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C. J. VINAGRE
Domingo, 26 de febrero 2012, 01:51
La declaración de Helena ante el juez de Montijo dura exactamente 54 minutos y su testimonio sirve para certificar algunos de los indicios avanzados en la investigación de la Guardia Civil. La menor habla de un Florin que la agredió en más de una ocasión, que no solo actuaba como proxeneta sino que la intentó vender a otro compatriota y que contaba con su familia como colaboradora imprescindible.
Desde luego, no era lo que se había imaginado en Madrid cuando el rumano la convenció para venir a Arroyo. Su residencia era un inmueble destartalado en el que se dormía en colchonetas y tiendas de campaña, y contaba con unos inquilinos nada amables.
A la semana de su estancia, la niña ya suponía que no iba a volver a su casa madrileña, como le había prometido Florin, y que iba a ser explotada sexualmente en el municipio y forzada a tener relaciones incluso con su 'novio'. Conocido el panorama, le dijo que se iba. La respuesta del rumano fue un tortazo en la cara y una advertencia: «Si te intentas ir, te voy a cortar los brazos y las piernas».
La menor señala que tuvo relaciones con él pero solo en la primera ocasión fue de forma consentida. Las siguientes fueron forzadas, tenían lugar en la casa donde estaban hacinados y delante de mayores y pequeños. En su declaración judicial confirma que fue obligada a practicar sexo con personas a las que su 'novio' buscaba para sacar provecho económico «bajo amenaza y empleo de violencia física, en algunos casos, con golpes en la cara por parte de su novio si se negaba», indica la Guardia Civil.
Estuvo con al menos ocho hombres, un par de ellos rumanos, entre octubre y el 4 diciembre. La última relación fue el 2 de diciembre a la diez de la noche.
La menor y la Guardia Civil confirman que todos los encuentros sexuales fueron consumados sin preservativos. La declaración de la chica indica que se produjeron casi todos en una caseta-chabola que existe en el vertedero municipal, utilizada como estancia de pastores, aunque en una ocasión el lugar escogido fue la propia casa de un arroyano.
Uno de los imputados en el caso es el entonces juez de paz, cargo que ya no ostenta. La adolescente desmiente que practicara sexo con él pero dice que le realizó tocamientos en su despacho del Ayuntamiento. El implicado, en su testimonio ante el juzgado, admite que estuvo con la chica y la cuñada del rumano en el Consistorio, a donde acudieron -asegura- para pedirle dinero, pero rechaza de plano que abusara de ella.
Los otros tres vecinos del pueblo que están imputados admiten que practicaron sexo pero aducen que creían que era mayor de edad por los comentarios que le había hecho Florin. Un cuarto acusado, un exconcejal de IU, de 55 años, también dijo lo mismo. Días después se suicidió.
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