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CRISTINA NÚÑEZ
Sábado, 18 de junio 2011, 13:11
Entre el 1 de enero y el 31 de diciembre, un año con todos sus días y todas sus semanas, hay una enorme mina de pensamientos e ideas, de inspiración. Tomás Pavón (Cañaveral, 1959) ha cribado sus columnas publicadas en este diario de 2003 a 2006, que aparecieron bajo el nombre de 'Contraplanos' y les ha dado un nuevo orden. Y así, estos escritos toman una dimensión diferente, se convierten en almanaque, un calendario a medio camino entre el periodismo y la literatura en la que el autor ofrece una 'Cara B' de la realidad. 'Almanaque' (Editora Regional) surge mientras Pavón perfila una nueva novela.
-¿Cómo concibe la columna?
-Es un material literario más, una forma de hacer literatura con una satisfacción muy grande, que es que tienes la inmediatez del lector. Ese juego a mí me gusta. Hasta que no ordené todos los artículos no me di cuenta de la cantidad de cosas en común que tiene escribir un diario y una columna. Por la subjetividad, por el sentido de libertad con el que escribe un columnista y con el que se escribe un diario y porque el columnista, en lugar de reflejar la realidad, la interpreta. Un ejemplo: un periodista cubriría las rebajas intentando reflejar los precios. Para mí las rebajas son ese momento en el que te quedas desnudo frente al probador, tú solo.
-¿Un columnista arrastra todo el día esa misión de fijarse en las cosas?
-Sí, sí. Además que son columnas muy elaboradas, que no se tarda media hora en hacerlas.
-¿Cuándo uno deja de escribir la columna se siente vacío?
-No, yo no quiero eternizarme en un medio de comunicación, porque acabas viviendo para la columna. Unamuno decía que el que lleva un diario al final no vive por vivir, vive para que le pasen cosas y escribirnos en el diario. Durante una temporada está muy bien, pero luego tienes que seguir con otras cosas. Me gusta variar distintos estilos, no me gano la vida con la literatura, son cosas que se hacen porque te diviertes y lo pasas bien.
-¿Cómo era la relación con los lectores? ¿Le decían algo?
-Sí, la gente te comenta cosas, sobre todo que des más caña. También hay halagos, pero que es mejor no tomarse en serio.
-Con esta rapidez de Internet, ¿tiene futuro la columna?
-Yo creo que la columna está en muy buen momento, porque ahora la literatura tiende a la brevedad y a la fragmentación. La novela es cada vez más breve. Ahora hay más columnistas que nunca, y su lectura se presta mucho a esta vida acelerada.
-Sus columnistas favoritos...
-Me gustan los columnistas que hacen más literatura que columnas: Manuel Vicent, Manuel Rivas, Trapiello, Joan Barril, Millás. Y Manuel Alcántara es buenísimo.
-¿Qué escribe ahora?
-Una novela muy fragmentaria. El protagonista es un chaval de veintitantos años, un universitario preparado, pero que está haciendo un trabajo que no tiene nada que ver con lo que ha hecho, vive con los padres...
-Un indignado. ¿Le ha inspirado este movimiento?
-Más que inspirarme me han reafirmado en la idea de que la imagen que se da de ellos es falsa: no son vagos, ni borrachos... Creo que es la generación de jóvenes que peor lo está pasando. El personaje de la novela encarna eso.
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