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EN LA MÁS PURA TRADICIÓN LUSA
TOROS

EN LA MÁS PURA TRADICIÓN LUSA

HOY pasa un día con el grupo de Forcados Amadores de Arronches en Cabeço de Vide

ESTEFANÍA ZARALLO

Domingo, 7 de agosto 2011, 13:22

Yo me he fracturado la tercera vértebra cervical y la quinta lumbar, las costillas, la nariz y los dedos de los pies. He tenido una cornada interna de 15 centímetros y me pusieron una válvula.». Ricardo se para un momento a pensar. No recuerda si se ha roto algún hueso más o si sufrió algún percance que pasa desapercibido en este improvisado recuento en su memoria. Trabaja para una aseguradora, tiene 36 años y es padre de familia. Vive en Arronches (Portugal). A simple vista lleva una vida tranquila que no debería reportarle tantos problemas físicos de no ser porque, desde 1998, Ricardo Nunes es forcado. La pregunta es inevitable. ¿Qué le motiva a ponerse delante de un toro con más de un accidente con los astados a sus espaldas?

«Los forcados no somos tontos, pero sí estamos un poco locos», sonríe mientras responde en un más que correcto español. «Debe ser la adrenalina -añade- porque cuando estás en el ruedo, esos segundos rodeado de tus amigos, el miedo que se siente, la ilusión. No sabría explicarlo con palabras, solo sé que hay que sentirlo».

Esas mismas sensaciones son las que le invaden cuando recuerda a compañeros fallecidos. No puede evitar emocionarse, pero cree que después de cada suceso trágico, hay que vestirse y salir al ruedo con más ilusión que nunca para recordarlo de la mejor forma posible. «Hay que agarrarse a la creencia que cada uno tenga y tirar para adelante», explica Ricardo, que lleva anudada a su muñeca una pulsera con la oración del Padrenuestro.

Muchos aficionados quizás le recuerden a él pero sobre todo a dos de sus compañeros, Fabio y Paulo, tras el percance que sufrió el pasado mes de agosto la joven Noelia Mota en Marbella. Inconsciente en el suelo y a merced del toro, los forcados la arroparon con su propio cuerpo para protegerla del morlaco. Ellos estuvieron en su vuelta a los ruedos en Navalmoral de la Mata y tienen palabras de cariño para la rejoneadora. «Queremos que quede claro que no la protegimos porque fuese una mujer, sino porque un forcado tiene como lema proteger siempre a un herido. Lo hubiésemos hecho por ella o por cualquier otra persona. Noelia es una torera valiente», explica Ricardo, orgulloso del grupo que capitanea.

Pero no es momento para ponerse triste. En apenas unas horas el grupo de Forcados Amadores de Arronches, del que Ricardo es cabo -algo así como el entrenador de un equipo de fútbol- va a actuar en Cabeço de Vide, un municipio de poco más de 1.000 habitantes ubicado en el corazón del Alentejo portugués. HOY va a acompañarles durante todo el día para comprobar la intensidad con la que se vive siendo un mozo.

Intensidad que comienza desde el día anterior, pues los forcados acaban de actuar en el Algarve y han viajado hasta el Alentejo para llegar a tiempo del sorteo, que no tiene lugar en la plaza de toros, sino a las afueras del municipio. Allí se encuentran, en el camión que los transporta, los astados, que pertenecen a la ganadería de Antonio Arribas. «Hay algunos que tienen siete años», indica Ricardo mientras espera que lleguen los representantes de cada uno de los actuantes.

El cartel está compuesto por tres rejoneadores, Marco José, Pedro Salvador y Nelson Limas y tres grupos de forcados: Ribatejo, Portalegre y Arronches. Su actuación también es por orden de antigüedad.

Ricardo Nunes debe ir al sorteo y observar las características de los morlacos pues de ellas dependerá su decisión. El cabo es el encargado de escoger qué personas actúan cada día y en qué posición. El grupo de Arronches cuenta con 36 miembros que se preparan durante el invierno con vaquillas y entrenando con el carretón.

A la hora de salir a la plaza, los más jóvenes van actuando con los animales más pequeños y según crecen se enfrentan a reses mayores. Cuando llega el momento de salir al ruedo, son ocho los hombres que realizan la pega, es decir, la inmovilización del astado. El primero de todos ellos se denomina forcado de cara. Es el encargado de citar al toro y recibir el impacto. Se agarra fuertemente a su cuello, rodeando con su cuerpo la cabeza. Le sigue, justo detrás de él el denominado 'primer ayuda' que debe apoyar a su compañero.

Juntos se ubican las 'segundas ayudas', dos forcados cuya misión es agarrar con una mano un pitón y con la otra el lomo del animal. El quinto en la fila es el 'rabillador' encargado de agarrar por el rabo al toro, mientras que detrás de él se encuentran tres personas más, las 'terceras ayudas', que deben cerrar la pega y servir como unión. Una vez que todo el grupo está agarrado de esta forma y el toro está inmovilizado, se da por concluida la pega.

En Portugal existe una limitación de tiempo. Deben lograrlo en cinco minutos, pero si no lo consiguen, cuentan con un recurso denominado 'pega de cernelha'. «Cuando entran los bueyes salen dos forcados, uno al rabo y otro al lomo y lo ayudan a entrar en los corrales», detalla Ricardo Nunes que recuerda que en España, por el contrario, no existe reglamentación al respecto.

En su opinión, en nuestro país cada vez es más conocida su función en la plaza y saben valorar su esfuerzo, algo que ha sido posible gracias al certamen de rejoneo de Atarfe y a Internet. De hecho, cuentan con su propia página web (http://forcadosamadoresarronches.jimdo.com).

Suelen actuar en unas 20 o 30 ocasiones por temporada, casi la mitad en España. «Este año hemos optado por ir solo a plazas fijas, no a portátiles, excepto Santa Amalia, Montijo o Garrovilla», detalla. El empresario Francisco Cáceres es su apoderado y representante en nuestro país lo que hace también que su presencia en plazas extremeñas sea frecuente.

¡A cambiarse!

La tarde va cayendo en Cabeço de Vide y los forcados van llegando poco a poco a la localidad. Algunos en sus propios coches y otros en pequeños grupos, en furgonetas. Muchos de ellos se han desplazado al salir de trabajar. Ninguno se dedica de manera profesional. Hay estudiantes, albañiles, agricultores. amantes todos ellos del mundo del toro y con unas edades comprendidas entre los 18 y los 50 años, aunque la media está en torno a los 22. Conviene resaltar que tampoco perciben ningún tipo de salario. El dinero que reciben del empresario está destinado a pagar los gastos de desplazamiento, el seguro médico y a cenar todos juntos la noche de la actuación.

Todo el grupo se concentra en unas termas que hay a la entrada del pueblo, pues es en sus vestuarios donde se cambiarán de ropa. Hay tensión en el ambiente. Los toros están fuertes y cada actuación es un peligro. Pero no se percibe miedo. Lo canalizan a través de risas y de un nerviosismo que tan solo se aprecia por algún que otro gesto serio.

Mientras todo el grupo se reúne, Ricardo decide quienes realizarán las pegas. Anota sus nombres en un papel y después, como si de Pep Guardiola se tratase, les explica y motiva en una charla. «Un grupo de forcados tiene mucho en común con un equipo de fútbol. Cada uno tiene su chaquetilla de un color, su sede y cada pueblo apoya a su grupo», argumenta el cabo.

El traje de forcado está compuesto por unas medias de hilo de color blanco, unos pantalones cortos a la altura de la rodilla de color camel rematados con una cinta de raso de color rojo, camisa blanca de manga larga, corbata roja, chaqueta y un fajín. «Nos protege toda la zona de los riñones, la vejiga y el páncreas», detalla Ricardo. La vestimenta se completa con unos zapatos y una barreta, el nombre que recibe el característico gorro que lucen.

Un poco de historia...

Una vez en la plaza, hacen el paseíllo junto a los rejoneadores. Portan un objeto similar a un tridente pero con dos puntas denominado 'forcado'. En él tiene su origen esta tradición que data del siglo XVII cuando los mozos guardaban el acceso al palco real en los cosos. Con ese artilugio sujetaban al toro para proteger el palco, pero si les fallaba directamente lo cogían por las astas, parando a los toros con su propio cuerpo.

Aunque su origen está en Portugal, donde hay decenas de grupos -el más antiguo de ellos el de Santarém, que data de 1915-, también se han extendido al otro lado del Atlántico y hay forcados en Estados Unidos, México o Venezuela, por la llegada a estos países de emigrantes lusos.

En Cabeço de Vide, los forcados de Arronches demostraron una vez más que la pasión de la tauromaquia está por encima de muchas cosas y que es una tradición centenaria a la que aún le queda mucha historia por delante. Basta con escuchar las palabras de Ricardo. «¿Si volviese a nacer?, volvería a ser forcado, pero empezaría antes. Y cuando llegue a los 40 querré estar hasta los 50. Y a los 50 intentaré estar hasta los 60». La sonrisa en su rostro es una clara definición del concepto felicidad.

El sorteo comenzó a las cinco de la tarde, sobre las ocho se vistieron todos juntos y a las nueve y media hicieron el paseíllo en la plaza de Cabeço de Vide. Así es, en imágenes, un día con los Forcados Amadores de Arronches.

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