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OMAYRA RETAMOSA
Jueves, 25 de agosto 2011, 10:53
Los pies de Manuel Rodríguez Sánchez caminan por Antonio Hurtado. Se para frente a un paso de cebra, esperando que la luz verde del semáforo se proyecte y le permita seguir con su trayecto. Segundos después, abre su mochila, que además de llevar colgada una concha, lleva impregnada la historia de un peregrino con solera, residente en Portugalete.
-¿Hacia dónde va?
-He comenzado en Sevilla y quiero terminar, como en otras ocasiones, en Santiago de Compostela. Son aproximadamente 1.000 kilómetro, que tardo en recorrer alrededor de 25 días. La media de kilómetros que recorro al día son 40. Yo reconozco que es demasiado y que debo frenarme y hacer menos, pero si te encuentras bien, el peregrino no tiene más que andar. Comienzo cada día mi camino a las 5 de la mañana.
-¿Desde cuándo hace esta ruta? ¿Ha seguido alguna más?
-Comencé a seguir la Vía de la Plata en el año 1997. En 1998 no la hice pero sí otra vez en 1999. Desde ese año hasta hoy, he seguido esta ruta. También he hecho el camino francés, durante varios años, desde Roncesvalles. Y en otra ocasión, junto con mi hijo hice el camino portugués desde Lisboa.
-¿Siempre hace el camino de Santiago en verano?
-Sí, antes porque era mi periodo de vacaciones. Este año ya he hecho el Camino de Santiago tres veces. El primero lo hice con mi hijo, desde Ponferrada en el mes de junio. La etapa era corta, tardamos solo nueve días. En julio comencé también en Ponferrada, con un grupo de amigos, pero seguimos otra ruta, no la misma que hice en mayo. También tardé nueve días. Y ahora, en agosto voy yo solo, como he dicho desde Sevilla.
¿Cuánto dinero cuesta hacer el Camino de Santiago?
-Cada un tiene sus costumbres, sus gastos, sus limitaciones o su bolsillo abierto. Pero yo he hecho cálculos y suponiendo que vayas a un albergue a dormir, el kilómetro te sale a un euro. Si andas 25 kilómetros (es lo normal para una etapa diaria, aunque él hace 40) pues el gasto sería el siguiente: comer te cuesta ocho o diez euros el menú, para cenar también, y para desayunar tres o cuatro euros. Si te tomas una caña son dos euros, y cinco euros el albergue. Es decir, entre 25 o 30 euros al día. Como había dicho, cada kilómetro cuesta un euro. Si son mil kilómetros, ya está la cuenta echada, alrededor de 1.000 euros, aproximadamente, así por encima.
-¿Qué sensación recorrió su cuerpo el primer año que entró en la Plaza del Obradoiro?
-Fue el 31 de mayo del año 1992. Recuerdo que ese día llegué yo solo, como peregrino, y curiosamente, allí no había nadie que me atendiera. No había tanta atención al peregrino como ahora. La única persona que había allí era la mujer que partía las entradas para entrar al museo. Pero fue emocionante.
-¿Qué sintió en el momento de abrazar al Santo?
-Cuando abrazas al Santo da una sensación muy buena, después de tantos kilómetros. Yo tenía la sensación como si el santo se moviera al abrazarle, una cosa extraña. Ya sé que no se mueve, pero la emoción era grande. En ese momento, te acuerdas de la familia, de otros peregrinos, e incluso de personas que te encuentra por el camino. Un año después (1993), que fue año compostelano, llegamos cuatro personas el mismo día.
-Como veterano, ¿qué consejos daría a los peregrinos principiantes?
-Primero, que hay que cuidar mucho los pies. Cuando los pies se rompen y salen las ampollas, no disfrutas del camino nada. En segundo lugar, se debe entrenar antes de salir a hacer el camino. Yo aconsejaría, para este entrenamiento, llevar una mochila y en ella introducir una botella de dos litros llena de agua. Cuando te canses vas vertiendo el agua, y vuelves a casa. Hay que ir despacio. El primer día, como está uno muy contento, sale como un caballo desbocado, pero de esta forma te salen ampollas enseguida, el cuerpo no está acostumbrado a cargar con ocho o diez kilos más que pesa la mochila.
-¿Algún otro consejo para las peregrinos que piensan hacer el camino en compañía?
-Sí, conviene que tengas mucha confianza con la persona que vas. La convivencia en el camino es bonita, pero como el camino es duro, llueve, hace calor, hay que madrugar, hay que pasar sed, tiene que haber consenso y equilibrio. Si puedes caminar unos días antes con esa persona, mejor.
Con una sonrisa y la ilusión de completar este nuevo camino, Manuel Rodríguez sigue adelante por Cánovas hasta la Plaza Mayor, como desde hace más de una década, porque, como él dice, después de tantos años, a él le gusta entrar en Cáceres por el mismo sitio.
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