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La abuela de Extremadura
SOCIEDAD

La abuela de Extremadura

La mujer más longeva de la región cumple 109 años. Teresa Acedo Acedo lo celebró ayer viernes en la intimidad con sus cinco hijos

ANTONIO ORTIZ

Sábado, 1 de octubre 2011, 12:00

Es indudable que alcanzar la longevidad ha fascinado a los pueblos desde siempre. Por eso resulta realmente fascinante que haya personas centenarias, algunas muy cerca de nosotros, que todavía viven. Y lo que es más extraordinario: que gocen de buena salud. En esta categoría se encuentran algunos extremeños, pero ninguno alcanza la friolera de 109 años, como le ocurre a Teresa Acedo Acedo, la mujer más longeva de Extremadura. Una mujer nacida en Ribera del Fresno, que ayer viernes, precisamente un día antes de la celebración hoy del Día Internacional del Mayor, hubiese tenido que apagar 109 velas de no ser porque no hay pulmones que lo resistan, ni siquiera los de Teresa. Y no porque tenga algún tipo de achaque, ni mucho menos. Los tres hijos que viven con ella (de los cinco que tiene) confirman que anda bien de salud, aunque la vista y el oído acusen el obligado paso de los años. En cambio, «el corazón le funciona como un reloj», comenta su hijo Fernando, soltero, de 80 años de edad, que vive con ella en el número 17 de la calle ribereña Meléndez Valdés, en compañía de dos de sus hermanas, también solteras, Isabel (la mayor, de 83 años de edad) y Ángeles.

Teresa Acedo lleva camino de alcanzar todos los récords de longevidad, está a un solo año de convertirse en supercentenaria (persona que ha vivido al menos 110 años) y tiene cuerda para rato. Su rostro deja entrever la mujer guapa que tuvo que ser, todavía hoy conserva un buen semblante y un 'cutis de seda'.

Tras enviudar en 1984, en la actualidad vive feliz como madre de cinco hijos (dos varones y tres hembras), 11 nietos y 23 bisnietos (y otro que viene de camino).

La vida de Teresa se inició en Ribera del Fresno, donde nació en la calle Hoyos, donde permaneciendo hasta 1934. Desde entonces su vida transcurre en la calle Meléndez Valdés junto a su marido y sus hijos. Su marido trabajó siempre en el sector de la construcción y ella como buena ama de casa se ocupaba de las labores domésticas, destacando por su habilidad con el ganchillo y bordando todo lo que caía en sus manos. Sus hijos la retratan como una madre con convicciones profundamente cristianas, buena conversadora y muy familiar, poco dada a salir de casa salvo para ver a la familia. No tiene inconveniente en declararse una persona de derechas, aunque habla bien de Vara por el detalle que tuvo hace dos años mandándole un ramo de flores por su 107 cumpleaños; y del entonces alcalde de Ribera, Antonio Fernández (IU) que también se acordó y le regaló una placa conmemorativa.

Pero lo que más ilusión le hace es que la visiten sus nietos y biznietos, con los que conversa largas horas porque «la rejuvenecen», cuentan sus hijos. Todos los días se levanta al mediodía y se entretiene conversando con ellos. La televisión no le interesa, debido a los problemas en la vista y su escasa audición, aunque todavía sigue reconociendo a la gente. También espera ansiosa la visita del cura de Ribera, Antonio Pina para comulgar. Es algo que suele hacer a menudo, aunque como recuerdo imborrable de sus cumpleaños queda en su retina aquel 30 de septiembre de 2002 en que cumplió 100 años y su casa se llenó de ramos de flores.

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