En esa fecha donde arranca 'Tristísima ceniza. Un tebeo de Robert Capa en Bilbao'. La fuerza expresiva de los dibujos de Iñaket junto a la labor documental de Mikel Begoña nos acercan a los trágicos días en que, más allá del destino de una historia de amor, se decidía el futuro de España.

Historias que se quedaron en el frente y fueron olvidadas regresan a nuestra memoria en forma de viñetas para hablarnos de aquella batalla en el monte Sollube, de Francisco Artasánchez, el nadador que cruzó el Atlántico, o de Esther Zilbelberg, conocida como Juanita Lefèvre durante su época de resistente en el País Vasco.

Gerda y Robert

Se conocieron en París. Sus ideas antifascistas y su pasión por la fotografía les unieron. Pasaron de amigos a enamorados y de ser uno a separarse cuando ella, cansada de la firma común 'Capa' que usaran indistintamente para las imágenes de ambos, decidió firmar como 'Taro'.

Aquella primera fotógrafa en la línea de fuego tuvo una corta carrera de apenas tres años supeditada casi por completo a la Guerra Civil, donde murió, ironías de la vida, a consecuencia de las heridas causadas cuando un tanque republicano le pasó por encima en Brunete.

Capa jamás olvidó a su compañera y cuando publicó 'Death in the Making' con fotos de la guerra que ambos habían hecho le dedicó el libro con estas palabras: «For Gerda 'Taro', who spent one year at the Spanish front and who stayed on» (A Gerda 'Taro', que pasó un año en el frente de España, y se quedó).

Esa nostalgia, e incluso la culpa que Capa asumió por haberla dejado sola, se reflejan en el cómic con la misma elegancia con la que se movió aquella «pequeña rubia» que no pudo acudir a la cita que un 1 de agosto de 1937 en París tuvo con su amante para celebrar su 27 cumpleaños.

«Por encima de nuestra libertad personal y aun de nuestras vidas está la causa por la que luchamos», le dijo Gerda. Y así fue.

Consiguiendo vehículos para trasladarse y dejar constancia de aquello que sus ojos veían, arrastrándonos por diversos frentes y a través de sus conversaciones con los milicianos que se encontraba, Capa se convierte en el hilo conductor de esta historia plagada de vidas que fueron reales.

Fuga por mar

De camino a Sollube, Capa conoce a Francisco Artasánchez, uno de los jóvenes que se presentaron voluntarios para combatir contra el fascismo. Poco se imaginaba aquel miliciano que años más tarde protagonizaría una de las fugas más novelescas que hayamos conocido.

Encerrado en el campo de concentración de Arsenal de la Carraca (Cádiz) conoció a Constantino del Pozo 'Chaval', de quien se haría amigo inseparable. Los dos, trasladados a un nuevo campo en Algeciras, vieron que era difícil salir con vida de todo aquello y la noche del 28 de abril de 1940 decidieron atravesar a nado el Estrecho de Gibraltar.

Tras ocho horas y gracias a que 'Chaval' pudo arrastrar en parte de la travesía a su exhausto compañero lo lograron. Sus vidas habían vuelto a comenzar. La pertinente y bien elaborada documentación que este cómic nos ofrece a modo de epílogo deja constancia, entre otras muchas vidas, de la de una mujer que en las viñetas Capa confunde con Gerda.

Ella es Esther Zilberberg, alias 'La Belga', 'Estoucha' o 'Juanita Lefèvre', una combatiente que en el invierno del 36 trabajó como asistente sanitaria en el frente con el Batallón Perezagua hasta que resultó herida.

Los autores de 'Tristísima ceniza' encontraron en el primer número de la revista 'Mujeres' (publicada por el Comité de Mujeres Antifascistas de Bilbao) un artículo firmado por ella escrito tras su recuperación.

Así, entre los azules que marcan los trazos de Iñaket y los secretos bien hilvanados por Mikel Begoña, nos acercamos cada vez más al final de una historia que nos redescubre los 'bombones' inéditos de Capa.

Las fotos perdidas

Imre Csiki Weisz, ayudante de Capa, quedó al cargo del archivo del fotógrafo cuando este huyó de Francia a Estados Unidos en el año 1939.

Cuando los alemanes entraron en París, Weisz huyó llevándose consigo lo que parecían ser tres cajas de bombones. En realidad, en cada casillero de estas se escondían 126 rollos con los negativos de imágenes tomadas por Capa, 'Taro' y David Seymour, 'Chim'. Pero el ayudante fue detenido en Marsella y enviado a un campo de concentración en Argel y las cajas acabaron en manos de un diplomático y general mexicano, Francisco Aguilar González.

Nadie sabe qué pasó realmente ni por qué desaparecieron, pero este Santo Grial de la fotografía fue encontrado en 2007 en lo que se llamó «la maleta mexicana», 4.500 imágenes que fueron exhibidas el año pasado en Nueva York.

Y aun aguardan más perlas en este delicioso tebeo que, con elegancia y belleza, retrata uno de los episodios que más ha removido las conciencias de nuestro país.

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