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JUAN LÓPEZ-LAGO
Domingo, 25 de septiembre 2011, 20:19
No es lo mismo ser rico en España que serlo en Rusia, igual que un rico extremeño y otro catalán no cuentan el mismo dinero a final de año. ¿Cómo son los ricos extremeños? Pocos, discretos y nada derrochadores.
Hay varias preguntas que hacerse antes de definir a un rico. ¿Lo es el que conduce un Mercedes?, ¿aquel que va a esquiar varias veces cada invierno?, ¿el extremeño que tiene apartamento en la playa? Si hace tres o cuatro décadas la respuesta podía ser afirmativa, hoy día es obvio que un rico ya no se define así. Por exagerado y costoso, una referencia podría ser contratar puntulamente un helicóptero para desplazarse. El servicio más próximo de este tipo es la empresa Inaer en Sevilla. El uso que hacen de ella los extremeños más millonarios es prácticamente nulo.
¿Qué se considera ser rico en Extremadura? Un baremo muy oportuno estos días es el de aquellas personas que deben pagar el recuperado impuesto de patrimonio. Para entendernos, quien declara un patrimonio que ronda el millón de euros, aunque el Gobierno ha situado ahora el tope mínimo de este tributo en los 700.000 euros. Unas 1.450 personas pertenecen a este selecto grupo en la comunidad autónoma, según las bases de datos de Hacienda.
A partir de ahí las fortunas se pueden repartir en tres escalones: entre el millón y los diez millones de euros; a partir de los diez millones y una minoría en la cúspide que se cuenta con los dedos de una mano. Serían los considerados 'Forbes', que han aparecido en los últimos años en ránkings de fortunas españolas elaboradas por diversos medios. Nombres como Alfonso Gallardo, Ricardo Leal (Cristian Lay) o el promotor Valentín Pinilla, entre otros pocos y siempre dentro de una lista, la de multimillonarios, que en Extremadura no suele superar la media docena.
De los citados, todos son líderes nacionales en su actividad. El primero en siderurgia, una actividad que, sin embargo, no pasa por su mejor momento, el segundo en venta por catálogo y el tercero en la construcción. Este último sector es más disputado y también ha estado sujeto a inciertos vaivenes.
Queda claro que el hombre rico extremeño de hoy ya no es aquel terrateniente de mediados del siglo XX. Ahora es empresario y no vive de las rentas tomando champán en un ático con piscina. Es evidente que vive desahogado, pero por las noches se desvela más que cualquier asalariado debido el nivel de riesgo que ha adquirido su actividad, en la que normalmente ha empezado desde abajo.
Por la oficina del asesor financiero Javier Bardají de Badajoz han pasado y pasan algunos de los patrimonios más altos de Extremadura. Si los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) prevén que en torno a 1.450 extremeños deberán declarar el impuesto de patrimonio, Bardají calcula que más o menos 1.000 pertenecen al grupo cuyo patrimonio neto declarado ronda o supera ligeramente el millón de euros. Gente muy rica con patrimonios netos que ronden los diez millones puede haber entre 200 y 300 extremeños y no más de 6 o 8 supermillonarios.
Es la misma estimación que manejan en Renta 4, la sociedad de valores gestora de patrimonio -que este año se convertirá en banco de inversión- con sucursales en todas la capitales de provincia. Su director en Badajoz, Javier Arnelas, identifica a las fortunas extremeñas que manejan entre uno y diez millones de euros como las de aquellos empresarios no excesivamente mayores, de 55 años como mucho, «que han aprovechado los ciclos económicos, sobre todo gente ligada a la construcción y a las exportaciones. Existen, pero la mayoría de la gente que en Extremadura tiene patrimonio no lo posee por las herencias, sino porque en sus empresas han sabido hacer recortes antes de la crisis. El otro gupo minoritario es el de los herederos que han mantenido la tradición de grandes ganaderos de los años años cincuenta y han sido buenos ahorradores».
Todas estas personas adineradas están tranquilas ante la crisis y su actitud es obervadora. «Son gente que conoce los mercados, saben que este es un ciclo económico más y ya han visto otras depresiones. No se asustan sino que aprovechan para comprar», revela Arnelas.
A qué se dedican
Apelando al millón de euros como punto de partida -sin contar la residencia habitual-, ni siquiera profesionales liberales como dentistas o arquitectos alcanzan este umbral en Extremadura, aunque hay excepciones. Si acaso, algún abogado que regenta un bufete de prestigio. Según Bardají, este primer grupo que empezaría a pagar el impuesto de patrimonio lo componen en realidad «aquellos empresarios a los que les ha ido muy bien en los negocios, desde el ámbito de la construcción al de la explotación agrícola, la exportación con éxito de algún producto o incluso algunos casos puntuales relacionados con la hostelería».
En el siguiente grupo, a partir de los diez millones, se encuentran «los privilegiados del escalón anterior». Al margen de los que se han arruinado, que no hay que obviarlos, quienes conservan hoy este estatus un punto superior al de 'rico' son aquellos empresarios referentes de su sector en la comunidad autónoma. Son los que han dado en el clavo enlazando un negocio con otro, han sabido capear la competencia, bien absorbiendo otras empresas de su sector o bien innovando o diversificándose en el momento oportuno. En definitiva, han crecido más que el resto.
Ellos son quienes realmente crean empleo en Extremadura. En este caso prácticamente el 99% tributan en la región. Para Bardají, aquí está el riesgo de gravarles un impuesto de patrimonio que solo se aplicara en la región, ya que «la mayoría mudaría su domicilio fiscal a otra comunidad. Y es que si esto supone ahorrar cada año cientos de miles de euros, entonces empieza a flaquear el amor a la tierra», vaticina este experto.
El perfil de estos ricos es complicado de dibujar porque se trata de un grupo muy heterogéneo. En general, son poco exhibicionistas, aunque los hay con barcos atracados en puertos deportivos a menos de cuatro horas de Badajoz, como los de Cádiz o Huelva, si bien viajan en clase turista cuando cogen un avión y casi ninguno conduce los modelos más caros de marcas como Mercedes o Jaguar.
Se conforman con un Mini y suelen ser discretos «hasta el punto de que hay casos en que ni la esposa sabe la cantidad de dinero que tiene el marido», dice Bardají. Además, por norma general, coinciden quienes les gestionan el patrimonio, el rico extremeño es «poco viajero y muy hogareño», por lo que no se le identifica tan fácilmente.
Además, puede llegar a ser tan trabajador como tacaño, ya que lo habitual es que tenga intención de dejar, si no una buena herencia, al menos el futuro de sus hijos y nietos lo más asegurado posible. Esto les impiden instalarse en una vida de derroche. De forma gráfica, alguien que conoce a unos cuantos millonarios extremeños asegura que estos madrugan más que sus empleados para estar a las ocho en su oficina y son capaces de cambiar de bar para tomar el desayuno cuando comprueban que ha subido diez céntimos el café.
Mucho se ha hablado recientemente de esta medida fiscal para gravar a los más ricos. El gobierno de Zapatero la impuso pero la anuló en 2008 y ahora la ha recuperado de nuevo. El presidente extremeño José Antonio Monago es el único en el seno del PP que lo quiere, en contra de la opinión de Rajoy.
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