![El cumpleaños más triste](https://s2.ppllstatics.com/hoy/www/pre2017/multimedia/prensa/noticias/201201/15/fotos/6331147.jpg)
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YOLANDA VEIGA
Domingo, 15 de enero 2012, 01:19
No me imaginaba nada de esto. Ha sido todo un complot», dijo Iñaki Urdangarin (Zumarraga, 1968) al saber de los tejemanejes de su mujer, la infanta Cristina... para prepararle una fiesta de cumpleaños sorpresa. El yerno del Rey soplaba 40 velas y le organizaron un festejo con 120 invitados. Quizá cerró los ojos para pedir un deseo. ¿Cuál? En aquella época los tenía todos concedidos.
La de hoy será una celebración más modesta y sobre todo más triste. El duque de Palma cumple 44 años con otra fecha señalada en rojo en el calendario: el 25 de febrero. Declarará ante el juez por el 'caso Babel' para aclarar el destino de los fondos públicos que percibió a través del Instituto Nóos y el tratamiento fiscal que les dio. La imputación por un presunto delito de malversación de caudales públicos, fraude, falsedad documental, prevaricación y evasión de impuestos llegó el pasado 29 de diciembre y ha empañado la imagen de la Monarquía. «La Familia Real está relativamente tranquila; quizá se encuentran un poco más nerviosos en el entorno de los Príncipes de Asturias», cuenta a este periódico una fuente cercana a La Zarzuela.
Solo un día después de la imputación de Urdangarin, la Casa Real, en un intento de transmitir transparencia, hizo públicas sus cuentas y explicó en qué ha gastado los 8,4 millones de euros que el Estado le asignó en 2011. El Rey tiene un sueldo de 292.752 euros entre dotación y gastos de representación y el Príncipe, la mitad -146.375-. Pero Urdangarin no recibe ni un euro por ser duque.
Con la perspectiva de un juicio megamediático que puede poner en jaque a la Monarquía, este es el enero más cuesta arriba en la vida de Iñaki Urdangarin. Y el momento más difícil para la institución desde el 23-F, así que nada de festejos sorpresa ni tartas con velas. Tampoco el príncipe Felipe, que cumple también 44 el próximo 30 de enero -solo se lleva quince días con su cuñado-, organizará grandes fastos. No los hizo ni siquiera el Rey, que cumplió 74 años el pasado 5 de enero. Incluso suspendió el tradicional concierto lírico que ofrecía en el Palacio Real y que costaba más de 200.000 euros.
Se impone la discreción. Todos quieren salir lo menos posible en los medios de comunicación, que cada día pintan un retrato menos favorecedor del hasta ahora yerno ejemplar: al margen de los dudosos negocios se están conociendo otros detalles personales, como que se libró de la mili por sordera, que sus notas estaban repletas de suspensos cuando era un chaval y que no rompió con su novia catalana hasta que se anunció el compromiso con la infanta. Ya no le ven así ni en casa. El 12 diciembre la Casa Real apartó a Urdangarin de los actos oficiales -el último en el que apareció fue el desfile del 12 de octubre- y censuró públicamente su comportamiento «no ejemplar». Ese fue el primer movimiento.
Dos días después movió ficha el príncipe Felipe con un contundente discurso pronunciado en Barcelona -para más inri- para presentar la Fundación Príncipe de Girona, que preside de forma honorífica. Dijo que esta entidad está guiada por una «ambición honesta y transparente». No citó a Urdangarin -aún no estaba imputado-. Y tampoco lo hizo el Rey en su discurso de Nochebuena: «Cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos...».
Preocupados por el juicio
Ese fue el discurso público, el que vieron más de 7 millones de españoles -se esperaba una audiencia mayor por la expectación que había generado-. Fue un mensaje «fantástico, claro y valiente», valora un antiguo trabajador de La Zarzuela, que aplaude que don Juan Carlos «no se haya escondido ni se haya dado la vuelta» y que apuesta a que en privado ha ido más allá. «No me extrañaría que hubiese pegado algún puñetazo en la mesa como diciendo: 'hasta aquí hemos llegado, ahora las riendas las tomo yo'».
Seis de cada diez españoles creen que la Casa Real está gestionando bien esta crisis, aunque la mitad le afea que haya actuado «tarde» -el Rey ordenó al marido de la infanta Cristina apartarse de sus negocios en 2006-. El apoyo público a la institución también se ha resentido y un 13% de los encuestados en el último informe de Metroscopia asegura que la imagen de la Corona ha empeorado.
-¿Corre peligro la Monarquía?
-Ellos están relativamente tranquilos de cara al futuro porque creen que la institución está más que consolidada, pero sí que están preocupados por el presente, por lo que pueda suceder en el juicio -cuenta una fuente conocedora de lo que se cuece de puertas para dentro de Palacio-.
La insólita imputación de un miembro de la Casa Real en un caso de presunta corrupción «les está pasando ya factura». Es, más que una piedra en el camino, «un peñón», pero también podría «acabar reforzando la imagen de la Monarquía», advierte Fernando Vallespín, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid.
Cree que los Reyes han hecho bien en «poner una barrera entre ellos y Urdangarin», pero recuerda que queda mucho por hacer. «Excluirle ha sido un acierto, pero si hay sentencia condenatoria no se podrá seguir diciendo lo de la conducta 'no ejemplar', habrá que tomar otras medidas». ¿Debería separarse la infanta Cristina? «Eso es algo que no está en manos de la Corona. Si ella no se separa, ¿qué van a hacer? Esa es la gran pregunta», aventura Vallespín.
Pero hay otra cuestión más inquietante todavía.
-¿Y si la propia infanta Cristina fuese finalmente imputada?
-No es fácil responder a la pregunta porque no ha sido imputada y parece que no va a serlo. En ese caso, improbable, no veo cuál pudiera ser la solución -confiesa el experto en Derecho-.
Si en La Zarzuela se han puesto ya en lo peor y tienen plan B es algo que solo ellos conocen, pero no parece verosímil una imputación: aunque la infanta se benefició de los negocios de su marido, al parecer no participó en la gestión.
Quien sí va a quedar «marcado» de por vida es Urdangarin, «incluso aunque le absuelvan». Pero, insisten los especialistas, la mancha en la institución se irá diluyendo. «Más aún cuando el príncipe Felipe sea rey, porque entonces las infantas Cristina y Elena pasarán a un segundo plano y cobrarán más relevancia Leonor y Sofía».
¿Pero hasta entonces? «El tema pinta feo porque hay sospechas sólidas de que puede haber un delito, pero no afecta para nada al Rey y al Príncipe, que son ajenos y víctimas de ese tema... La Corona no tiene problemas en España», ha asegurado Gregorio Peces-Barba, 'padre' de la Constitución, jurista y catedrático de Filosofía del Derecho.
El Rey, a salvo
El Rey se ganó al pueblo en la gestión del 23-F, y España «es juancarlista más que monárquica». La última evidencia, la ovación cerrada de dos minutos que el monarca recibió en la inauguración de la X legislatura en el Congreso, con los diputados en pie.
-Pero... ¿y el príncipe Felipe?
-Al príncipe no se le puede poner nada en el 'debe', pero también es cierto que lo que legitima a la Corona ha sido su rol durante la Transición y eso lo hemos vivido solo los mayores. Entre los jóvenes se percibe un empate entre los partidarios de la Monarquía y los contrarios -advierte Vallespín-.
El papel del Príncipe sigue siendo secundario, pero cada vez asume más protagonismo en la agenda oficial de la Casa Real. Especialmente este año, cuando el Rey ha estado de baja por una operación de rodilla y por una lesión en el tendón de Aquiles. No piensa en abdicar. Para cuando lo haga Felipe de Borbón deberá haber revalidado la confianza de la sociedad, que ahora mira con más recelo que nunca hacia La Zarzuela.
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