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FRANCISCO APAOLAZA
Viernes, 16 de diciembre 2011, 01:11
El yerno de don Juan Carlos está en horas bajas. La justicia lo investiga, la Casa Real lo aparta de los actos públicos y hasta le han hecho la cama en el Museo de Cera. Lo que le faltaba a la cuestionada figura del duque de Palma es que el Museo de Cera de Madrid lo mandara al exilio de otra sala, lejos del esplendor, del cuidado protocolo y del elegantísimo chaqué que vestirá solo hasta mañana.
En unas horas, Iñaki Urdangarin se quitará la etiqueta y pasará a ir «de sport», que no es con pantaloneta, zapatillas de balonmano y pelota, sino con una chaqueta azul, un pantalón gris y una camisa, «como cualquiera que va por la calle», explican en el museo. No se trata de que la sala, esa catedral del fetiche de la plaza de Colón de Madrid, le haya cogido tirria al duque de Palma. Un representante del centro admite que lo único que han hecho es «reflejar la realidad». La figura del expresidente del instituto Nóos pasará este fin de semana a la sección de personalidades deportivas, después de que la Casa de S.M. el Rey lo borrara de los actos oficiales. La actualidad es despiadada, incluso para los muñecos de cera.
La decisión del museo de apartar al exjugador de balonmano de su familia política ha causado cierto revuelo entre los ciudadanos, y varias personas se acercaron ayer al centro para hacer la última foto del marido de la infanta Cristina junto a su esposa. Ahora pasará a la reserva monárquica y vivirá en el orgullo deportivo, a la espera de que amaine -o no- la investigación. Del futuro no se habla en el museo, pues serían «elucubraciones», pero al modelo del vasco le quedan varias opciones. La primera, que las aguas vuelvan a su cauce, se resuelva la tormenta judicial y regrese junto al suegro. Ocurrirá si pasa en la realidad, una opción que no se espera a corto plazo. Se presume que Urdangarin pasará una larga temporada en la sección de deportes, su peculiar exilio junto a Bahamontes, Induráin, Pelé, Raúl, Pau Gasol y Rafa Nadal, además de las estrellas de 'La Roja' como Casillas, Iniesta, Torres o Villa.
Si la cosa se pone fea en el palacio de Justicia y Urdangarin se ve forzado a salir por la puerta de atrás de la Familia Real, es probable que su muñeco corra la misma suerte que su excuñado, el duque de Lugo. A Jaime de Marichalar lo borraron de un plumazo cuando se divorció de la infanta Elena. No significa que los operarios tomaran su réplica y la metieran en la olla de cocinar cera en una suerte de escena caníbal. Eso, en el museo madrileño no se le hace a nadie, entre otras cuestiones porque los materiales que se emplean para las figuras no se pueden reutilizar. Durante un tiempo, el duque de Lugo pasó a formar parte del rincón taurino -como espectador en una plaza- donde se codeó con matadores como El Juli, Jesulín o Enrique Ponce, además de la figura de cera del toro 'Islero' que mató a Manolete en el 47.
Muñecos ilustres
Al igual que los demás exiliados forzosos del museo, Marichalar reside en un almacén de Toledo en el que se guardan los modelos que pasaron a mejor vida. Los olvidados del Museo de Cera son legión. En ese particular panteón de ilustres venidos a menos se han acumulado en las cuatro décadas de apertura de la institución (es el octavo lugar más visitado de Madrid con más de 300.000 visitantes anuales) unos 1.400 muñecos. En ese limbo de la popularidad viven tres veces más figuras que en el propio museo. Entre ellos, algunos caídos recientes. Allí reposa, por ejemplo, George W. Bush, al que cambiaron por Barack Obama a su llegada al poder y al que construyeron con las medidas exactas que chivó la Casa Blanca.
La Moncloa, en cambio, no suelta prenda de lo que pesan o miden los presidentes de España. Los tienen que hacer a ojo. En Toledo reposa la réplica de José María Aznar y a la de José Luis Rodríguez Zapatero le queda un cuarto de hora, pues en breve llegará el doble de Mariano Rajoy, como nuevo presidente. Se comenzó a gestar durante la campaña, cuando los artistas del museo crearon un busto para cada candidato. El 21 de noviembre se pusieron manos a la obra para cincelar la imagen del gallego, que no ha podido visitar el taller del museo «por su complicada agenda». Desde la noche electoral, varias personas trabajan a destajo para crear el segundo Rajoy a partir de fotografías y vídeos. En circunstancias normales, los creadores de esos dobles tardan tres meses en dejar lista una figura, que suele costar entre 25.000 y 35.000 euros. Los últimos en llegar han sido Robert Pattinson, Justin Bieber o Johnny Deep y Pe en 'Piratas del Caribe'.
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