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Junta y Ayuntamiento evalúan el estado de la chimenea de la mina de la Esmeralda
CÁCERES

Junta y Ayuntamiento evalúan el estado de la chimenea de la mina de la Esmeralda

Tras la denuncia de la asociación La Cañada, las administraciones encargan informes técnicos que valoren los restos mineros

MARÍA FERNÁNDEZ

Jueves, 29 de septiembre 2011, 10:48

El aviso de la asociación La Cañada, que advirtió el pasado fin de semana del riesgo de derrumbe de la chimenea de la mina de la Esmeralda, no ha caído en saco roto. De momento, no se conoce el alcance de los posibles daños del preocupante aumento de longitud de la grieta, pero tanto el Ayuntamiento como la Junta de Extremadura se han preocupado del asunto y han encargado informes que valoren los restos mineros. Los técnicos municipales ya tienen el aviso de visitar la zona, evaluar la situación y elaborar un estudio que reseñe su estado real. En primer lugar se realizará una inspección ocular y si se aprecian daños que puedan afectar a la estructura, se procederá a comprobar si hay riesgo de desplome, fisuras activas e incluso problemas en el suelo. En las conclusiones del estudio también se apuntarán las recomendaciones de los técnicos para solucionar el problema. Por su parte, la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura también ha encargado un estudio sobre la zona afectada.

La mina es uno de los restos históricos más importantes del Poblado Minero de Aldea Moret, recientemente declarado Bien de Interés Cultural. Es la única que conserva la chimenea de los viejos hornos, que actualmente es uno de los iconos estéticos de Aldea Moret. Asimismo, también constituye el único ejemplo de las torres de acero de las instalaciones que abastecían de agua a Cáceres. La mina de fosfatos tenía una extensión de 120.000 metros cuadrados y tuvo su concesión el 3 de junio de 1978, aunque la construcción es anterior.

David Barcenilla ha dado la voz de alarma. «Mirando no se hace nada. La consejería debe actuar. Y digo yo que evaluar esto costará menos que quitar un escudo», sentencia. La receta a seguir está clara a ojos de Barcenilla: «En primer lugar, es urgente comenzar por aquí y que lo que esté en pie no se caiga. Después que se haga hincapié en la limpieza y vigilancia de la zona. A partir de ahí, recuperar el entorno, vallarlo, señalizarlo e iluminarlo», explica. «La gente está ahora desilusionada, con el alma en los pies, pero en cuanto se haga algo, los vecinos recuperarán la ilusión de lo que un día fue el poblado minero», cuenta. El líder vecinal recuerda el compromiso del uno por ciento cultural. Y es que la Ley de Patrimonio Histórico obliga a destinar al menos esta cantidad de los contratos de obras públicas a tareas de conservación del patrimonio.

La mina de la Esmeralda tiene doble protección. Por un lado, está incluida en la declaración de Bien de Interés Cultural del poblado minero con todo lo que ello significa: protección del valor histórico o autorizaciones para obras o modificaciones. Pero además, está dentro del catálogo de bienes protegidos del Ayuntamiento de Cáceres. El terreno no pertenece al Consistorio, pero una vez que la gestión urbanística se active debería pasar a manos municipales. Hay otra vía para adquirir la propiedad a través de, por ejemplo, una expropiación.

Valor incalculable

Preguntado al respecto del valor de esta arquitectura industrial protegida, el historiador Fernando Jiménez Berrocal asegura que es incalculable. «Hay que hacer lo posible porque esa vieja chimenea siga como testigo de un tiempo pasado. Y si no queremos olvidar aquel tiempo necesitaremos esos restos», cuenta. «La chimenea data de las últimas décadas del siglo XIX y las viviendas que hay en el entorno fueron las primeras, por lo que son incluso anteriores al poblado».

Por su parte, Víctor Santiago Tabares, que siguió de cerca el proceso de declaración, aboga por un trabajo intensivo. Durante el tiempo que duraron los trámites, era concejal de Innovación. «Sería necesario una intervención inmediata, aunque en primer lugar habría que elaborar un informe del estado en que se encuentran cada uno de los edificios, para ir protegiendo lo más urgente», analiza. «Los vecinos están cumpliendo con su misión de presionar, y las administraciones deben ser conscientes de que cuando hablamos de patrimonio, no todo es la ciudad monumental», señala.

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