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Un operario colocando las luces de Navidad en Badajoz. :: C. MORENO
UNAS NAVIDADES MENOS LUCIDAS
REGIONAL

UNAS NAVIDADES MENOS LUCIDAS

El tijeretazo llega este año a las luces y las cabalgatas después de cuatro de recortes que empezaron por las cestas de Navidad y las comidas de empresaLos ayuntamientos planean recortar entre el 10 y 15 por ciento en el gasto de estas fiestas

PILAR ARMERO

Domingo, 20 de noviembre 2011, 01:50

Menos luces en las calles extremeñas y unas cabalgatas con menor pompa y boato que otros años. Es el panorama que presentan las Navidades de este 2011, sobre las que los principales ayuntamientos aplicarán un recorte de gastos que oscilará entre el 10 y el 15 por ciento. Solamente algunos mantendrán las mismas partidas que en 2010 y desde luego ninguno podrá aumentarlas, siquiera levemente.

No ha quedado más remedio, visto lo perjudicadas que ya están de por sí las arcas municipales y también muchas de las empresas que hasta ahora colaboraban en la organización de los fastos navideños. De hecho se trata de un recorte que se acumula sobre los que ya se vienen ejecutando de forma progresiva desde 2007.

Hace cuatro años se empezó por eliminar de la lista de gastos las típicas cestas de Navidad y otros regalos que los consistorios repartían normalmente entre su personal, proveedores y colaboradores. Se continuó quitando de la programación festiva las comidas que les sentaban a la misma mesa y que, en el mejor de los casos, han acabado convirtiéndose en un picoteo más informal y sobre todo más económico; quienes prefieren seguir juntándose en un restaurante pagan a escote, nada de pasar la factura al departamento de cuentas e, incluso, se busca un sitio barato en el que tomar el menú del día.

En este 2011 el tijeretazo ha llegado hasta la ornamentación luminosa y las cabalgatas, al mismo tiempo que se está echando más que nunca mano de las asociaciones con el fin de que colaboren en un año en el que los empresarios que se dedican a la organización de estos eventos señalan como el peor de los que han conocido.

«Hemos estado de brazos cruzados durante un montón de tiempo, sin hacer prácticamente nada porque los ayuntamientos han apurado al máximo a la hora de hacernos sus encargos», cuenta Marcelo Pérez, responsable de la empresa Isedex, ubicada en la localidad de Feria, que se dedica a fabricar iluminación y otros adornos navideños.

«En muchos sitios estábamos colgando bombillas el 20 de noviembre y este año todavía no sabemos siquiera si van a contar o no con nosotros en algunos de ellos, así que no hemos podido adelantar tarea poniéndonos a fabricar. No se trata solamente de una cuestión que afecte a Extremadura; trabajamos mucho con Andalucía y allí pasa más de lo mismo».

Sin facturas de otros años

Los ayuntamientos tardan en decidirse porque están buscando fórmulas que les permitan vestir sus localidades con traje de fiesta, aunque sea con un modelo más modesto o lo que es lo mismo, gastando lo menos posible.

No quieren eliminar las celebraciones pero dan vueltas y más vueltas buscando no arruinarse en este intento. Una prueba de ello es que a estas alturas los hay todavía que no han resuelto la adjudicación de los adornos lumínicos para sus localidades.

Desean, también, que sus vecinos aprecien lo menos posible los efectos de los recortes.

En el retraso a la hora de tomar decisiones, aparte del dinero, tiene que ver también el cambio de signo político en las corporaciones municipales, que tiene todavía a muchos técnicos pendientes de los papeles. Ocurre hasta tal punto que en algunos consistorios no han sido capaces de informar acerca de cuánto fue el gasto navideño del año pasado para poder compararlo con el que se realizará durante el presente, simplemente porque no encuentran los papeles en los que deberían figurar esas partidas.

La cuestión es que en los ayuntamientos andan estos días dando vueltas a la manera de ahorrar en las próximas fiestas.

Sí se ha decidido en algunos, como el de Logrosán, que ha optado por iluminar exclusivamente los edificios públicos.

«Nos ahorramos con ello los entre 2.000 y 3.000 euros que supondrían el alta de Iberdrola, más la factura extra por la iluminación de las calles y la contratación de la grúa pluma que se necesitaba para colgar las luces», cuenta su alcaldesa, Isabel Villa. Ese dinero se va a destinar a pagar becas de formación para jóvenes desempleados de la localidad que tengan entre 16 y 25 años.

La misma cantidad aproximadamente es la que va a ahorrarse en la localidad de Don Benito, donde incluso hay personal municipal que aportará entre tres y cinco euros para ayudar a preparar el aperitivo navideño del Ayuntamiento. La cabalgata de esta localidad es una de las más grandes de la comunidad autónoma y ha llegado a tener hasta diecinueve carrozas; este año habrá solamente dos menos, aunque las de los tres Reyes Magos que habitualmente corrían por cuenta del consistorio se van a adjudicar a distintas asociaciones con el fin de que sean las que se encarguen de decorarlas.

Trujillo es otro de los lugares en los que se ha pedido colaboración a su centenar de colectivos de todo tipo, desde deportivos hasta vecinales y culturales.

«Les mandamos una carta a principios del mes de noviembre solicitándoles que colaborasen en la cabalgata y muchos nos han dicho que sí. Se han volcado de una manera increíble», cuenta con satisfacción el concejal de Festejos, Julio Bravo.

Algunos de esos trujillanos decorarán carrozas liberando al Ayuntamiento de ese gasto y restringiendo la inversión municipal exclusivamente a la iluminación, el sonido y algunos aspectos de infraestructuras que se requerirán durante el recorrido. Otros aportarán camiones y hasta caballos para el desfile o harán disfraces. Todo, altruistamente.

«Nuestra situación es muy mala y no tenemos más recurso que la imaginación y las ganas de vivir las fiestas con el fin de que estas Navidades no pierdan su magia. Pero no vamos a comprar nada, ni una bombilla siquiera; es más, intentaremos que si algún ayuntamiento no utiliza todas las que tiene, nos las preste».

En Coria también se han encontrado con una tropa de voluntarios que se han prestado -incluso por iniciativa propia, sin que nadie se lo pida- a colaborar con el Ayuntamiento en la organización de las fiestas.

«Han sido un montón», asegura la edil de Industria y Turismo, Almudena Domingo, que ha decidido destinar parte del gasto navideño a una campaña para promocionar el comercio, consciente de que se trata de un sector que tampoco pasa por su mejores horas.

En Mérida se va a pedir por primera vez una tasa a los comerciantes que se instalen en el mercado medieval entre el 10 y el 12 de diciembre, mientras que los del mercado navideño que se celebrará posteriormente van a colaborar con el Ayuntamiento organizando por su cuenta un belén viviente y montando un carrusel en la Plaza de España. Además, en la pista de hielo y en el festival infantil que organiza el consistorio se va a cobrar una entrada de entre uno y tres euros, cosa que antes no se hacía.

«Hemos preferido esta opción de mantener los servicios aunque sea a costa de un pago simbólico por parte del público en lugar de eliminarlos. No tenemos liquidez para abonarlos, de manera que hemos llegado a un acuerdo con los comerciantes», señala el concejal de Festejos, Daniel Serrano. Para los caramelos de la cabalgata hay empresarios que se han prestado a arrimar el hombro, aportándolos, y en cuanto a la iluminación, en este caso se ha optado por una mejor distribución de las bombillas.

«Vamos a llegar incluso a más barrios que antes, quitando luces de zonas que estaban demasiado saturadas para colocarlas en otras».

En Plasencia, además de rebajar el gasto en licitación y número de lámparas ornamentales, se ha decidido cambiar de sitio el nacimiento. No se colocará en el salón de plenos de la Plaza Mayor como todos los años sino en el centro municipal Las Claras, con lo que se evitará contratar personal de seguridad que lo vigile y tener que pagar horas extra.

«Las Claras tiene personal durante todo el día y de esta manera conseguimos hacer más con menos, un ajuste económico que no solo no resta sino que suma, ofreciendo un espacio más amplio y eliminando problemas de seguridad y económicos», dice Fernando Pizarro, alcalde de la ciudad del Jerte.

Navalmoral de La Mata es uno de los pocos sitios donde apenas se va a recortar el presupuesto navideño. «Ya se hizo en su momento cambiando las bombillas por lámparas Led de bajo consumo», indica la edil de Festejos, María García.

«Quiero que salga la gente a la calle y que sobre todo los niños, que llevan todo el año esperando estas fiestas, se lo puedan pasar lo mejor posible. El ahorro de 3.000 o 4.000 euros que podríamos conseguir rebajando gastos en esta fecha no sería más que simbólico. Veo más razonable quitarlo de otro sitio».

En Zafra tampoco va a haber mucha diferencia con respecto al año pasado, aunque sí se va a controlar el horario de encendido de la ornamentación navideña.

Otra opción para hacer frente a la crisis es la que ha adoptado el consistorio de Cáceres, que ha decidido sacar a concurso la contratación de la luminaria para quedarse con la oferta más ventajosa, en lugar de conveniarla directamente con empresas del sector como se venía haciendo.

«Estamos realizando un esfuerzo tremendo, buscando apoyos que nos permitan organizar unas fiestas que satisfagan a los vecinos», apunta el edil de Festejos, José María Asenjo. En el pliego de condiciones para concurrir a iluminar la capital cacereña se especifica un horario para que luzcan las bombillas, al mismo tiempo que se advierte que podrá modificarse en función de las necesidades.

Con la misma idea de contribuir al ahorro, además, han puesto en marcha la iniciativa de premiar a los vecinos que mejor decoren sus barrios.

Carambolas de contabilidad con unos presupuestos cada vez más flacos, en definitiva, son las que están haciendo los responsables de los ayuntamientos de la comunidad autónoma. Medidas domésticas de ahorro con las que se pretende que los extremeños puedan sentir que una vez más llega la Navidad, aunque en este año 2011 vaya a ser menos lucida que en anteriores ediciones por la necesidad de apretarse el cinturón y rascarse el bolsillo.

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