

Secciones
Servicios
Destacamos
ESTEFANÍA ZARALLO ezarallo@hoy.es
Viernes, 6 de abril 2012, 22:26
Corría el año 1957 cuando la localidad pacense de Alburquerque organizó una novillada sin picadores. En ella se anunciaba un joven aún poco conocido en el mundo taurino que intentaba abrirse camino con 16 años recién cumplidos. Al llegar al coso extremeño, las cuadrillas y el propio novillero observaron como, en lugar de utreros, esperaban en los corrales morlacos de cerca de 500 kilos. Al negarse a lidiarlos, las autoridades decidieron meterlos a todos en el calabozo municipal, donde pasaron tres largos días.
Aquel muchacho, mientras aguardaba su puesta en libertad, escuchaba cada día al pregonero anunciar el tiempo del día y los sucesos del pueblo y terminar su discurso con la frase «y los toreros siguen en la cárcel». Esta pequeña aventura le sucedió a alguien que años después alcanzaría la gloria del toreo y se convertiría en una primera figura: Diego Puerta.
El maestro sevillano recordaba esta aventura que siempre contaba a sus amigos, entre los que se encontraba Antonio Petit que presentará en Sevilla el próximo 11 de abril una biografía del diestro que lleva por título 'Diego Puerta. Arte, valor y casta de un torero de Sevilla'.
La fundación Cajasol tenía entre sus proyectos el de un reconocimiento a Diego Puerta por lo que encargó a Antonio Petit un libro, pues el autor ya tenía algunos trabajos sobre el diestro. La idea era presentarlo a finales del pasado año pero, desgraciadamente, el torero falleció el 30 de noviembre, antes de que estuviese terminada la obra.
A pesar de ello, se siguió adelante con el libro que finalmente contará con la presencia de Paco Camino y Santiago Martín 'El Viti' en la presentación oficial, los dos matadores que más tardes compartieron con Puerta.
El autor, Antonio Petit, relata que comenzó a seguir al torero en 1974, durante el último mes de su trayectoria en activo. Preparó un trabajo que fue premiado en el concurso de ensayos taurinos que organizaba el Ateneo de Sevilla.
«Era un personaje que siempre me había llamado la atención. Éramos prácticamente de la misma edad y me acerqué a los toros cuando él empezaba. Estaba acostumbrado a verle torear en Sevilla y me pareció un torero que no había sido valorado en toda la dimensión que realmente tuvo en la historia del toreo y estaba muy empeñado en sacar esa idea adelante», añade el autor que se encerró a trabajar durante un año en la hemeroteca nacional para documentar toda la información que había recogido en 1974. «Ha sido un libro de parto lento», apostilla Petit.
Se trata de una biografía taurina en la que se cuenta la vida de Diego Puerta, aparecen documentadas las 1.149 tardes que toreó como novillero y matador en España y otros países y se analizan de manera estadística. Petit considera que el crítico que mejor entendió a Puerta fue Antonio Díaz-Cañabate, quien escribía sus textos en ABC, por lo que dedica en el libro un apartado a un estudio detallado sobre estos artículos periodísticos.
Sus comienzos
No resultaron fáciles los inicios en la trayectoria taurina de Diego Puerta. En Sevilla había mucha competencia en la década de los años 50 y había decenas de chicos que, como él, buscaban su oportunidad. Debutó con caballos la madrileña plaza de Vistalegre a finales del 57, poco después de su incidente en Alburquerque, y tomó la alternativa en La Maestranza el 28 de septiembre de 1958 de manos de Luis Miguel Dominguín y con Gregorio Sánchez como testigo y toros de Arellano y Gamero Cívico.
Sin embargo, las cosas no salieron como se esperaban y su progresión se quedó algo estancada. «En el año 1959 se queda fuera de Sevilla y sufre varias cornadas que le paran, sobre todo una muy grave en Bilbao, cuando un toro le partió el hígado y a punto estuvo de quitarle la vida», recuerda Antonio Petit. Su suerte cambió en su ciudad natal en 1960. Se anunció con una corrida de Miura y cuajó una soberbia actuación ante un ejemplar de nombre 'Escobero'. A partir de ahí su carrera se relanzó. Pasó de torear 30 tardes en 1959 a 85 un año después, anunciándose en las ferias más importantes.
Entre 1963 y 1974 -año en el que se retiró de los ruedos- cuajó grandes temporadas y en 1968 vivió dos de las tardes más gloriosas de su carrera. La primera en Sevilla, cuando cortó las dos orejas y el rabo a un toro del Marqués de Domecq, y la segunda en la Corrida de la Beneficencia en Madrid, cuando salió por la puerta grande.
«Su éxito, en gran medida, estuvo en su regularidad. Era una persona de la que la gente se fiaba. Estadísticamente, en ese periodo, salía a más de dos trofeos por tarde», comenta Antonio Petit que explica también que no le gustaba el apodo por el que muchos le conocían 'Diego Valor'.
«Se lo puso un crítico en sus comienzos, pero le molestaba porque decía que lo suyo no era valor, que era torero y era su responsabilidad no defraudar a la gente que acudía a verle a los ruedos. Sentía que no podía defraudarles y que a él lo que le gustaba era estar bien con los toros», explica el autor.
Petit resalta que Diego Puerta fue un matador admirado en todo el país y reconocido en Sevilla. Si tiene que destacar algún aspecto, el autor recurre a las palabras que en su día le dedicó Díaz-Cañabate y que decían que su éxito radicaba en la conjunción de su valor, casta y arte. De ahí, el título del libro. «Digamos que podría ser el epitafio de su vida taurina», resume.
Más allá de los ruedos era una persona sencilla y que vivía para su familia. «A Puerta como torero nunca se le entenderá si no se comprende su familia. Era una persona muy familiar y desapareció por completo de la vida social cuando se retiró para dedicarse a su mujer y sus hijos», asevera Petit, que conoció y trató personalmente al diestro por lo que puede afirmar que era afable y muy sociable pero no le gustaba tener protagonismo, y dedicaba su tiempo al campo y a sacar adelante su ganadería. Eso sí, estuvo toreando festivales hasta unos diez años antes de fallecer.
Una muerte que cogió por sorpresa a todo el mundo. «Estaba delicado de salud -reconoce Petit- porque sufrió 56 cornadas a lo largo de su vida que terminaron pasando factura, pero hacía una vida normal y cuando empezamos a trabajar en el libro nunca pensamos que fallecería el 30 de noviembre».
Diego Puerta había leído el libro e incluso había corregido una pequeña errata en el nombre de su primera finca, pero no llegó a verlo publicado. Gracias a este trabajo, muchos aficionados podrán acercarse a la vida y a la trayectoria de esta figura del toreo que tantos valores puede transmitir con solo conocer su historia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los ríos Adaja y Cega, en nivel rojo a su paso por Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones de HOY
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.