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A. S. O.
Lunes, 30 de enero 2012, 17:15
Máximo, alias 'el maño', celebró los cinco millones que le dejó el sorteo de la Primitiva del jueves jugando la partida de cartas con cotidiana normalidad con los amigos, como cada tarde en un bar de La Pesga, la localidad cacereña donde vive. Impertérrito y sin levantar la mirada de las cartas aseguró que el dinero no le va a cambiar la vida. Prueba de ello es que por la mañana cumplió con su trabajo de siempre.
Se fue al campo a matar dos corderos que tenía comprometidos para vender. Porque los compromisos son para cumplirlos, dijo. Después llamó a los amigos y se tomaron unos vinos. Solo la presencia de empleados de bancos a la caza de su fortuna le hizo quitarse de en medio y buscar refugio en la finca.
Máximo supo que era millonario en euros el mismo jueves. Lo descubrió por la noche al consultar el teletexto. Primero creyó que tenía solo cinco aciertos.
Relatan los amigos que se dijo «me habrán tocado cinco o seis millones (de pesetas)», pero luego vio que llevaba seis y dio un grito, llamó a la mujer y despertaron al hijo que vive con ellos. «Yo he dormido a medias, he pegado poco ojo», declaró éste, que llevaba todo el día de fiesta con los amigos en la cochera. «A mí me pillaron durmiendo, recordó, me despertaron las voces de mi padre». Su madre le aclaró el alboroto. «No podía dormir y se me hicieron las tres y pico, y yo me decía, que no puede ser, que no puede ser». Pero es cierto
El boleto lo constata. El hijo lo llevó al banco antes de que abriera. Y a partir de ahí se extendió la noticia en este pueblo de 1.300 vecinos que es testigo y partícipe de la buena suerte de Máximo.
Es la tercera vez que le toca la lotería. Hace 10 o 12 años, fueron 30 millones de pesetas en la ONCE. Con eso compró un restaurante en Alicante, cuentan en el pueblo. Después, un millón de pesetas en la Nacional. Y ahora este golpe de suerte supremo.
La normalidad de Máximo mientras juega la partida en el bar con la rutina de cada tarde no delata la larga noche que vivió. Una hora escasa dice que llegó a dormir. Y que enseguida se le vino el día encima. Cuenta que jugó la Primitiva en Plasencia, porque habían ido su mujer y él al oftalmólogo.
«Siempre que voy echo en el mismo sitio, en la calle del Sol, compro el mismo número de Lotería Nacional». La combinación era un fijo. «Eran ocho apuestas que sigo jugando desde que empezó la Primitiva con los mismos números». El que la sigue la consigue.
En casa, su mujer , dice que no quiere saber nada de periodistas, ni de cámaras, ni de nadie. Habla con la misma normalidad y tranquilidad que su marido. «Tenemos la cabeza bastante asentadita y ya sabemos lo que es una euforia, a mi no me levantan ni cinco, ni 10 millones los pies de la tierra».
Máximo, por su parte, entre mano y mano, adelanta que lo primero que quieren hacer es ir a ver a su nieto de pocos meses a Alicante. Donde vive su hija. Y ratifica que los millones no le van a cambiar la vida. De momento así es.
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