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PILAR ARMERO
Viernes, 18 de noviembre 2011, 10:43
Valeriana Candeleda está leyendo 'Crepúsculo', de Stephenie Meyer. Ha terminado hace nada 'Los pilares de la tierra' y se ha metido en harina de otro costal con la literatura de moda entre los adolescentes de medio mundo. No es que ella sea precisamente una chiquilla (el miércoles cumplió 100 años) pero todavía tiene fuerza suficiente para aguantar hasta las tantas de la noche entre los libros que tanto le gustan y su otro vicio vespertino, las partidas de tute perrero.
El oído le falla, pero no la vista con la que se enfrenta sin complejos tanto a las páginas de los libros que caen en sus manos como a las cartas de la baraja.
La misma edad tiene desde septiembre Agustín García. Otros dos vecinos: Máxima García Ovejero con 102 y Adelaida Peña que cumplirá 104 el 16 de diciembre, completan el grupo de los centenarios de Cabezabellosa. Esta localidad de apenas 400 residentes situada en el norte de Cáceres, entre los valles del Jerte y el de Ambroz, parece guardar el secreto de la longevidad.
Cuatro centenarios entre 400 habitantes hacen posible la regla matemática de que uno de cada 100 bellosos pase del siglo.
La mayoría de los convecinos tiene más de 65 y hay unos cuantos de noventa y tantos, pero lo que realmente sale de ojo es lo bien que unos y otros se encuentran física y mentalmente a pesar de lo mayores que son.
La coqueta Máxima García Ovejero es un buen ejemplo de ello. A esta mujer, que cuando tiene ocasión no duda en ponerse los tacones, el día le da mucho de sí porque cuando no enhebra la aguja, enciende los fogones y entre una cosa y otra saca tiempo si hace falta para acercarse hasta la oficina de la Caja de Extremadura a echar números. Todo ello sin necesidad alguna de tener que ponerse gafas.
No sabe lo que es estarse quieta y piensa que, tal vez, sea esa actividad la que la haya llevado hasta los 102 en tan buena forma.
«Y eso que he estado unos días sin salir porque hacía mal tiempo y noto que me cuesta más trabajo sentarme y levantarme que antes. De hecho me iba a haber traído el bastón porque me ayuda a andar mejor, pero lo he dejado porque da como vergüenza, ¿no?».
A la que no le perdonan el paseo prácticamente es a Adelaida Peña, que lleva encima entre otras cosas una rotura de cadera y un ictus que le han ido mermando movilidad. Su familia la acompaña a la calle cada día al menos durante media hora y el resto lo suele pasar enfrente del televisor haciendo zapping en busca de programas en los que se hable de medicina. Dice su nuera que de botica se lo sabe todo y que no se le escapa nada en absoluto de las telenovelas que es capaz de resumir en un periquete si alguien se ha perdido algún trozo.
Ejemplos impagables de vitalidad a pesar de llevar tantos años sobre sus espaldas. Una larga vida salpicada de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, a la que Agustín García, el único hombre centenario de Cabezabellosa, le da vueltas desde el silencio y con los ojos cerrados, alrededor de su memoria.
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