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A. GILGADO
Lunes, 26 de diciembre 2011, 12:45
La docena de jaulas con pájaros que pueblan las paredes y el muro a mediodía dibujan una estampa más propia de patio trasero que de parque público, pero la plaza Santa Engracia, en la UVA, hay momentos que parece una pajarería. En el barrio hay una ferviente afición al silvestrismo -caza de pájaros cantores vivos para criarlos en cautividad- que convierte el pequeño parque en un multitudinario concierto ornitológico.
Los días soleados después de mediodía el parque se empieza a llenar de chavales, cada uno trae su jilguero y a las pocas horas en la plaza ya hay una más de una docena de chicos entre los dos bancos y otras tantas jaulas amontonadas, cada una habitada por un fringílido, denominación técnica de los pájaros cantores. Para entrenarlos en el canto conviene, además de una alimentación específica, que les de el sol y que escuchen otros cantos. Aunque la mayoría son jilgueros también hay verderones, pardillos, verdecillos y pinzones, las razas cantoras más comunes y fáciles de encontrar.
Con tanta afición no extraña que uno de los negocios más visitados del barrio sea una pajarería que se abrió hace poco más de un año. Allí se vende alpiste, jaulas y complementos para las aves y en la puerta hay otro grupo de jóvenes con varias jaulas de fringílidos al sol viendo en un Ipad el partido del Barça en el mundialito de clubes. El silvetrismo tiene mucha tradición en los barrios periféricos de la ciudad, pero en la UVA llama la atención como los más jóvenes han abrazado la afición. En el grupo de la plaza cuentan que la mayoría ya enseñaban a cantar a jilgueros de niños. Algunos incluso participan en concursos que se organizan por la provincia y aprovechan los ejemplares de los amigos para los cruces con las hembras de canario. Pero la mejor expresión de la afición en el barrio la protagoniza Juan Gutiérrez. Ha convertido el sótano de su casa en un volador para 50 aves donde verderones, pardillos y jilgueros conviven como si estuvieran en libertad. Tras muchos años como criador se ha convertido en todo un experto. Diferencia perfectamente el canto de un jilguero de un verderón. Los ejemplares que caza en el campo los cruza con hembras de canario para garantizarse crías con un timbre apropiado para el canto. Lo más complicado para un criador es sacar todos los ejemplares adelante. Cuenta Juan que lo principal es elegir las papillas y las vitaminas adecuadas. Además de alpiste, sus aves también comen magdalenas y zanahorias. Juan gasta más de cuatro kilos de pienso a la semana. Hace tres años casi se queda sin ejemplares porque una serpiente de más de un metro se le coló en casa y se comió más de 70 pájaros. Solo le quedaron las hembras así que tuvo que empezar casi de cero. No es la primera vez que tiene un incidente de este tipo. Su casa no se encuentra muy lejos del vertedero de Las Cuestas y cada poco tiempo se topa con serpientes. La última hace tres meses, pero en este caso pudo terminar con el reptil antes de que se diera la comilona en su sótano.
Aunque él lleva más de cuarenta practicando el silvestrismo y dice que esta práctica forma parte de la identidad del barrio, reconoce que en los últimos se ha notado una creciente afición, para la que tiene su propia teoría. En su opinión, no es casualidad que haya llegado este despertar con las tasas de paro más altas que se recuerdan. «Cuando uno no tiene trabajo, se agarra a una afición barata como esta».
Explica además que en el barrio el silvestrismo ejerce su particular papel de cohesión social. «Además del Madrid y del Barça, aquí se habla mucho de pájaros». Aprovechando la coyuntura, apuesta por crear definitivamente en la ciudad una asociación de silvestrismo. Él mismo intentó hace pocos meses ponerla en marcha a través de una pajarería de San Roque, pero el proyecto no cuajó. El principal problema del silvestrismo es la situación de alegalidad en la que se encuentra. Un policía local o un guardia civil del Seprona pueden requisar los pájaros en las jaulas y darle larga si el animal no está debidamente anillado. La anilla la otorga una federación internacional y en Badajoz la mayoría de los pájaros de silvestrismo cuentan con esta anilla, que garantiza una captura de acuerdo con las normativas europeas. Es un secreto a voces entre los aficionados que muchos ejemplares proceden del furtivismo y que se han cazado con el método vesc, que consiste en poner pegamento a las ramas para que las aves se queden pegadas y echarlas con facilidad a la jaula. En Badajoz, por ejemplo, un sitio muy frecuentado por los furtivos de cantores es el Fuerte de San Cristóbal. Juan cree que una asociación ayudaría a combatir este furtivismo. Para añadir más confusión, cada comunidad autónoma desarrolla las directivas europeas de una manera. En Cataluña, por ejemplo, donde hay una larga tradición a esta modalidad de caza, las capturas se prohibieron en septiembre y en la mayorías de las comunidades se regula con una veda autorizando solo la captura durante algunos fines de semana y, por supuesto, sin pegamento.
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