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Antonia muestra algunas de las píldoras que toma diariamente. :: PAKOPÍ
Las nueve pastillas al día de Antonia
SOCIEDAD

Las nueve pastillas al día de Antonia

Siete de cada diez personas de más de 75 años de la región toman cinco o más píldoras diariamente. Tiene 92 primaveras, vive en una residencia y es una de los casi 90.000 mayores extremeños que están polimedicados

ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ

Domingo, 25 de marzo 2012, 03:31

L a de los nervios, la de la circulación y otras cuantas más que no sabe muy bien para qué son, pero se las toma igualmente porque se las ha mandado su doctora y ella es muy obediente. «En el desayuno son cuatro, al mediodía tres, y por la noche otras dos. Y me va estupendamente», dice Antonia Sánchez Gallego, de 92 años. «Gracias a Dios, no me puedo quejar porque no me hace falta que me ayuden a nada», añade.

Antonia vive desde hace cuatro años en la residencia de ancianos Puente Real II de Badajoz y, de vez en cuando, va a visitar a su doctora de allí, Encarna Poch, con la que mantiene una entrañable relación. «Tiene un trastorno ansioso-depresivo, una hipertensión arterial, un trastorno del colesterol y también tiene baja la vitamina B12», explica la doctora. Y confirma que Antonia es muy buena paciente. «Otros no se quieren tomar la medicación». «A mí no se me olvida ni un día», asegura Antonia con cara de satisfacción por hacer las cosas bien.

Cuenta que es soltera y que nació «de criada» en Badajoz. «En dos meses se me murieron mis hermanas y entonces ya me vine aquí. Tengo un sobrino que me quiere muchísimo que es como un hijo, él me dijo que me fuera a vivir con ellos. Pero es un matrimonio joven que entra y sale, ¿qué hago yo allí? Ellos tienen que disfrutar como yo he disfrutado, que gracias a Dios he pasado una juventud muy buena».

Con sus nueve pastillas diarias, se mantiene «bien», tal y como ella afirma. Y no tiene ningún problema en tomárselas. Antonia es una paciente polimedicada. En Extremadura hay 88.893 personas de más de 75 años con el mismo diagnóstico, esto es, toman cinco o más medicamentos al día. Son datos del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Cáceres. Su presidente, Pablo Antonio Carlos Vicario, matiza que en este sector de la población, siete de cada diez mayores (el 70%) están polimedicados. «La media está en nueve medicamentos al día para los mayores de 75, pero esto no significa exactamente que sean nueve pastillas, porque puede haber medicamentos que se tomen dos o tres veces al día», apunta Vicario.

¿Son demasiadas píldoras? «Yo creo que a veces hay demasiadas pastillas, pero sinceramente con los factores que tiene el paciente alrededor, es muy difícil saber dónde dar el corte. A lo mejor piensas que a un paciente ya con 80 años no le vas a poner pastillas para el colesterol porque no vas a prevenir a largo plazo las patologías que se van a derivar de eso, pero el paciente te lo demanda de alguna manera, porque si tiene un colesterol alto y ha tenido un accidente cardiovascular, ¿no le vas a poner un medicamento para que el colesterol le baje?», pone de ejemplo Encarna Poch.

«No es cuestión de ir sumando pastillas, hay que ver al paciente de una manera integral, porque si no, vas añadiendo pastillas, efectos adversos, problemas y gastos», subraya Pedro Santiago Gómez, médico especialista en geriatría que tiene ahora su plaza en la residencia de ancianos pública de Villafranca de los Barros. Santiago explica que ellos tienen en marcha, precisamente, un proyecto piloto de polimedicación sobre control de interacciones y consumo.

Poch añade: «Ha aumentado la esperanza de vida, los pacientes son cada vez más mayores y las enfermedades tienen más duración».

Ambos facultativos reconocen que, paradójicamente, a veces terminan tratando los efectos no deseados de otros medicamentos. En este sentido, Pedro Santiago insiste no sólo en la obligación de «racionalizar a nivel de prescripción por parte del médico, sino también en el control de la toma por parte de cuidadores o familiares, o del propio paciente cuando tenga capacidad de decisión». Una mala mezcla de medicamentos «puede terminar en una intoxicación».

Pérdida de memoria

Antonia tiene la 'suerte' de que en la residencia le preparan todas las pastillas que se ha de tomar en el desayuno, el almuerzo y la cena. Así sus cuidadores evitan que se le olvide alguna, a partir de los 75 la pérdida de memoria es habitual. O que confunda una píldora con otra, la vista también se vuelve perezosa con los años. «Ahora con los genéricos es más complicado, el paciente se hace un lío y dice que esa pastilla no era la suya».

En este sentido, Cecilio Venegas, presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz, introduce el término bioapariencia: «Un genérico de un laboratorio y de otro pueden ser muy diferente. Tenemos esa asignatura pendiente. La idea de futuro es que, por ejemplo, todos los omeprazoles (protector de estómago) sean iguales».

Las complicaciones aparecen cuando los pacientes polimedicados no llevan el control que deberían. En una residencia de ancianos están vigilados, pero en casa, la mayoría de las veces, necesitan que un familiar o un cuidador les ayude a no confundir los medicamentos. «Es muy importante insistir en la educación de estos cuidadores formales e informales».

Cecilio Venegas recuerda un proyecto pionero que se llevó a cabo el año pasado en cuatro farmacias extremeñas (una en Granja de Torrehermosa, otra en Peraleda del Zaucejo y otras dos de Azuaga) que consistía en tutorizar a 17 pacientes dependientes (con una media de edad de 75 años) que consumían cinco o más pastillas al día. Cuatro de ellos vivían solos. Administraciones erróneas, duplicidad de dosis y duración del tratamiento no adecuada fueron algunos de los resultados.

Sin embargo, hubo grandes logros gracias a un instrumento fundamental, el 'blíster', esto es, un pastillero en el que se pueden ordenar todas la grageas por días de la semana y momento de la toma.

El proyecto -«que ha sido galardonado esta semana por los Premios Abc Salud», recuerda Venegas- funcionó y abrió la puerta a la posibilidad de poner en marcha un servicio de atención domiciliaria por parte de los farmacéuticos, para lo que se necesitaría un acuerdo con la Consejería de Salud y Política Social. El ejemplo está en el Gobierno vasco, que tiene activo un programa similar a través del cual el farmacéutico le rellena cada semana el pastillero al paciente.

En Extremadura, a título personal, hay algunas farmacias que lo hacen, sobre todo en los pueblos, pero no existe el servicio como tal para poner orden en la botica de las personas de avanzada edad.

Esas píldoras son recetadas, principalmente, para la tensión, el colesterol y el estómago, al que hay que proteger de tanta medicina. «Las grandes patologías prevalentes son las relacionadas con el sistema circulatorio, el neurovegetativo y la tensión arterial, además de la gran incidencia de la diabetes. Y ya en la cuarta edad se añade la demencia», explica Cecilio Venegas. «E, igualmente, hay que hablar del cáncer, que ha dejado de ser una enfermedad aguda para convertirse en crónica», añade.

En cuanto al porcentaje de mujeres y hombres polimedicados, dice Venegas que está directamente relacionado con la esperanza de vida: «Los hombres, de media, duran tres años menos, y el estilo de vida ha sido de más fumador, más incumplidor de las dietas. Las mujeres se cuidan más, pero tienen una maquinaria más delicada porque trabajan a base de hormonas».

No es el caso de Antonia, una superviviente de su generación que ha tenido que capear varios temporales. Con sus nueve pastillas al día, que se toma puntualmente, tiene calidad de vida para seguir regalando sonrisas.

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