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ARACELY R. ROBUSTILLO
Domingo, 15 de enero 2012, 13:02
El economista Antonio García Salas afirma que el principal factor de desarrollo de un territorio son sus conexiones, tanto físicas como del conocimiento. Atendiendo a esta teoría Extremadura es hoy una comunidad autónoma más limitada, ya que desde el pasado martes ha dejado de tener vuelos que comuniquen la región con el exterior. El día 22 de marzo es la fecha fijada por la Junta para lograr cerrar un acuerdo con alguna compañía aérea y así recuperar la actividad en el aeropuerto de Badajoz. Hasta entonces, los extremeños se verán obligados a utilizar medios de comunicación terrestres más propios del siglo pasado que de la segunda década del XXI.
Trenes lentos y con precios nada competitivos, autobuses todavía más caros... Taxis y coches, propios o de alquiler, son desde el pasado martes las opciones de transporte con las que cuentan los ciudadanos que tengan que viajar a Madrid o Barcelona, los dos destinos anuales con los que contaba el único aeródromo de la comunidad autónoma. También cabe la posibilidad de desplazarse a uno de los aeropuertos más cercanos que, según la zona de Extremadura, pueden ser Lisboa, Sevilla o Madrid.
Este periódico ha intentado comprobar de manera práctica las posibilidades de las que dispondría un extremeño que tuviera que desplazarse el pasado viernes a la capital madrileña o a la catalana desde Badajoz, Mérida o Cáceres, las principales ciudades extremeñas.
De seguir operando Air Nostrum, los precios que tendría que pagar oscilarían entre los 350-400 euros, en el caso de Madrid, y entre los 220 y los 400, en el caso de Barcelona. Eran las tarifas medias más económicas que se podían conseguir a pocos días de la fecha fijada.
Unos precios no aptos para todos los bolsillos que, sin embargo, permiten a quien así lo necesitara ir y volver en el mismo día a la ciudad condal. Por tierra es imposible llegar hasta allí en menos de una media de 9 horas, dependiendo de la ciudad de origen.
José Francisco Ugalde, de Tele Taxi Mérida, asegura que una de las opciones más interesantes, que ya utilizan algunos de los usuarios, es coger un taxi hasta Sevilla (el aeropuerto está a 185 kilómetros de la capital extremeña) y allí volar a Barcelona. Esta opción supondría pagar más de 390 euros solo en desplazamientos (unos 210 euros por la 'carrera' del taxi y un billete de avión de 182,40 euros).
Por tanto, acceder a un vuelo 'low cost' en Sevilla, Lisboa o Madrid sería casi siempre más caro que lo que se pagaba por los del aeropuerto de Badajoz, ya que hay que añadirle los gastos de desplazamientos hasta la ciudad, que en algunos casos, como el de Portugal, incluyen peaje. Si a esto le unimos el tiempo que se emplea en los mismos y que hay que estar allí para volar al menos una hora antes, el resultado es toda una odisea.
También Madrid, mucho más cercana físicamente, está ahora más lejos de Extremadura. El tiempo que se tardaría en hacer todo lo anteriormente descrito hace que la mayoría de la gente opte por la carretera para viajar hasta allí. Más teniendo en cuenta que casi todo el camino transcurre por vías rápidas. En caso de tener coche, desde Badajoz se tardaría en llegar unas tres horas y media y el gasto de carburante ascendería a unos 42 euros en un coche medio y solo la ida.
Pero no todo el mundo tiene vehículo propio y sabe conducir. Muchos tienen que optar por el transporte colectivo, y ahí la cosa se complica. No solo es más caro, también hay que invertir más tiempo, que depende de cuál sea nuestro presupuesto. Así, un servicio exprés de autobús nos llevaría hasta la capital de España en cuatro horas y media, pero tendríamos que pagar 79,70 euros por un billete de ida y vuelta.
«Me parece una barbaridad lo que ha subido en los últimos años. Yo, en mi época universitaria, hace unos 6 años, pagaba unos 50 euros y nos invitaban a un café y a una magdalena en Trujillo. Ahora pagamos casi 30 euros más y no nos dan ni las gracias», cuenta María Rodríguez, una pacense cuya pareja vive en Madrid y que se desplaza hasta allí en bus muchos fines de semana.
Cuando se le pregunta que por qué no se va en tren, se echa a reír. «Muy sencillo. Los trenes más rápidos y más 'modernos' que salen desde Badajoz cuestan unos 30 céntimos menos que el autobús y se tarda media hora más mínimo. Eso sí que es de otra época», lamenta indignada.
Y es que lo que tardamos en llegar a nuestro destino es también importante. Antonio García Salas afirma que las conexiones hoy en día no se miden solo en kilómetros, sino también en tiempo. «Por ello, se está condenando a Extremadura a convertirse en uno de los puntos peor comunicados de toda España, incluidas las islas, con las que el Estado ha hecho un esfuerzo especial. Es curioso que los que estamos más cerca estemos sin embargo más lejos de los centros de decisión y mercados que aquellos que están supuestamente aislados», reflexiona el director de la Escuela de Negocios de Extremadura (Itae).
García Salas asegura que «mucha gente debería pasar por la experiencia de subirse en uno de esos trenes y pasarse en ellos cinco, seis y hasta siete horas hasta llegar a Madrid». Además, puntualiza que los precios son excesivamente caros. «Igual que los autobuses, en los que se producen verdaderos agravios comparativos. Ir a la capital de España desde Badajoz, por ejemplo, es casi el doble de caro que ir desde Almendralejo», denuncia.
Las consecuencias
Este experto advierte, además, que la supresión de vuelos afectará directamente a diferentes sectores de la economía extremeña. Uno de ellos, el turístico. «La accesibilidad del territorio es crucial. Sobre todo teniendo en cuenta que si uno invierte el tiempo y el dinero en llegar al sitio, luego gasta menos en el sitio en cuestión», sostiene. Recuerda que en Extremadura se han gastado millones de euros en poner en valor recursos que no pueden optimizarse ni rentabilizarse, si no son accesibles. Y concreta: la región ha apostado fuerte, por ejemplo, por el turismo de congresos con inversiones millonarias y subraya que una de las claves para que este ámbito funcione son unas buenas comunicaciones.
Desde la Confederación de Empresarios de Turismo de Extremadura (Cetex), su presidente, José Luis Ascarza, le da la razón a García Salas y añade que la falta de tráfico aéreo en la región «nos borra del mapa, literalmente. No existimos». Insiste este experto en la idea de que la situación no solo deja a los extremeños 'sin alas' con todo lo que ello supone, sino que también elimina a la comunidad autónoma como destino.
«Para poder lanzar nuestra tierra como un destino atractivo necesitamos tráfico aéreo, aunque sea 'normalito'. Por tanto sería muy conveniente que en las negociaciones que está manteniendo la Junta con las compañías aéreas se tenga en cuenta que además de emitir vuelos para que los extremeños puedan moverse también hay que conseguir la atención del resto de Europa. Porque si un alemán busca un lugar tranquilo al que viajar y ve que aquí no tenemos aeropuerto, seguramente se irá a Galicia», considera Ascarza.
Antonio García Salas, sugiere que el hecho de que no se haya cumplido el compromiso tener el AVE listo para 2010 tendría que suponer una compensación o indemnización por parte del Estado que garantizara una conexión aérea con los núcleos principales de población de España, Madrid y Barcelona.
Otro punto de vista
El geógrafo Antonio Pérez Díaz, sin embargo, considera que el hecho de quedarse sin vuelos no es para Extremadura «ningún contratiempo insalvable». Sostiene que el aeropuerto de Badajoz solo estaba cerca de los extremeños que viven en el sur y opina que a los que viven en el norte de Cáceres, por ejemplo, les resulta más económico en tiempo y en dinero coger su propio coche para irse a Barajas, en vez de recorrer toda la región para subirse en un avión que tenía, además, «precios prohibitivos».
Señala también que si se hace un perfil de los que hasta ahora eran los usuarios de los vuelos de Air Nostrum en Extremadura, se llegará a la conclusión de que se trata de un grupo de personas muy minoritario. «Son empresarios, o trabajadores que tienen un poder adquisitivo alto. Al resto de la población seguro que no le afecta tanto», considera. Según este profesor de la UEx, habría que optar por conseguir vuelos 'low cost' para hacer este transporte asequible a más ciudadanos. «Tenemos que aprender del fracaso del AVE. A lo mejor en vez de un tren de alta velocidad, tendríamos que haber optado por un tren rápido y moderno, más barato y menos costoso», asevera ese experto.
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